domingo, 26 de agosto de 2012

El PP desprecia a los 7.003.511 de españoles que votaron al PSOE y les niega legitimidad para pedir cuentas al Gobierno

Publicado en www.diarioprogresista.es

En su particular interpretación del sistema democrático, el Partido Popular, por boca de su vicesecretario de Estudios y Programa del PP, Esteban González Pons, aseguró ayer que PSOE no está legitimado para "pedirle al Gobierno que tome determinadas medidas". Pons niega así el derecho a ser debidamente representados de más de siete millones de españoles que otorgaron al partido socialista el papel de principal partido de la oposición.


González Pons, el mismo que poco antes de las pasadas elecciones llamó a los españoles a emular las revueltas que se estaban produciendo en la llamada primavera árabe de Egipto mientras el Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero luchaba, con éxito, para evitar la intervención de España por parte la Comisión Europea, ha descubierto ahora el sentido del “patriotismo”, que se permite reclamar a los socialistas. 

Pons, investigado por sus estrechas relaciones con los cabecillas de la trama Gürtel cuando era consejero del ‘govern’ de Francisco Camps, una de las comunidades, con Madrid y Murcia, con mayor responsabilidad en el desfase del déficit español, aseguró ayer sin rubor alguno que el PSOE es el único "responsable" de la situación económica del país, por lo que "lo único que debería hacer es echar una mano". Una hipócrita actitud para con un partido que desde los primeros momentos del mandato de Mariano Rajoy se ha mostrado dispuesto a colaborar con el Gobierno para encontrar soluciones con las que atajar la crisis, tanto con propuestas concretas, cosa que no hizo el Partido Popular mientras estaba en la oposición, como recabando apoyos de la comunidad internacional.

Todo lo contrario de lo que hacía el PP mientras Zapatero era presidente. Entonces, ningún dirigente popular salía a pedir patriotismo al ex presidente Aznar, el gran promotor de la burbuja inmobiliaria y financiera que ha hecho que la crisis sea más grave en España que en otros países, cuando recorría el mundo descalificando a nuestro país y al Gobierno socialista para satisfacer las ansias electorales de su partido, que, conviene no olvidar, fue expulsado del gobierno tanto por su nefasta gestión de la situaciones difíciles, ya fuera la catástrofe del Prestige, la del avión Yakolev o la de los atentados del 11-M, como por las múltiples mentiras que vertían diariamente sobre los ciudadanos. La crisis económica hizo olvidar a muchos españoles en las pasadas elecciones cómo se las gastaba entonces el Partido Popular, aunque han bastado siete meses de estancia de Rajoy en La Moncloa para recordarlo.

Tampoco era precisamente una muestra de patriotismo la presión ejercida por el Partido Popular sobre otras fuerzas parlamentarias para intentar derrocar al Gobierno de Zapatero en el momento en que más necesaria era la unión de las fuerzas políticas. Ayer mismo, Antonio Hernando recordó como el propio ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, llegó a decirle a la diputada de Coalición Canaria Ana Oramas, la ya célebre frase ”que se hunda España. Que ya la levantaremos nosotros” para que no apoyara al Gobierno en una difícil votación parlamentaria que gano in extremis por un solo voto. Afortunadamente, tanto Oramas como el resto de fuerzas políticas, menos el PP, sí actuaron con un auténtico sentido del patriotismo en aquel momento y, para disgusto de los populares, no solo apoyaron al gobierno del PSOE, sino que alejaron el fantasma de la intervención que el Gobierno de Rajoy se muestra hoy incapaz de evitar, incluso contando con el apoyo de los demás partidos si hiciera falta.

González Pons, en una muestra de absoluto desprecio a más de siete millones de españoles, arremetió contra las últimas reclamaciones y críticas que ha realizado el PSOE -entre ellas, la de los 400 euros del Plan Prepara- y aseguró que los socialistas son "los únicos" que “no pueden exigirle nada al Gobierno”, al que debería dar apoyo junto al PP. 

