miércoles, 27 de enero de 2016

Un Gobierno del Cambio debe comenzar por contar la verdad

Soy partidario de un gobierno de izquierdas, liderado por el PSOE (no necesariamente por Pedro Sánchez Pérez-Castejón), apoyado por Podemos y por Unidad Popular. Y estoy absolutamente en contra de cualquier tipo de pacto, por activa o por pasiva, que permita que el Partido Popular, con Mariano Rajoy Brey o con cualquiera otro de sus miembros al frente, siga gobernando este país. Creo que es lo que las urnas han pedido a los partidos políticos.

Esto no quita que no me gusten las formas, la arrogancia y el desdén con el que los miembros de Podemos miran al resto del arco parlamentario. Incluso a sus propios militantes y votantes. No me gusta esa premisa de que solo hay verdad si el podemismo forma parte de ella, o de que ‘el pueblo’ solo lo es con ellos. Que todo aquello que no cuente con su concurso no está libre de sospechas.

La propuesta de pacto de Pablo Iglesias, manifestada en la ostentosa rueda de prensa del viernes 22 de enero y en su pomposo artículo en El País del domingo 24 no me disgusta (otra cosa es el reparto de carteras puesto encima de la mesa, que prefiero ni comentar), pero es conveniente ir siempre con la verdad por delante. Podemos se lleva las manos a la cabeza por los acuerdos que mayoritariamente han relegado a sus diputados en la Mesa del Congreso o en la distribución de escaños, pero es el mismo Podemos que, por ejemplo, calló y consintió que se excluyera a Unidad Popular-Izquierda Unida del debate entre los líderes de los principales partidos y ahora no duda contar los votos los de Alberto Garzón Espinosa como propios, o que ha impedido con sus votos que se aprueben presupuestos claramente progresistas en comunidades como Asturias.

Pablo Iglesias reclama un pacto de progreso que “lidere los cambios constitucionales que demandan los ciudadanos”, pero sabe, sin duda, que al menos en esta legislatura, que será muy corta, no va ser posible abordar dichos cambios, porque no hay ninguna opción de conformar las mayorías parlamentarias que exigen dichos cambios. También compromete “nuevas fórmulas de encaje territorial” que sabe detenidamente imposibles por la capacidad de bloqueo que mantiene el Partido Popular en el Congreso y, sobre todo, en el Senado. Llegado el momento de abordar dichas reformas y fórmulas, ¿a quién pretende endosar Podemos el fracaso?

Una mayoría de izquierdas debe abordar, de forma urgente, y en eso no puedo estar más de acuerdo, el lamentable estado de emergencia social en el que el Partido Popular ha sumido a nuestro país y nos ha condenado a todos los españoles. En eso podemos y debemos estar todos de acuerdo. Derogar las maléficas y malintencionadas leyes del PP durante la nefasta legislatura anterior es posible, sin duda. Otras promesas me temo que tendrán que esperar a que la ciudadanía decida otorgar a la izquierda una confianza mayor que la actual. Y ocultar esa realidad no es un buen punto de partida para ningún acuerdo .



jueves, 21 de enero de 2016

Un tesorito del baúl de mis recuerdos

Piloto realizado en mayo de 1990 mientras aprendíamos a hacer televisión con muchas ganas de pasarlo bien a las puertas de la Expo'92.

martes, 5 de enero de 2016

Podemos: “gastar” o “reinvertir” en buenas obras no es “renunciar”

Seamos claros. Cuando el líder de Podemos, Pablo Iglesias, dice que sus cargos electos renuncian a parte de sus sueldos está mintiendo. Incurre en la demagógica estrategia de hacer creer al ciudadano que su renuncia supondrá un ahorro o una merma del gasto público. No es lo mismo “renunciar” que gastar en buenas obras, que, es, en el mejor de los casos, los que realmente hacen los parlamentarios podemitas. Con lo que criticaban estos chicos eso de la neolengua.

Sus señorías del arco morado de las Cortes van a recibir exactamente el mismo dinero público de los Presupuestos Generales del Estado que el resto de parlamentarios. Que voluntariamente hayan decidido destinar parte de ese dinero, por elevada que sea, a obras sociales, como el Proyecto Impulsa (promovido y gestionados por Podemos), a sostener los gastos de su partido, a financiar la producción de La Tuerka, o a lo que buenamente quieran, no supone de hecho una “renuncia”. Renunciar sería no coger ese dinero y que este permaneciera en las arcas públicas. Lo otro es solo gastar, voluntariamente, el dinero propio en lo que cada uno decide. Y es cada uno hace con su dinero lo que quiere.

Argumentan los de Podemos que en algunos ayuntamientos y parlamentos se han rechazado sus propuestas para bajar el sueldo de los cargos electos. Bien, pues siempre tendrán la oportunidad de reingresar la parte de sus sueldos a la que dicen renunciar de nuevo a las arcas públicas. Las ventanillas de Hacienda, que “somos todos”, estarán encantadas de aceptar la devolución de ese dinero a la ciudadanía y, que yo sepa, ninguna ley o reglamento lo impide. Pero mientras cada uno de ellos recibe cada mes su nómina íntegra y esta deja de estar en la caja pública y común de todos los españoles, no hay ninguna renuncia.

En aras de no confundir, intencionadamente (que sería mentir) o no, los cargos de Podemos siempre podrán presumir de “destinar”, “gastar” o “reinvertir” su propio dinero en buenas obras. Pero nunca de “renunciar”.

En todo caso -y, sinceramente, me parece una memez- la única renuncia real estará en que no hagan uso de los 3.000 euros de la tarjeta para taxis o que no acepten que se instale en sus domicilios una línea de ADSL para que puedan trabajar en casa. Yo desde luego, no veo nada malo en que el Estado cargue con los gastos de nuestros representantes en el ejercicio de su actividad. Me parece una burda muestra de populismo demagógico.

Por si alguien no lo sabe, también los diputados y concejales de otros partidos, del PSOE e IU, especialmente, destinan desde siempre gran parte de sus sueldos al sostenimiento de sus partidos, fundaciones y otras asociaciones, estando esto también regulado en sus normativas internas. Pero jamás he escuchado a estos la impostura de afirmar que “renuncian” a sus sueldos.


Ayer mismo, los concejales del PSOE en el Ayuntamiento de Oviedo renunciaron, de verdad, a recibir de las arcas públicas la asignación que les corresponde como grupo municipal y devolvieron a la Hacienda municipal 68.000 euros. ¿Estarán dispuestos los diputados de Podemos a renunciar al dinero que van a recibir si finalmente constituyen cuatro grupos parlamentarios en el Congreso en vez de uno solo? Seré, en ese caso, el primero en quitarme el sombrero (siempre llevo sombrero) y decir “así sí”. 

Mientras tanto, que no me mientan ni se signifiquen como ejemplo de lo que no son.