domingo, 30 de octubre de 2016

La heroicidad de Pedro Sánchez

Publicado también en Liverdades

En ocasiones, demasiadas, tras un presunto (presuntuoso) acto de valor se esconde la más tamaña y abyecta cobardía. El problema surge cuando los ilusionados espectadores aplauden y elevan a los altares a quienes protagonizan tan impostado coraje, incapaces de adivinar siquiera el miedo atroz que ocultan esos gestos de falsa heroicidad, y las desastrosas consecuencias que de ellos devienen.

 Si Pedro Sánchez realmente fuera un héroe de la democracia, el abanderado de las bases que -hay que reconocerle el mérito- ha logrado aparentar ante gran parte de la militancia socialista y de la ciudadanía en general, el 29 de septiembre hubiese convocado el Comité Federal del PSOE del 1 de Octubre para proponer a la dirección socialista la consulta a las bases que, en realidad, él -y no otros- les negó.

Sabía que esa propuesta era irrechazable. Como sabía que obtendría un apoyo mayoritario al impostado y falsario ‘No es NO’ que, a la hora de la verdad,  no tuvo el valor de llevar a las urnas de las agrupaciones socialistas.

Ya tras las elecciones del 20 de diciembre, Pedro Sánchez careció del valor suficiente para admitir que bajo su liderazgo el partido socialista no había logrado volver a seducir a su electorado. Mucho menos impedir  el avance de Podemos. Él mejor que nadie sabe que la irrupción de la formación morada fue la llave que abrió su despacho en Ferraz tras las últimas elecciones europeas y la dimisión de Alfredo Pérez Rubalcaba. También que esa fuerza atesora gran parte del electorado perdido por el PSOE. Pero en su ya impostada y falsaria heroicidad, Sánchez no dudó presentarse ante la militancia y el electorado socialista sacando pecho por unos vergonzantes resultados que se atrevió a calificar de ¡¡¡históricos!!! Y, a mayor inri, reclamó para su persona semejante éxito. Lo sorprendente, muy sorprendente, es la  ingente cantidad de militantes que decidieron comprar ese discurso y se sintieron orgullosos del secretario general desde aquella misma noche.

Aquellos resultados, realmente históricos –aunque por su catastrófico carácter para el socialismo español- brindaron entonces al PSOE, paradójicamente, una oportunidad única de articular una mayoría de Gobierno alternativa al Partido Popular, sustentada a la izquierda por Podemos e  Izquierda Unida y apoyada por el PNV. Una alternativa que no hubiese requerido más que la abstención de las ya beligerantes e independentistas ERC y CDC. Entonces, estas fuerzas no habían pisado aún a fondo el acelerador del denominado proceso de desconexión. Y hasta es probable que si Pedro Sánchez hubiese mostrado –entonces- el valor del que hizo gala cuando ya estaba todo perdido, tal vez nunca lo hubiesen pisado tan a fondo y se hubiese podido encauzar el innegable problema del encaje de Catalunya en el Estado Español.

En su hoy más que acreditada impostura, anunció –entonces- al Comité Federal del PSOE que iba a consultar a la militancia la que muchos creyeron sería una propuesta rupturista, de izquierdas y realmente valiente. Pero, ante el temor de que el “cordón sanitario” que separa a los denominados partidos constitucionalistas de la mayoría política catalana pesara demasiado para una militancia y una dirección que, además, aún no terminaban de ver con buenos ojos un pacto con el arrogante Pablo Iglesias, optó por levantarse cuando nadie miraba de la mesa de negociación con Podemos e IU y acordó con Albert Rivera, a escondidas, un infumable pacto de gobierno condenado al fracaso, que entregaba a Ciudadanos las decisiones en materia económica y laboral, y renunciaba a las grandes reformas comprometidas por el PSOE en su programa electoral. Y eso fue, y no lo que se podía haber esperado, lo que sometió a consulta de las bases con una estrambótica pregunta que lo mismo servía para gobernar con Rivera que con Vladimir Putin. Decepcionante y poco valeroso Sánchez, pero como todo en su corta carrera como líder, sorprendentemente audaz y aparentemente exitoso.

El pacto con Albert Rivera no incluía la derogación de la reforma laboral del PP. O de la maléfica Ley Wert. Ni de la protofascista Ley Mordaza del opusino Fernández Díaz. Siquiera una propuesta de reforma fiscal mínimamente asumible para la izquierda. En su arrogante vanidad, Sánchez cayó presa de los cantos de sirena de Rivera y llegó a creer que la mera posibilidad de acabar con el Gobierno de Rajoy sería  una propuesta que el resto de partidos “no podrían rechazar”. El resultado de su falso arrojo es, como todos sabemos, la historia de cómo Pedro Sánchez fue el primer candidato a Presidente de Gobierno rechazado por el Congreso desde la restauración de la Democracia en España. Y, como consecuencia, de cómo Pedro Sánchez “venció” él solito a las encuestas, el 26 de Junio, perdiendo cinco diputados más, pero evitando el temido sorpasso de Podemos.

Si, volviendo al políticamente luctuoso presente socialista, después del 26J Pedro Sánchez hubiese propuesto a la dirección socialista someter a la militancia su cuasi mántrico “NO es NO” a Rajoy, el Comité Federal se hubiese visto obligado a aprobar la consulta, so riesgo de rebelión de las bases. Unas bases que hubiesen apoyado, con indubitada seguridad, mantenerse en el NO a Rajoy y al Partido Popular. Y ello, indefectiblemente  -pues sostener a estas alturas que había otra alternativa es, lo digan Pablo Iglesias, Agamenón o su porquero (recuérdese que el líder podemita regaló una edición de Juan de Mairena a Rajoy), ofender la inteligencia de los votantes-, hubiese desembocado en unas elecciones en las que el héroe Pedro Sánchez, qué menos, estaría obligado a ser el candidato socialista. Hubiese defendido, de verdad, su presunta dignidad y compromiso, y hecho un auténtico alarde de heroicidad, no impostado, que las bases del PSOE habrían aplaudido. Pero estaría condenado, y lo sabía,  a una tercera y estrepitosa, histórica, derrota.