Es más, recuperando las viejas tácticas que caracterizan al PP, y aunque admitió implícitamente que el Gobierno carece de una estrategia propia para solucionar los problemas de los españoles y trabaja exclusivamente que las cuentas del país "respondan a lo que espera el Banco Central Europeo", echó balones fuera y exigió que la incapacidad del Ejecutivo para crear empleo y crecimiento económico, se vean compensados "con la confianza y la ayuda de los países centroeuropeos". El PP, que con la excusa de la crisis está aprovechando para aplicar el más radical programa neoliberal de la derecha, consistente en desmantelar el Estado del Bienestar y convertir cada uno de los derechos de los ciudadanos en unidades de negocio, espera que la simple reducción del gasto público sea recompensada y aplaudida por una Europa que mira con gran preocupación cómo España se aleja de los niveles que equiparan a los países de la Unión.

Pons lanzó otra vez la cantinela con la que el Gobierno espera obtener el apoyo a sus políticas haga lo que haga, consistente en intentar meter miedo a nuestros vecinos europeos si España no logra los objetivos que se espera de ella. "En Europa debemos ser conscientes de que Italia o España no pueden tener un problema sin que lo tengan Alemania o Francia. Estamos todos unidos, formamos parte de lo mismo. La solidaridad no es caridad, sino que me responsabilizo de tus problemas y tú de los míos", afirmó, en una suerte de oración para que sea Europa la que solucione los problemas que su partido no puede o no sabe resolver.

Volviendo de nuevo al estilo que acabó por llevarles a cosechar una severa derrota electoral en 2004, González Pons trató de nuevo de engañar a los españoles cuando aseguró que está seguro de que si España recibe alguna forma de rescate o de ayuda de fondos europeos, no será a cambio de "condiciones adicionales a los esfuerzos que ya se han hecho o están comprendidos" en el plan presupuestario presentado a Bruselas para los años 2013 y 2014. "Los españoles ya hemos hecho los deberes y ya hemos contado a la UE los deberes", sentencia González Pons.

Como si los españoles fueran tontos o no leyeran más prensa que la que apoya al Partido Popular con inolvidables portadas que son la comidilla del mundo editorial, el dirigente popular negaba así las múltiples advertencias que desde todas las instancias económicas de la Unión Europea, de la Comisión y del propio Banco Central Europeo nos hacen cada día en sentido contrario. Es decir, que España deberá comprometerse a nuevas reformas y más duros recortes si quiere obtener una ayuda que todos dan ya por hecho que el Gobierno de Rajoy tendrá que pedir inexorablemente antes de terminar este año. 

Por último, y con el objetivo, sin duda, de “tranquilizar” a los españoles, Pons no solo admitió que este Gobierno no es capaz de solucionar esta crisis, sino que anunció la próxima cuando aseguró que las medidas del Gobierno del PP “no valen para arreglar la situación actual”, pero que servirán para hacer frente a la que, según la bola de cristal del vicesecretario popular, está por venir. 

Pons nunca defrauda. 

lunes, 20 de agosto de 2012

Urgente y muy necesario

Publicado en www.diarioprogresista.es

Nos cobran más por tener menos. Y se están forrando. Sí, se están forrando a cuenta de la ´prima de riesgo´ y los intereses que los españoles, a costa de nuestro Estado del Bienestar, pagamos por "nuestra" deuda. Da igual qué medidas tomemos o a qué nivel de pobreza nos condenemos, que la famosa prima no cede un ápice y sigue ahogándonos y quedándose, literalmente, con nuestro dinero.

La crisis financiera derivada, sobre todo, de una enorme e irresponsable -que no inocente- burbuja inmobiliaria y especulativa, y provocada por unos bancos que dejaron de tener como objetivo velar por sus clientes y ofrecerles razonables y plausibles condiciones de crédito para convertir el dinero de las hipotecas en objeto de mercadeo, está vaciando los bolsillos de los ciudadanos para salvar al mismo sistema financiero que, por la vía de los intereses de la deuda soberana, está haciendo, en tiempos de crisis, y con ese mismo dinero, el mejor negocio de toda su historia.

