lunes, 18 de abril de 2016

El desperdiciado órdago de Pedro Sánchez

El día que Pedro Sánchez hizo uso del “comodín del público” en su pulso con el Comité Federal del PSOE y convocó una consulta a las bases sobre los posibles pactos de Gobierno, no lo hizo para que la militancia socialista apoyara elevar a Albert Rivera a los altares del consenso y, de paso, a un despacho de La Moncloa.

Lo hizo en un claro desafío a quienes, ya sea desde el norte o desde el sur, le marcaron unas “líneas rojas” (o no tan rojas) que le advertían contra la tentación de hacer uso de la más elemental aritmética, y constatar que era posible llegar a ser Presidente del Gobierno en segunda votación mediante un pacto con Podemos,  Unidad Popular, las Mareas y Compromís, con el apoyo del PNV (que ya adelantó su predisposición a ello), la abstención de nacionalistas e independentistas (si tan urgente es echar a Rajoy, ¿a qué viene el cerco sanitario?) y el voto en contra de Partido Popular, Ciudadanos, Bildu y hasta Coalición Canaria. Haciendo números, 167 votos a favor, 166 en contra y 17 abstenciones. Y, voilà, el ‘Gobierno del Cambio’ era una realidad. Que nadie se llame a engaño, el órdago al Comité Federal y algunos barones y baronesas se basaba en esa posibilidad.

Qué pasó entre ese momento de valentía y la situación de bloqueo en la que nos encontramos hoy en día es algo que nunca sabremos, pero todos intuimos que se fraguó entre despachos cerrados y muy poca transparencia.

"El pacto con Ciudadanos se muestra incapaz de conformar una mayoría capaz de investir a Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno. Un pacto sin Ciudadanos, sí. ¿Por qué, si esto es así y todos podemos verlo, seguir insistiendo en culpar a los demás? "

Lo que sí sabemos es que por muchos puntos de encuentro que se pretendan escenificar, a la hora de la verdad el pacto con Albert Rivera no garantiza elementos claves para revertir el trágico balance de la última Legislatura de mayoría absolutísima del Partido Popular. A las pruebas me remito. Ha bastado llevar al Congreso dos iniciativas para paralizar las perversas leyes Mordaza y Wert y constatar que Ciudadanos está más alineado con la derecha del PP de la que forma parte, que con la voluntad de hacer efectivo un pacto de progreso. Sacar adelante ambas iniciativas fue posible gracias al voto de la opción 167, demostrando que la cacareada vía 199 ni existe ni nunca ha existido. Lo mismo puede decirse de la llamada Ley 25 de Emergencia Social defendida por Podemos, que si ha contado con el apoyo mayoritario de la Cámara, a pesar de su “pésima técnica legislativa”, no ha sido con el concurso de la formación naranja, pero sí con el del PSOE.

Sin embargo, desde la dirección socialista se ha iniciado una cruzada mediática basada en la pueril premisa de que si no hay cambio de Gobierno la culpa es de Podemos, partido al que se le exige que apoye un pacto en el que no se les ha invitado a participar, pero se le advierte que quedaría fuera del Ejecutivo y se le impone la voluntad de Albert Rivera como condición sine qua non para, agárrate, “aceptar” sus votos.

Lo cierto es que las matemáticas siguen siendo una ciencia exacta. No existe la vía 199, es una falacia. No pasa de travesía 130, apurando, 131. El pacto con Ciudadanos se muestra incapaz de conformar una mayoría capaz de investir a Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno. Un pacto sin Ciudadanos, sí. ¿Por qué, si esto es así y todos podemos verlo, seguir insistiendo en culpar a los demás?

En cualquier caso, y como vengo defendiendo desde el minuto uno tras el 20 de diciembre, con la actual composición de Las Cortes el único pacto razonable es aquel que una a las fuerzas de izquierdas -y la dirección del PSOE deberá decidir si ser socialistas sigue siendo ser de izquierdas-, establezca, desde el Gobierno, una nueva “hoja de ruta” (¡qué poco me gusta esta expresión!) para nuestro país y permita visibilizar que con este Congreso y este Senado el cambio deseado no es más que una voluntad compartida con la mayoría de los electores, pero imposible de llevar a cabo en esta Legislatura.