Pero no. Sánchez sabía que ganar esa apuesta al Comité Federal suponía, sin remedio, el final de su carrera política. Nada libraría al PSOE del castigo por unas terceras elecciones. Rajoy las  vencería más empoderado y con las manos libres para imponer sus políticas -solo o en compañía de la derecha neoliberalísima de Ciudadanos-. A Pedro Sánchez  no le quedaría otra salida que la dimisión como líder del PSOE y -si la honestidad formara parte de su liviano equipaje político- también como diputado.

Es por eso que Sánchez prefirió volver a disfrazar su cobardía política con la capa del falso héroe y descargar en otros sus propias responsabilidades como secretario general del  PSOE. Con gran e indiscutible habilidad, y renovada audacia, logró presentarse de nuevo como el paladín  de la “democracia participativa” y abanderado del “sentimiento de las bases socialistas”. Decidió, tras una conveniente y nada sutil filtración a la prensa, proponer a un ya reticente y alarmado Comité Federal  un inédito congreso exprés con primarias a 20 días vistas, en las que se postulaba, sin recato alguno, como una suerte de caudillo del socialismo español. Exigiendo para el PSOE, ante los micrófonos de la SER, “una sola voz que sea la de su secretario general”, ergo la suya. Y, además, abrió allí mismo su personal campaña dibujando ante la opinión pública un inexistente partido socialista dividido en dos bandos en los que él representaba, por su rechazo a Rajoy, el de los buenos, sostenido por “la voz de la militancia”. En el otro, situó socarronamente a Susana Díaz y a una inexistente derecha interna, servil a las oligarquías, al Íbex35, al antes venerado grupo Prisa y, sobre todo, a los intereses del Partido Popular.

Pedro Sánchez no es un recién llegado al PSOE. Por eso sabía a ciencia cierta que tan extravagante propuesta y descripción del partido y sus dirigentes –todos menos él mismo- era inasumible para el Comité Federal y la secular cultura organizativa del partido. Lo sabía tanto como que, ahora o después de navidades, el Partido Popular iba a gobernar este país. Por eso buscó la forma de que otros asumieran el coste de tan indiscutible realidad. No hay ninguna heroicidad en su estrategia; al contrario, ocultaba el miedo cobarde a la consulta que, él y no otros, negó a las bases para no perder la gorra de capitán del socialismo español.

Si, como ocurrió, y mejor no recrearnos en los hechos y el caótico escenario resultante, el Comité Federal rechazaba el extemporáneo congreso exprés, Sánchez tenía fácil presentarse ante las bases como una víctima de esa supuesta e inexistente oligarquía cómplice de la derecha, que le impedía representar  a la militancia frente al Partido Popular. Si el Comité aceptaba el Congreso (exprés, pero Ordinario), hubiese ido a las elecciones solo unos días después como flamante Secretario General. Dado los antecedentes de todos conocidos, le hubiese bastado sumar un mísero diputado más en las urnas para presentarse la noche electoral como el nuevo mesías del PSOE, y atrincherarse durante cuatro años en su falso liderazgo, sin rendir cuentas por su tercera derrota consecutiva en unas elecciones generales. Eso sí, al precio de dejar a España en manos de la mayoría incontestable de la derecha. También, muy probablemente, hubiese cedido el timón de la Oposición a un Podemos que nunca habría soñado con tan fácil ascenso.

Con lo que no contó Pedro Sánchez era con un Comité Federal que ya estaba escarmentado de sus desplantes, su vanidad y sus presunciones por méritos nunca obtenidos. Ni siquiera tuvo la gallardía de reconocer que sin el apoyo de Susana Díaz jamás hubiera sido secretario general siendo prácticamente, como era, un desconocido para las bases del PSOE. Como tampoco la tuvo de admitir, ni tras el 20 D ni tras el 26J, que el PSOE estaba sumido en una profunda crisis de credibilidad y liderazgo cristalizada en los más de setenta diputados de Podemos e IU.

El resto es el triste, violento y vergonzante final de un falso líder que deja como legado al socialismo español fracturado, a la militancia dividida y enfrentada como no se recordaba desde los tiempos de Prieto, Largo y Besteiro, y al PSOE forzado a una abstención sin contrapartidas para evitar unas elecciones irremisiblemente letales para el partido.

Pedro Sánchez nunca fue un héroe. Ni siquiera fue un líder. Su historia en todo un tratado de la cobardía política enmascarada en el entorno 2.0. Lo sorprendente y digno de estudio es cómo ha logrado embaucar a tanta buena gente.

ACTUALIZACIÓN: Pedro Sánchez Pérez-Castejón renunció ayer a su acta parlamentaria porque, según sus propias palabras, un diputado socialista no puede votar contra una resolución y mandato expreso del Comité Federal. Es un acto de coherencia, y le honra. Ha anunciado que se echa a la carretera para intentar recuperar el liderazgo del Partido, y la hecho cargando contra el Comité Federal y los que no comparten su, al parecer, única realidad. ¿Es el suyo el currículo político que el PSOE necesita?

