Publicado en Irispress Magazine
Defiende el maestro Eduardo Sotillos que “ni al más genial
estratega del PP se le hubiera ocurrido la idea de que Podemos anunciara su
intención de presentar una imposible moción de censura. Ya no hay hueco para
abrir los telediarios con la CORRUPPCIÓN, y sí para mostrar el enfrentamiento
de la izquierda. Entre sí e internamente.”
Porque de eso va el paso dado por los diputados del grupo Unidos
Podemos –resuelta la muerte de Izquierda Unida- al proponer una Moción de
Censura abocada al fracaso desde su anuncio. Pablo Iglesias, Monereo
mediante, teme más la recuperación del PSOE que la continuidad de Mariano Rajoy
en La Moncloa. Sabe que Ciudadanos nunca apoyará una moción de censura promovida
por la formación morada. Igual que sabía y sabe, pues pocos minutos han tardado
los diputados de ERC en manifestarlo, que los independentistas no apoyarán un
cambio de Gobierno que no lleve aparejado la celebración del referéndum
secesionista e ilegal en Cataluña.
Brindis al sol de Podemos, que busca violentar el debate
congresual del PSOE con una maniobra imposible, solo unas
horas después de que Pedro Sánchez regalara a Rajoy la conveniencia de
responder por la corrupción del PP en el plácido Pleno del Congreso, en vez de ser interrogado bajo juramento en una Comisión de
Investigación mucho más peligrosa para sus intereses políticos y personales. Sánchez
tiene esas cosas, le va lo pomposo más que lo útil.
Parece que
Podemos esté marcando el camino de Rajoy a su enésima escapada. A partir del próximo
miércoles, el Presidente del Gobierno tendrá en su mano la capacidad de
disolver Las Cortes Generales y convocar nuevas elecciones sin necesidad de
consultar con nadie. La convocatoria no podrá producirse si Podemos registra la
Moción de Censura en los próximos cinco días. Si no es así, la propia espada de Damocles de la posible moción, la división de la izquierda,
el quiebro que la convocatoria supondría al Congreso aún sin celebrar del PSOE, y el desafío soberanista, son elementos
propicios para la disolución de las Cámaras. Evitarían a Rajoy someterse a la
Comisión de Investigación, y pondría en manos del electorado la renovación de la confianza mayoritaria en el Partido Popular, como indican todos los
sondeos, a pesar de la que está cayendo sobre los charranes de la calle Génova. Que, por cierto, es exactamente la misma que hace un año, pero con un mísero encarcelado más.
El sorpasso al
PSOE, aunque condene a los españoles a más y más fuerte PP, es excesivamente
tentador para Pablo Iglesias, cuya desmedida ambición política no contempla gobernar
este país. En Ciudadanos sonríen.
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