Y volver a convocar, desde el Gobierno -y desde la izquierda-, a los españoles a las urnas. La cerrazón del PSOE y la intransigencia de Ciudadanos –sin menoscabo de la parte que le toca a Podemos, que también la hay- harán imposible hacer las cosas bien, y al final, vuelvo a insistir, será Rajoy quien, sin haber movido un dedo, se permita el lujo de disolver estas Cortes fallidas y rentabilizar, con todo acierto, la división de la izquierda para lograr una nueva mayoría en la que sumar a su discípulo Albert Rivera, que tan bien le habrá allanado el camino para ello.

domingo, 17 de abril de 2016

¿Permiso para opinar en el PSOE?

Mariano Beltrán, militante socialista de Murcia, tenía prevista una charla sobre Gestación Subrogada en el PSOE de Elche para el jueves 21 de abril. Según he podido corroborar, durante la semana pasada, los compañeros de Mariano en la localidad alicantina ha recibido presiones directas que achacan directamente a la Secretaria Federal de Igualdad del PSOE y a la sazón Consellera de la Generalitat, Carmen Montón, para que dicha charla no se celebrara.

Al parecer, los argumentos de Montón para impedir la libre expresión de Mariano sobre un tema que forma parte del debate ciudadano de nuestros días, es que el joven activista murciano “va en contra de la posición del PSOE". Bien, estamos ante una afirmación falsa, puesto que las posiciones del Partido Socialistas no las decide un secretario de área, sino la militancia a través de los Congreso Ordinarios o de las Conferencias Políticas.

Lo que sí es cierto, y algunas fuentes también afirman que se habría esgrimido para impedir la charla de Mariano Beltrán, es que este pidió, en su momento, y haciendo uso de su legítima libertad de expresar sus opiniones y hacer propuestas dentro del PSOE, la dimisión de Carmen Montón a raíz de que esta instara a presentar en el congreso de los diputados la llamada enmienda 103, que pretendía multar a las entidades que hicieran promoción de la Gestación Subrogada. 

Mariano Beltrán, como cualquier socialista comprometido con algo tan básico como la libertad de expresar libremente sus opiniones, entiende que pedir la dimisión de Carmen Montón como Secretaria de Igualdad del PSOE, que no como diputada o Consellera, entra dentro de sus derechos como militantes y como ciudadano. Y es que Mariano Beltrán, como muchos otros militantes, no se siente representado por esta Secretaría al no garantizar la apertura del debate en torno a este tema.

El debate de la Gestación Subrogada está abierto en la sociedad, y si lo está, es obligación del Partido Socialista abrirlo dentro sus propias filas, así como defender el derecho de sus militantes a expresar libremente sus opiniones y sus propuestas, ya que, efectivamente, procede legislar al respecto, y solo del debate podrán extraerse las mejores conclusiones y una posición común del PSOE decidida en el ámbito correspondiente, y no en el despacho de la secretaria o secretario de turno. Sin embargo, Mariano no podrá defender sus opiniones ante sus compañeros, ni estos ante él. Debido a las presiones, la charla del día 21 ha sido cancelada.



martes, 5 de abril de 2016

Albert Rivera se quita la careta mientras Pedro Sánchez permanece secuestrado

Aún no se ha logrado conformar el supuesto Gobierno Progresista y Reformista pactado entre PSOE y Ciudadanos y los de Albert Rivera ya han violado, y a lo grande, el espíritu de lo acordado con toda solemnidad mientras los partidos de izquierda esperaban en una sala del Congreso de los Diputados que los representantes socialistas se sentaran a la mesa.

Este martes, los diputados de Ciudadanos, el “socio imprescindible” de Pedro Sánchez para sentarse en el despacho principal de La Moncloa, dejaron solo al PSOE en dos votaciones esenciales para iniciar el camino del cambio, y optaron por sumar sus votos al Partido Popular para impedir la derogación de dos leyes claves del nefasto balance la mayoría absolutísima con la que Mariano Rajoy han construido un país a medida de los intereses de sus patrocinadores, con menos derechos para los ciudadanos, más restricciones de las libertades y la caja pública abierta al exclusivo servicio de la banca y las grandes empresas.