viernes, 28 de octubre de 2016

Margarita Robles, liderar la Oposición y defender el programa electoral del PSOE

 En esta absurda batalla entre presuntos traidores y defensores de las esencias socialistas, vino ayer a “sentar cátedra” la magistrada (o jueza, sinceramente, nunca he sabido bien si son la misma cosa o qué diferencia una de la otra) Margarita Robles, quien fue “encajada”, por cierto, por decisión personal de Pedro Sánchez y sin consulta a la militancia -que ya había designado democráticamente a sus candidatos-, como número dos “independiente” en la lista por Madrid del PSOE de las pasadas elecciones generales.
Robles vino a decir que pensaba hacer caso omiso del mandato del Comité Federal que ordena al Grupo Parlamentario abstenerse en la segunda votación de investidura de Mariano Rajoy, porque no estaba dispuesta a “incumplir el programa electoral del PSOE”.
Repasando dicho programa, cabe observar que el mismo es un documento que plantea, muy detalladamente, los objetivos a desarrollar por el Partido Socialista si los electores hubieran decidido otorgarle la mayoría para formar Gobierno. En ninguna de sus páginas se explica qué postura debería adoptar el PSOE si no obtenía la confianza del electorado. Y mucho menos se contemplaba ningún compromiso de no aceptar el resultado de las elecciones. Y, aún mucho menos, bloquear la gobernabilidad del país. Luego Margarita Robles alude a algo que el programa electoral del PSOE no dice. Miente cuando afirma que votar no es un compromiso electoral, o miente cuando asegura conocer el programa bajo cuyas siglas concurrió a las elecciones.
Lo cierto es que el PSOE no ha renunciado a su programa electoral, y ayer mismo lo defendió en el debate de investidura proponiendo al Congreso una serie de medidas que la actual composición del Hemiciclo permite poner en práctica, si se alcanza el consenso necesario con el resto de fuerzas políticas.
En concreto, el portavoz socialista Antonio Hernando propuso a la Cámara las siguientes medidas, todas ellas contempladas en el programa electoral del PSOE:
· Crear un ingreso mínimo vital para las familias sin recursos.
· Suprimir las reválidas e impulsar un Pacto de Estado por la Educación que derogue la LOMCE.
· Reconocer el derecho efectivo al subsidio por desempleo a los trabajadores maduros con cargas familiares y a los parados de larga duración mayores de 52 años.
· Reducir el IVA cultural.
· Suprimir el copago farmacéutico a pensionistas y enfermos crónicos.
· Aprobar una ley de igualdad salarial de mujeres y hombres que también reconozca a todas las trabajadoras, en el momento de su jubilación, un bonus de dos años de cotización por cada hijo.
· Impulsar un gran Pacto de Estado contra la Violencia de Género.
· Aprobar un permiso de paternidad, como derecho autónomo, intransferible y de igual duración que el de maternidad.
· Aprobar una Ley de igualdad de trato y no discriminación y una Ley de muerte digna.
· Prohibir los indultos para delitos relacionados con la corrupción.
· Crear una Comisión de investigación sobre la financiación irregular del PP y poner en marcha la comisión de investigación sobre el uso partidista del Ministerio del Interior.
· Derogar las normas restrictivas de derechos y libertades públicas contempladas en la conocida como Ley Mordaza.
· Garantizar la independencia y la neutralidad de RTVE y de la Agencia EFE, y la viabilidad y la calidad de esos servicios públicos.
· Reformar el sistema de nombramientos para los órganos constitucionales y los organismos reguladores, para evitar su condicionamiento por los partidos políticos y garantizar su neutralidad.

Junto a estas iniciativas, y conforme a lo acordado por el Comité Federal del PSOE, el portavoz anunció que el Grupo Parlamentario Socialista promoverá e instará el inicio inmediato de una fase de diálogo social para la aprobación de un nuevo Estatuto de los Trabajadores y la derogación de la Reforma Laboral. El portavoz socialista concretó que ese diálogo social tiene que empezar por dos cosas: una subida del Salario Mínimo y el reequilibrio del peso de las partes en la negociación colectiva, absolutamente fundamental porque el PP voló por los aires la negociación colectiva durante la Reforma Laboral.

La labor de oposición, defendió también el portavoz, no impedirá al PSOE buscar acuerdos en las iniciativas que el Gobierno presente, ni ofrecer consensos en políticas de Estado ni colaborar para el mejor cumplimiento de los compromisos que el Gobierno haya asumido en nombre de España y que vinculan a todos los españoles. Eso sí, buscando el reparto de su coste para que no castigue a los mismos de siempre, a los perdedores de la crisis, a los que ya han sufrido los embates de esta crisis, a las clases medias y a los empobrecidos trabajadores.

También comprometió el empeño de los diputados y diputadas socialistas, prioritariamente, en tres objetivos.

El primero, revitalizar el Pacto de Toledo para asegurar tanto la estabilidad financiera del Sistema de Seguridad Social, como para garantizar el poder adquisitivo de las pensiones en unos años en los que hay un crecimiento efectivo, mediante un sistema de reparto y solidaridad y, por lo tanto, mediante un sistema de transferencia de rentas entre generaciones.

Segundo, la creación de una subcomisión parlamentaria para afrontar los serios desafíos presentes en la vertebración territorial de España, en particular con el objetivo de recuperar la normalidad institucional con Cataluña. El Grupo Parlamentario apostará, ante la gravedad de la situación actual, por construir en el marco constitucional un modelo sincero de reconocimiento y lealtades mutuas dentro de una nación con diversos sentimientos de pertenencia.

Tercer objetivo. La adopción de las medidas necesarias para asegurar que nunca más las dificultades para la investidura de un nuevo Presidente del Gobierno deban resolverse mediante la repetición de elecciones. Para ello, el PSOE propondrá en el Congreso de forma inmediata una reforma del artículo 99 de la Constitución que, manteniendo el papel del Jefe del Estado y el sistema de elección parlamentaria, acote temporalmente el proceso de investidura e introduzca mecanismos para asegurar la elección por mayoría del Presidente del Gobierno.

Todo lo anterior son compromisos adquiridos por el PSOE en su programa electoral. No lo es bloquear la gobernabilidad de España, o no reconocer el resultado de las elecciones. La actual distribución de escaños en el Parlamento hace posible conseguir todos y cada uno de esos objetivos. Dependerá de la voluntad del resto de fuerzas políticas que puedan ser realidad.

Lo que es seguro es que la repetición de las elecciones alejaría esa posibilidad. Margarita Robles, y con ella los que defienden bloquear la investidura votando no aludiendo a un inexistente compromiso del programa electoral, deberían reflexionar sobre lo que el PSOE puede lograr para los españoles en esta Legislatura. De momento, parece que no lo están haciendo.