En consecuencia, saltan todas las alarmas y nuestros queridos gobernantes apelan a "nuestra responsabilidad" para salvar el sistema. Pagándonos menos por nuestro trabajo y reduciendo nuestras prestaciones, pensiones y subsidios; cobrándonos más impuestos, poniendo a nuestra disposición menos y peores servicios públicos… y haciendo una descarada transferencia de todo el dinero que lo anterior implica a ese anonymous de los ricos conocido eufemísticamente como “los mercados”. Los gobiernos carecen, además, del más mínimo pudor para hacerlo y publicarlo. Y aplican severos recortes en las partidas destinadas a las personas, que conformamos la Sociedad, para destinar nuestro capital a las sociedades anónimas. Los entes carecen de conciencia, las personas no. 

Los que estamos debajo de esta pirámide de despropósitos adolecemos, por lo general, de un enorme desconocimiento en materia económica. Lo que no es óbice para que nos pasen por la cabeza otro tipo de medidas que, con el objetivo de paliar los efectos de la crisis sobre las personas, podrían adoptarse. Por ejemplo, puestos a incrementar nuestras cotizaciones para mantener el sistema, ¿por qué no dedicar el aumento de las retenciones de nuestras nóminas a Seguridad Social y Formación y Desempleo -en vez de nuestro IRPF a la deuda- y asegurar con ello el sostenimiento de nuestro derecho a prestaciones?, ¿por qué no abordar como medida extraordinaria, temporal y de emergencia –y con la misma soltura que se niega la paga de navidad a los funcionarios-, una limitación del beneficio empresarial, destinando forzosamente el excedente de dicha limitación al pago de la tan cacareada deuda? ¿Para cuándo el impuesto de transacciones financieras? ¿O por qué no obligar, como sugiere el Instituto de Investigaciones Económicas de Alemania (DIW), a las rentas más altas a pagar más impuestos y, además, a conceder préstamos a sus gobiernos para que afronten esa crisis de la deuda soberana? Un estudio del citado instituto alemán acredita que los activos privados, en su conjunto, exceden la deuda de los países de la eurozona. En España, por citar un caso, Amancio Ortega, el propietario de Zara, acumula una fortuna personal de 35.000 millones de euros. ¿Cuántas generaciones de su familia serían necesarias para gastar semejante cantidad de dinero? ¿Cuántas generaciones de familias de trabajadores habrá que sacrificar para ‘ahorrar’ 65.000 millones en los dos próximos años en nuestro país? 

Son mis ejemplos, seguro que ustedes tienen los suyos propios. Quienes se oponen a este tipo de medidas apelan, sin rubor, a que “supondrían una intrusión enorme en el derecho a la propiedad privada”. Tal vez haya llegado el momento de volver a recordar a todos que el Estado del Bienestar, al que sus aventuras especulativas están llevando a la desaparición, se financia con los impuestos que todos pagamos con nuestro dinero, el fruto de nuestro trabajo… nuestra particular propiedad privada. Por tanto, la educación pública, la sanidad universal, las prestaciones sociales -cada vez menores- son eso, nuestra colectiva propiedad privada, en la que los grandes capitales que han provocado esta crisis no dudan meter la mano para salvar la suya.

Es por ello que cada vez sea mayor el número de personas que estamos más convencidos de que nos encontramos ante una enorme estafa de quienes consideran que lo público es una intromisión en lo que “los mercados” ven como unidades de negocio, ya sea nuestra salud, la educación de nuestros hijos y nietos o nuestra propia dependencia, cuando lo cierto es exactamente lo contrario, una ilegítima y muy bien coordinada intromisión de los que más tienen para hacerse con nuestra única y escasa propiedad, que no otra que el Estado del Bienestar que con tanto esfuerzo habíamos construido.

Sólo los partidos -obviamente de izquierdas- que sean capaces de enarbolar la defensa de esa única propiedad de la ciudadanía podrán en un futuro cada día más cercano pedir el voto de los ciudadanos. Tomen nota, por favor. Es urgente y muy necesario.