La negativa de Albert Rivera cumplir lo pactado y aliarse con el PP en dos elementos claves para la recuperación de la normalidad democrática es distintiva del tipo de Gobierno que el joven líder de la nueva derecha pretende imponer a Pedro Sánchez. Es también una demostración de fuerza que deja en muy mal lugar al Secretario General del PSOE, que se ha mostrado incapaz de conseguir que el deseado socio para convertirse en Presidente le secunde en dos iniciativas tan importantes como son la derogación de las leyes Mordaza y Wert.

El comportamiento de los diputados de Ciudadanos, supone de facto, un incumplimiento flagrante de lo acordado con el PSOE. Así, ¿con qué fuerza pretende Pedro Sánchez sentarse esta semana en una mesa a tres para pedir a Podemos que se sume a un pacto que, en su primera prueba de fuego, no es respetado por uno de los firmantes que, además, Sánchez insiste en presentar como indisoluble de su propuesta de cambio?

Por su parte, Ciudadanos hace una insolente demostración de fuerza el mismo día en que deja con el culo al aire a Pedro Sánchez, y en vísperas de la deseada reunión a tres bandas cambia su discurso y exige mando en plaza y cuota de sillones en un Consejo de Ministros que más bien parece que no desea que llegue a constituirse.

Albert Rivera actúa atendiendo a lo que dicen los sondeos y se burla del PSOE. Se presenta como garante de un pacto que pueda desalojar al PP del Gobierno y que mantiene secuestrado a Pedro Sánchez, pero al mismo tiempo se dedica a dinamitar dicho pacto, a la espera de que el fracaso desemboque en una convocatoria de unas elecciones que ansía sin disimulo.

Con la distribución actual del Congreso, la grosse koalition que sueña Rivera no requiere de su concurso, y así se lo han dejado bien claro desde el Partido Popular. Su exitosa estrategia desde el 20 de diciembre, empero,  anuncia una nueva aritmética en la que los excluidos serán los partidos de izquierdas, y en la que Rivera podrá cómodamente exigir el lugar que prefiera en un Gobierno doblemente de derechas que perpetúe a Mariano Rajoy y su corrupto partido al timón de nuestro país.


La única salida creíble pasa la inmediata ruptura por parte de Pedro Sánchez del pacto con Albert Rivera, expulsar a Ciudadanos -por traidor- de la negociación prevista con Podemos y recuperar, si es que aún se puede,  la mesa que sabiamente propuso Alberto Garzón y en la que los otros partidos de izquierda se quedaron con cara de lelos mientras Sánchez firmaba a sus espaldas un pacto que les excluía.

También en Ciudadano Pan: 

Interpretar las encuestas; cuestionar la voluntad de cambio


domingo, 3 de abril de 2016

Interpretar las encuestas; cuestionar la voluntad de cambio

Este domingo nos ha dejado tres sondeos de opinión en tres medios de comunicación diferentes. El antaño “diario independiente del mañana”, lo que queda de El Mundo y la nueva aventura digital de Pedro J. Ramírez, nuestro eterno aspirante a Randolph Hearst latino, coinciden más o menos en sus estudios demoscópicos. A saber.

A pesar de las evidencias de su corrupto entramado interno, el Partido Popular ya tocó su suelo electoral el 20 de diciembre, cuando perdió hasta 63 diputados y una cómoda mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados que, a pesar de todo, fue capaz de mantener en el Senado.

Por su parte, el PSOE liderado por Pedro Sánchez se muestra incapaz de levantar cabeza tras haber cosechado el peor resultado de su historia y haber cedido una importante porción de su apoyo ciudadano a Podemos y a las nuevas fuerzas emergentes, que han sabido recoger el guante del discurso socialista original tras la recuperación de la Democracia. Aún así, estos no logran mantener los resultados del 20D y pierden fuerza cediendo hasta 20 diputados.

Ciudadanos, la nueva derecha capitaneada por Albert Rivera, se consolida como posible tercera fuerza política y podría sumar hasta 12 nuevos escaños en el Congreso.

Por último la Unidad Popular de Alberto Garzón recupera fuerzas y se presenta como la única opción de izquierdas que gana simpatizantes tras más de cien días sin Gobierno.