Más bien parece que algunos estén planteando el no como una estrategia que no piensa en los españoles y sí, y mucho, en el futuro político de quienes están promoviendo la quiebra de la unidad de acción del Grupo Parlamentario, desobedeciendo el mandato expreso, decido por mayoría, del Comité Federal. Un órgano que conviene recordar que es elegido democráticamente, representa a toda la militancia socialista y es el máximo órgano del Gobierno del PSOE.

"Carta a los diputados socialista del doble NO", por Mariano Beltrán.

Comparto esta carta publicada por mi compañero y amigo Mariano Beltrán en El Socialista Digital.

"Todos somos socialistas, sin excepción; todos queremos lo mejor para España y lo mejor para nuestro partido. Nunca acabé de entender que unos socialistas nos califiquemos a otros en una suerte de competición que solo beneficia a la derecha.


Me dirijo a los diputados socialistas que van a votar NO el sábado con el máximo respeto y sin ánimo de confrontación, una actitud que deberíamos tener todos en mayor o menor medida. Nuestro Comité Federal, el máximo órgano del PSOE entre Congresos, habló de forma clara hace casi una semana; no habló ninguna gestora en nombre de todos, quien se pronunció fue, insisto, el Comité Federal. No alcanzo a entender que ningún socialista puede jugar al trile con un órgano soberano y democrático; no alcanzo a entender cómo un socialista acude a una votación, aceptando las reglas de la misma, para más tarde enrocarse y no acatar si la decisión no le convence. Esas actitudes son más propias de la derecha que de los socialistas: un socialista siempre acata el resultado de una votación democrática.

La resolución aprobada en el Comité se dirige al Grupo Parlamentario Socialista, es decir, ordena al Grupo Parlamentario en su conjunto; por tanto, no ha lugar a abstenciones técnicas que no son tal: lo político y lo técnico es acatar una decisión democrática.


En cuanto a los compañeros del PSC, a los que quiero y respeto, no entiendo por qué convocan un Consell Nacional después de acudir al Comité Federal del PSOE, cuando la tradición es hacerlo siempre antes. No quisiera pensar que el Consell fue una declaración de guerra en contestación a un Comité Federal al que el PSC acudió de forma libre y consciente. Sé que los compañeros del PSC son demócratas convencidos, por eso no se me ocurre otra salida que acaten la votación de un órgano al que acudieron con voz y voto, el Comité Federal, que impera a todo el Grupo Parlamentario Federal Socialista, en el que están incluidos. La resolución que mandata a votar abstención en segunda votación no es sólo cosa del PSOE, es cosa del Grupo Parlamentario Socialista, en el que, repito, está el PSC. Sé que al PSC también le duele cuando sus diputados no acatan, motivo por el cual ha expedientado en el pasado a varios y varias diputados y diputadas socialistas. Sé que conocen lo que significa la disciplina de voto de un Grupo Parlamentario.


Confío en que mis compañeros diputados del PSOE y del PSC votarán lo que ordena el Comité Federal. Somos un partido serio y responsable, un partido centenario que siempre ha apostado por el progreso, y un partido que defiende la democracia representativa, que ha sido la valedora de las mayores cotas de progreso que hemos vivido jamás. No hay ningún socialista que quiera a Rajoy, todos queremos combatir sus políticas, por eso queremos hacer oposición firme y férrea. La solución, compañeros, no es infantilizar la política; la misión de los socialistas es aportar soluciones a España y hacerla progresar. Lo que debemos a hacer es ganarle a la derecha en las urnas, mientras tanto, abandonemos la trinchera, y hagamos oposición.


Confío en vosotros, compañeros. Romper la disciplina de voto causaría una suerte de desconfianza en la ciudadanía que no es digna de un socialista. No hay ningún diputado ni ningún líder más grande que un partido como el nuestro.



martes, 25 de octubre de 2016

Lo que Pablo Iglesias no hizo

Publicado en Liverdades y El Socialista Digital.





Pablo Iglesias anda en frenética campaña de acoso y derribo contra el PSOE por desbloquear la gobernabilidad de España y evitar las terceras elecciones. Las del -por fin- sorpasso. Es notoria la inquina contra los socialistas por haber procurado la puesta en marcha de esta XII Legislatura. La que, si Pablo Iglesias consiente, pondrá al  Parlamento sobre el Ejecutivo.

Que el sorpasso tenga que esperar se le atraganta a Pablo Iglesias. ¡Que son 22 años de espera! No poder -tampoco en esta Legislatura, y van dos- liderar la Oposición en el Congreso de los Diputados escuece. En sendos artículos debidamente planificados para el mismo día en Público por el líder podemita y eldiario.es por Alberto Garzón, que ya no lidera nada, cargan con dureza y desprecio contra el partido socialista. Iglesias, con verbo de chabacanería política. Garzón, elegante, culto. Los dos advierten a la opinión pública del tripartito de las oligarquías, transcendiendo de políticos a oráculos que ya adelantan cómo serán los próximos años –o meses-. Reivindicándose oposición única y verdadera.

Años desoladores. Plausibles si Pablo Iglesias decide hacer oposición a la oposición. Al PSOE, no con el PSOE. Opositando a PSOE. Perdido en cábalas electorales. Acaso saborea ya los réditos de bloquear/boicotear los necesarios acuerdos parlamentarios que impidan a la derecha de Rajoy no cumplir el mandato de Las Cortes, olvidar sus tendencias neoliberales y autoritarias.

Para Pablo Iglesias (y Garzón, el agregado) es anatema que la difícil decisión tomada por el PSOE sea dolorosa para sus dirigentes -bien es sabido que lo es para su militancia-. Que se enmarque en un ejercicio de responsabilidad democrática en un país estancado en la aritmética electoral, las exigencias partidistas y la vanidad política. Cómo va a ser eso.

Pablo Iglesias se pide agitación y denosta ya, apenas comenzada, la cosa legisladora. Si no fuera así Rajoy no sería investido esta misma semana. En La Moncloa habría un Presidente socialista y Podemos sería garante, desde el Hemiciclo, de que Pedro Sánchez practicara políticas de progreso.

El acuerdo-trampa que Albert Rivera le colocó al ingenuo y sibilino Sánchez dinamitó la negociación con Podemos, Izquierda Unida y las confluencias. Cierto es. Pero en marzo pasado suponía la única y real oportunidad de sacar a Mariano Rajoy de La Moncloa y airear los ministerios. Pablo Iglesias inventó el muy sanchista “No es NO” con provisión electoralista. Las urnas penalizarían al PSOE y premiarían a Podemos impedir un gobierno presidido por un socialista. Erró. Ambas fuerzas perdieron, el único premio fue para el dontancredismo de Mariano Rajoy.

Iglesias se siente tentado de poner la vertiginosa institucionalización de Podemos al servicio de la más torpe práctica opositora. De comprar el libro de estilo popular: decir no –sistemáticamente- a todo lo que proponga el adversario político. No es la cultura del PSOE ni de otros partidos que han hecho algún alarde de sensatez durante cuatro décadas; el Partido Nacionalista Vasco, por ejemplo. En marzo, Pablo Iglesias temió conformar una oposición constructiva y valiente que arrancara acuerdos de gobernabilidad. Le asustó que su cuerpo electoral –esencialmente, antiguos votantes socialistas- no distinguiera sus méritos y deméritos. Qué sabrán ellos.

El no es no en podemita bebe de la misma fuente de la “pureza ideológica”, la “coherencia” y la “dignidad” en la que se hidrataba Pedro Sánchez antes de mirarse al espejo. Pablo Iglesias la espolvoreó con cal viva y convocó a los españoles a las urnas. Prefirió votar con el Partido Popular para no echar al  Partido Popular. Porque no quería un gobierno “de derechas” dejó a la derechona en La Moncloa.

Nada obligaba a Pablo Iglesias votar el pacto PSOE-Ciudadanos. Pudo abstenerse con IU y los partidos catalanistas (88). PSOE, Ciudadanos, PNV y Coalición Canaria (137) hubiesen investido a Pedro Sánchez frente al PP (123). Pero Iglesias, como le ocurre a muchos dirigentes y militantes socialistas, no discernió abstención y apoyo. Ante oposición determinante apostó por el sorpasso. Y perdió.

Lo que Pablo Iglesias no hizo en Marzo fue echar al Partido Popular de La Moncloa. Ahora, de perfil, elude ser responsable del 26J como maldice que no haya 18D por culpa de los socialistas. Parece que no le consta que Rajoy es más fuerte que seis meses atrás.


La ciudadanía debe temer -teme- esa política. Iglesias reclama radicalización y tono bronco como hecho diferencial frente al establishment. Sueña una Legislatura de zancadillas al PSOE y boicot a la Oposición. Escenificar quién “oposita más grande” es tentador, pero pernicioso para los ciudadanos. Si algo han enseñado las urnas estos cuarenta años de democracia, es que no premian y castigan a los partidos per se. Aprueban y suspenden, suspenden y aprueban, sus acciones y sus consecuencias. Inaugurar la temporada alta del no es no le costó a Podemos un millón de votos, incluso fagocitando a la moribunda Izquierda Unida. Pensar en votos y no en quien los deposita en la urna puede incrementar la factura. Comienza la XII Legislatura. Errejón medita

sábado, 22 de octubre de 2016

Yo tampoco voté al PSOE para que gobierne el PP

Yo tampoco voté al PSOE para que gobierne el PP, es cierto. El problema es que los que votaron al PP para que no gobierne el PSOE sumaron dos millones y medio más de votos (PP: 7.906.185, PSOE: 5.424.709). Y que casi seis millones de votantes de izquierda (Podemos y confluencias. ERC y Bildu) no creyeron que Pedro Sánchez mereciera ganar las elecciones, por lo que apostaron por otros partidos. Y que la suma de votos de izquierdas (incluyendo a ERC), se quedan a un millón de votos por debajo de la suma de derechas.

Por otro lado es falso que haya una alternativa de izquierdas. Ni PNV ni Convergencia son partidos de izquierda, y sin sus votos no habría gobierno alternativo posible (pudo haberlo tras las elecciones del 20D, con su abstención, pero Pedro Sánchez no había descubierto aún la izquierda en aquella época y se declaraba "centrista de toda la vida" para reclamar apoyo al pacto-trampa de Albert Rivera).
Un pacto con ERC y CDC hoy es imposible porque el "proceso de desconexión" sería un permanente chantaje a la estabilidad gubernamental. Y además, contendría un elevado componente de hipocresía sumar a la derecha catalana de Pujol y Mas y llamarlo "acuerdo contra la corrupción o los recortes del PP". Juzgados y hemerotecas lo corroboran.
La alternativa de convocar terceras elecciones es, pues, la salida de quien no quieren admitir que no se han ganado las elecciones. Y quien no acepta los resultados, no puede dar lecciones de democracia a nadie. La hipocresía no es buena receta para ganar credibilidad. Y, mucho menos, votos.
[Así que, por favor, mañana, dejemos la impostura y aceptemos la vuelta a la cordura. Y por supuesto, iniciemos ya de una vez el debate de por qué el PSOE no es hoy un partido de gobierno. Y esto, desde luego, no es solo culpa de Pedro Sánchez.]

jueves, 13 de octubre de 2016

¿Indecentes o responsables?




Se suceden en los últimos días gruesas acusaciones -de indecencia, entre otras- contra los que nos manifestamos abiertamente a favor de la abstención en la investidura de Mariano Rajoy, y de que el Partido Popular conforme el próximo Gobierno. Duele especialmente, cuando estas provienen, además, no ya de compañeros, sino de amigos. Forma parte ya de la sentencia en 140 caracteres, la mayoría de las veces ausente de análisis, que se impone y empobrece el debate político.