En cuanto a los nacionalistas y regionalistas, no se aprecian cambios considerables y siguen manteniendo sus apoyos habituales.

Mientras se conocen estos datos, continúa encima de la mesa la cierta posibilidad de que no se consiga un pacto de Gobierno que conforme una mayoría estable para desalojar a Mariano Rajoy y al PP de La Moncloa. El empeño de Pedro Sánchez en explorar la llamada vía 199 parece un camino de imposible recorrido, en tanto que las exigencias de Ciudadanos, el socio imprescindible (?) escogido por Pedro Sánchez, parecen a todas luces incompatibles con las aspiraciones de buscar coincidencias, que las hay, y muchas, entre los programas electorales de PSOE y Podemos. Un pacto que no excluya a Ciudadanos, supone una importante renuncia de ambos partidos de izquierda en temas fundamentales como la derogación total de la Reforma Laboral del PP, la -a todas luces- antidemocrática Ley Mordaza o la perversa Ley Wert que transforma el Derecho a la Educación casi en una gracia gubernamental, entre otras. En esta tesitura, cabe suponer que el pacto a tres que busca Pedro Sánchez se presenta como imposible, y que el único camino que evitaría la convocatoria de nuevas elecciones sería el otro tripartido, el deseado por la derecha de Albert Rivera con la aquiescencia del Partido Popular. El suicidio del Partido Socialista que cualquiera podría pensar que es el verdadero objetivo del joven nuevo líder.

El problema es que los sondeos indican que unas nuevas elecciones, en el momento actual, supondría un claro castigo de los votantes al PSOE y a Podemos. A los primeros porque cualquier resultado que no mejore el cosechado en diciembre sigue siendo una penalización del electorado socialista tradicional. A los segundos porque las formas empleadas para buscar el pacto han venido sobradas de soberbia y prepotencia y poca voluntad de alcanzar un acuerdo. En consecuencia, el escenario de nuevas elecciones es el ideal tanto para el Partido Popular como para Ciudadanos, que con las nuevas mayorías que anuncian las encuestas conocidas este domingo lograrían los escaños suficientes para conformar Gobierno, y forzarían una crisis tanto en el PSOE como en Podemos que lastraría la labor de Oposición que les habrá de corresponder si se confirman los pronósticos.

En este escenario, y como ya he defendido en otras ocasiones, Pedro Sánchez debería reconsiderar un acuerdo con la nueva derecha naranja que no proporciona ningún beneficio al PSOE y no garantiza los cambios políticos que los votantes de izquierda, una clara mayoría ciudadana, están demandando tras demasiados años de abuso de la derecha y los poderes económicos en nombre de una crisis económica que ellos mismos provocaron y han tenido la suerte de gestionar a su favor.

Solo un pacto con Podemos que sumara el concurso de Izquierda Unida, contara con el apoyo del PNV (que ya ha dicho que estaría dispuesto) y la abstención de los nacionalistas e independentistas podría cambiar la percepción del electorado sobre la necesaria voluntad de dar un giro radical a las políticas de derecha, tomando como referencia, por ejemplo, el modelo portugués. Sería un pacto de corta duración -ningún Ejecutivo puede aguantar cuatro años con unas Cortes como las actuales-, pero con capacidad para derogar las peores reformas del Partido Popular y diseñar un nuevo modelo de Gobierno para la ciudadanía que en pocos meses genere un legado con el que concurrir a nuevas elecciones. El nuevo Gobierno podrá disolver las Cortes exhibiendo el bloqueo de la derecha a cualquier intento de reforma para favorecer a los ciudadanos, y legitimado para pedir una nueva mayoría electoral que lo impida.

Sin embargo, cerrarse en banda en el acuerdo con Ciudadanos para satisfacer no se sabe qué intereses ni de quién (aunque se intuye) solo puede desembocar, como digo, en un suicidio político para el PSOE y –también- para Podemos, y en un triunfo de las derechas azul y naranja que concurrirían a las urnas con el impagable aval del fracaso de la izquierda para articular un proyecto político alternativo.


Quedan 20 días para tomar una decisión. La pelota del posible cambio, está, sobre todo, en el tejado de Pedro Sánchez y el PSOE. También en el de Pablo Iglesias y Podemos, qué duda cabe. Pero sobre todo en el primero.