Los que defendemos la abstención somos los mismos que hubiésemos apoyado sin dudarlo un gran Pacto de Gobierno entre PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos. Suscribimos el Manifiesto por un Gobierno de Progreso promovido por destacadas personalidades de la política (muchos de ellos del PSOE), el sindicalismo, del Arte y de la Cultura, en general. Muchos, incluso apoyamos un acuerdo con Podemos, Izquierda Unida y los partidos nacionalista e independentistas tras las elecciones de Diciembre pasado. Un pacto que, sin embargo, es hoy imposible. Una vez iniciado el llamado ‘proceso de desconexión’ por el Parlamento de Catalunya, un acuerdo con el partido de Artur Mas y Jordi Pujol -que como todo el mundo sabe es un referente (por competencia) frente al inmoral y corrupto PP- y con Esquerra Republicana de Catalunya es a todas luces imposible, en tanto en cuanto el Gobierno de la Nación, sea del signo que sea, e incluso compartiendo simpatías con la causa independentista, está obligado a recurrir e impedir, pues es un proceso -nos guste más o menos- fuera de la Ley. Si alguien afirma que sería posible dar estabilidad a un Gobierno sustentado por partidos condenados a enfrentarse en un futuro cercano, o ha perdido el concepto de la realidad política, o sencillamente miente. Ergo, hipócrita. O irresponsable.



Promover un pacto condenado al fracaso en pocos meses, y que devendría elecciones sí o sí por dicho fracaso, sería dar alas a un Partido Popular que se sometería a las urnas, con toda su corrupción y su indecencia, con la campaña electoral regalada por los fracasados supuestos salvadores de España. Acabarían siendo estos los verdaderos responsables de poner el futuro inmediato de los españoles en manos de la derecha reaccionaria ‘popular’ y de la ultraderecha económica que encarna el partido de Albert Rivera. De la supuesta pureza ideológica y moral surgiría el fortalecimiento indubitado del demonio al que hoy se acusa injustamente a los socialistas de proteger.


Los que defendemos la abstención sentimos el mismo asco que ellos. Se nos revuelven todas las tripas de saber que el Partido Popular, sustentado por ocho millones de votos y una sólida mayoría minoritaria en el Parlamento -y con nuestra dolorosa, sí, abstención-, va a seguir al frente del Gobierno. Pero también defendemos la gran oportunidad de poder administrar, tal vez por primera vez, un Congreso con capacidad de frenar las ínfulas autoritarias de la derecha azul, y el neoliberalismo salvaje de la naranja. Es nuestra forma de entender la decencia y el compromiso político ante un enemigo que, tristemente, concita más apoyo electoral que cada uno de los partidos que nos enfrentamos a ellos en las urnas. Entendemos que es una irresponsabilidad ofrecer al PP, ya sea en diciembre o lo sea dentro un año, siquiera la posibilidad de aumentar su mayoría y un Gobierno libre de la pesada carga de la Oposición a la que hoy se enfrenta.

Así que donde unos ven indecencia o dejación ideológica, otros vemos responsabilidad y compromiso con nuestros ideales, que también son de izquierda. Los hechos y las circunstancias son los que son, y la verdadera grandeza de la Política está en conocerlos, asumirlos y administrarlos con la mejor estrategia para la defensa de la ciudadanía. Podremos estar equivocados, como pensamos que los equivocados son otros, pero poner en duda la decencia de nuestros argumentos solo puede ser fruto de la mala fe o de la hipocresía. O de la irresponsabilidad.

martes, 11 de octubre de 2016

Violenta agresión a Nico Ferrando en su domicilio: “MARICÓN DE MIERDA, NO VAS A COBRAR NI UN DURO”

Nico Ferrando, el agente de Seguros que denunció acoso homofóbico en una agencia de SantaLucía Seguros, herido leve tras sufrir una agresión de carácter homofóbico en su domicilio de Madrid.

José Nicolás Ferrando, el joven agente de seguros que denunció haber sido despedido de forma improcedente de una agencia de la compañía SantaLucía Seguros tras haber sufrido una serie de episodios de carácter homofóbico, resultó herido leve este lunes tras ser agredido con un objeto punzante en su domicilio en el Barrio de Las Letras de Madrid. Según la denuncia presentada, un desconocido le produjo una herida en la cabeza tras gritarle “Maricón de mierda, no vas a cobrar ni un duro”, y le robó únicamente el teléfono móvil, dejando la cartera y el dinero que llevaba también encima.  

En la denuncia presentada ante la Policía, Ferrando relata que los hechos tuvieron lugar poco después de la medianoche del pasado domingo, cuando al acceder al portal de su domicilio en el Barrio de Las Letras de Madrid, un desconocido que se encontraba ya dentro, le abordó por detrás y le golpeó con un objeto punzante causándole una herida en la cabeza de consideración leve que tuvo que ser atendida por los servicios de urgencias de la Comunidad de Madrid a instancias de los agentes que Policía que se personaron en el lugar.

El agresor, que solo se llevó el teléfono móvil de la víctima, huyó al hacer acto de presencia Carlos, pareja del joven agente de seguros, alertado por los gritos de este, ya que en ese momento, y afortunadamente, se encontraba en el domicilio que ambos comparten en la planta baja del edificio en el que tuvo lugar la agresión.

El caso de Nico Ferrando por el despido y el presunto acoso homofóbico se encuentra pendiente de juicio, que tendrá lugar en febrero de 2017, tras haber sido suspendido dos veces como consecuencia de la estrategia de defensa llevada a cabo por la representación legal de la agencia de SantaLucía Seguros.

Cabe recordar que Nico Ferrando publicó recientemente el libro Homofobia Seguros, un mundo sin protección, en cuya presentación estuvo acompañado por el presidente de Movimiento contra la Intolerancia, Esteban Ibarra, Rubén Lodi, responsable del Observatorio Madrileño contra la violencia LGTBfóbica, y por el dirigente socialista Antonio Miguel Carmona. En el libro, prologado por Boti García Rodrigo, ex presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), Ferrando relata cómo fue acosado laboralmente por su condición homosexual, y despedido después de haber denunciado una serie de presuntas irregularidades y fraudes a los clientes de la compañía de seguros.

Tras presentar una demanda reclamando la improcedencia del despido y el acoso que el joven agente asegura haber sufrido en el seno de la compañía, SantaLucía Seguros respondió interponiendo una querella criminal contra Ferrando, en la que se acusaba a este de ser el verdadero autor de las irregularidades que había denunciado tanto a la dirección de la aseguradora como a la Dirección General de Seguros. Como consecuencia de esta querella, el juez que instruye la causa laboral del despido, decidió dejar en suspenso el juicio hasta que se resolviera la parte penal, en tanto que si Nico Ferrando resultaba hallado culpable, el despido sería procedente, y sus denuncias del agente habrían formado parte de una "estrategia defensiva". Si por el contrario, la investigación penal no hallaba motivos para culpar a Ferrando, la improcedencia del despido quedaría acreditada. 

Lo cierto es que tras la instrucción, el juez de lo penal decidió sobreseer la querella y rechazar las acusaciones de SantaLucía contra el joven agente, al no encontrar siquiera indicios de su participación en unas irregularidades que, como se ha precisado anteriormente, fue el propio Ferrando quien puso en conocimiento de las autoridades pertinentes. Si, como parece plausible tras tal sobreseimiento, el despido de Nico Ferrando es declarado improcedente, y dado el tiempo transcurrido desde que tuvo lugar, la indemnización y los salarios de tramitación podrán sumar una cantidad superior a los cien mil euros.

Aparte tendría que valorarse el presunto acoso laboral de carácter homofóbico denunciado por Ferrando y recogido con detalle en su libro Homofobia Seguros, un mundo sin protección. En el mismo, el autor asegura que fue víctima de constantes burlas e insultos por parte de su superior en la agencia de SantaLucía Seguros, el cual, según su relato, llegó a definirle como la “vedette de la compañía”, calificar su vestimenta de “poco viril” y gritarle en presencia de testigos “maricón de mierda”.

Las mismas palabras que utilizó el agresor que el pasado domingo esperó en el interior de su portal a Nico Ferrando, al que golpeó e hirió en la cabeza. “Maricón de mierda, no vas a cobrar ni un duro”, fue lo que le dijo antes de huir con el teléfono móvil de la víctima, único botín tras el asalto, ya que no se llevó ni la cartera ni el dinero que también llevaba encima.

Según consta en la denuncia presentada ante la Policía Nacional, Ferrando no tuvo ocasión de identificar a su atacante antes de que este huyera, pues el portal se encontraba a oscuras en el momento de la agresión. Preguntado por Ciudadano Pan, el joven agente de seguros manifiesta no tener ni idea de quién pudo ser el agresor o si este actuaba por iniciativa propia o al dictado de terceras personas. El propio Ferrando recuerda que en el entorno de su domicilio, muy cercano al barrio de Chueca, se han producido decenas de agresiones de carácter homofóbico en los últimos meses, y que desde que se hizo público su caso y se presentó su libro, ha aparecido en diferentes medios de comunicación apoyado por el colectivo LGTBI, por lo que no descarta, entre otras posibilidades, que la agresión haya podido ser efectuada por algún “desequilibrado homófobo y violento” que decidiera haber tomado cartas en el asunto para atemorizarle y callar sus denuncias y reivindicaciones.

De lo que  Nico Ferrando no tiene ninguna duda, es que el agresor estaba esperándole y sabía a quién iba a atacar, pues no se entendería entonces la frase “maricón de mierda, no vas a cobrar un duro” que este le dirigió al tiempo que le producía la herida en la cabeza por la que tuvo que ser atendido.

lunes, 3 de octubre de 2016

Chantaje a Felipe VI, la estrategia del PP

Publicado en Diario 16, El Socialista Digital y Liverdades

Exigir el apoyo sin condiciones del Partido Socialista a cambio de "aceptar" una eventual abstención de sus diputados -según se desprende del órdago lanzado por Mariano Rajoy el pasado domingo a través del diario El Mundo- esconde un acto de chantaje al Jefe del Estado, cuyas atribuciones constitucionales no pasan de valorar las posibilidades de cada candidato para ser investido y hacer una propuesta al Congreso de los Diputados en función de dicha valoración. Si fuera ese el caso, el PSOE no estaría, ni antes ni ahora, apoyando al Partido Popular, sino anunciando al Rey la abstención de su Grupo Parlamentario, lo que permitiría la investidura con una mayoría de síes frente a noes. Es más, el PSOE no estaría siquiera obligado a comunicar su decisión al Partido Popular, y muchos menos a “negociarla”, ya que el único destinatario de dicha información, a los efectos oportunos, es Felipe VI. Asimismo, la función del Rey debe limitarse a verificar si el candidato suma los síes suficientes para ser investido, y, en consecuencia, hacer la correspondiente propuesta a la Presidenta del Congreso.
Pretender del Rey que tenga en cuenta, además, las posibilidades del candidato para sacar adelante o no su programa político y sus proyectos de Ley, que contemple las debilidades que deberá sortear el Gobierno en su mandato, y que por ello llegara a aceptar una negativa de Rajoy a ser propuesto, excedería sobremanera las funciones del monarca, que no puede decidir en función de los acuerdos o controversias que puedan darse en el Parlamento. Rajoy estaría cometiendo un fraude constitucional y haciendo cómplice al Jefe del Estado, al reclamar de este una intervención directa sobre competencias que son exclusivas de Las Cortes. El Presidente en funciones no puede chantajear al Rey –y con él, a todos los españoles- pidiendo poco menos que ordene a los diputados socialistas integrarse en el Grupo Popular a cambio de desbloquear la gobernabilidad del país y aceptar su designación como candidato para evitar las terceras elecciones.
Con el globo sonda lanzado por su partido, Rajoy acusa el primer golpe de verse presidiendo un Gobierno sometido a un Parlamento en el que la Oposición supera en número de diputados al Partido Popular, que podrá enmendar y hasta rechazar sus leyes. Un obstáculo que el Presidente en funciones pensaba sorteado con el pueril No es no defendido por Pedro Sánchez y su equipo, que avocaba indefectiblemente a una nueva cita con las urnas, en la que -así lo vaticinan los primeros sondeos publicados- el PP aumentaría sus diputados, acercándose, con o –incluso- sin el apoyo de su socio ideológico Ciudadanos, a la mayoría absoluta.
Si, como ahora parece posible, el PSOE optara por aceptar el fatídico resultado electoral obtenido por Pedro Sánchez, por la izquierda en general, y facilitar mediante la abstención que Mariano Rajoy –u otro candidato popular- sea investido Presidente con los apoyos de su partido y de Ciudadanos, cuando el líder popular acuda a La Zarzuela escuchará del Rey que ha constatado que el candidato del PP está en condiciones de ser investido y puede darse por comenzada la XII Legislatura.
Si por el contrario, Felipe VI aceptara el chantaje y decidiera no encomendar la investidura al candidato popular, estaría participando en la estrategia política del partido ganador de las elecciones generales, y excediendo, hay que insistir, las atribuciones que le otorga la Carta Magna. Si Rajoy rechazara el encargo real, la única salida del monarca sería pedir del PP un nuevo candidato que administre la mayoría parlamentaria de la que dispone, antes que aceptar sin más una nueva disolución de las cámaras legislativas.
El Gobierno resultante tendrá que presentar sus proyectos de Ley de Presupuestos Generales y otros, y admitir que los grupos parlamentarios podrán aprobarlos, enmendarlos o rechazarlos. Porque así es la configuración de Las Cortes que han decidido los españoles para esta Legislatura. Será difícil para un partido poco acostumbrado por sus propios orígenes a prácticas democráticas, pero así son las cosas. Son las reglas del sistema establecido por la Constitución, y, mal que le pese, les son también de aplicación al Partido Popular.
El PP parece dispuesto, empero, a secuestrar el Gobierno y el Parlamento hasta que las condiciones le sean más favorables. Evitarlo está en manos de Felipe VI, del que se espera que no acepte semejante chantaje antidemocrático.

El PSOE entre el enfado superable y el letal desagradecimiento

Publicado en El Socialista Digital y Liverdades


El Comité Federal del PSOE debe decidir  qué consecuencias prefiere asumir por la posición que defienda ante la investidura de Mariano Rajoy, o cualquier otro candidato del Partido Popular. Opinión pública y gran parte de la militancia decepcionada, incluso enfurecida, o electorado desagradecido.

Es fácil concluir que la abstención -que no es apoyo, lo diga Agamenón o su porquero- para que una mayoría de síes revaliden al PP al frente del Gobierno, disgustará a muchas personas. No son pocos los que seguirán argumentando, y con razón, que no votaron al PSOE para que gobierne el PP, pero hasta estos tienen que admitir que no fueron suficientes para evitarlo sin más. Aún así, el PSOE dispondrá de hasta cuatro años (y ojalá sea posible en menos tiempo) para ejercer una Oposición determinante, con capacidad de bloqueo y de proponer leyes que beneficien a la ciudadanía y sean aprobadas por el Parlamento, incluso con el voto en contra del Gobierno y del Partido Popular y la derecha aliada de Ciudadanos. Cuando los españoles regresen a las urnas, podrán decidir si han perdonado al Partido Socialista, si su labor parlamentaria ha sido útil y si merece una mayoría de votos que le permita suceder a la derecha en La Moncloa. No sería la primera vez, que le pregunten al Presidente Zapatero.

Sin embargo, si el PSOE opta por mantener el No es no y provocar la convocatoria de unas terceras elecciones, puede ir olvidándose de que el electorado reconozca o agradezca haberse mantenido en tan pueril postura. No hay ningún sondeo que se haya publicado que apunte, siquiera, a una leve recuperación del apoyo electoral. Al contrario, todos los indicadores sitúan al Partido Popular al borde de una cómoda mayoría de derechas que, sustentada en el apoyo de Ciudadanos, sería entre absoluta y muy absoluta. Ni las tramas gúrteles, los pitufeos, los bárcenas o las barberás parecen lastrar las expectativas de voto del PP como lo hace la actual indefinición del PSOE.

Es más, todos los sondeos apuntan también a que Podemos lograría el temido sorpasso, y mucho más tras el lamentable espectáculo ofrecido por la guerra -retransmitida en directo- entre la agónica ex Comisión Ejecutiva dirigida por Pedro Sánchez y el propio Comité Federal. El PSOE se enfrenta de manera indubitadamente cierta a la pasokización y a la irrelevancia parlamentaria. Además, con muchas posibilidades de que esta no tenga marcha atrás.

Así que parece llegado el amargo momento de enfrentar la realidad con valentía y empezar a pronunciar, sin más ridículos eufemismos ni vergonzantes circunloquios la palabra maldita: abstención.

Ejercer una Oposición a la altura del partido de izquierdas que se espera del PSOE, y lograr en el Congreso mayorías frente al Gobierno del PP que redunden en beneficio de los españoles dará al todavía primer partido de la izquierda la oportunidad de recuperarse y volver a ser una opción de Gobierno. Mantenerse en el oportunista discurso de los “principios socialistas” para impedir que gobierne el partido que ha ganado las elecciones,  y acudir a las urnas con un más que previsible resultado catastrófico dejarán todos los principios en mero enunciado, y, con mucha probabilidad, será el principio -y este sí que muy real- del fin del PSOE.


Abandónese, pues, la cobardía para enfrentar esta cruda realidad. Siempre será mejor el enfado que el desagradecimiento de los electores. También de la militancia.