Publicado en IrisPress Magazine.
El plan de Pedro Sánchez para
erigirse de nuevo en líder de la Oposición se ha topado -otra vez- con la cruda
realidad. El resucitado secretario
general del PSOE creía haber encontrado la fórmula infalible para adquirir
protagonismo en un Parlamento del que no forma parte. Convocar a los líderes de
Podemos y de Ciudadanos para poner fin, ya, al rajoyato: "¿Podemos llegar hasta La Moncloa juntos? No lo sé,
pero lo importante es que hagamos ese camino juntos, que empecemos a caminar y
ese camino se hace andando".
Sánchez da muestra de no haber
seguido con atención la Moción de Censura que se debatió y fue tumbada con la abstención
del PSOE la semana pasada. El análisis de la degradada situación política quedó
recogido en el Diario de Sesiones tras la solvente intervención, en su ausencia,
de la nueva estrella del firmamento parlamentario español, la podemita Irene Montero.
La aritmética imposible, exactamente la misma que cuando los diputados
socialistas decidieron -dando pie a la impostada y exitosa rebelión de las bases- desbloquear la XII Legislatura y permitir
que esta arrancara, fue recordada con incisiva eficacia por el líder de
Ciudadanos, el gran vencedor del debate. Con sus 32 diputados, Rivera posee la
llave que Sánchez necesita para sentarse en La Moncloa sin correr el riesgo de volver a pasar por las urnas.
Defendió sin rubor ni turbación su no a la Moción de Censura, y reclamó que continúe la
Legislatura. Si no tienen ustedes una propuesta mejor, vino a decir, no
molesten. Estamos legislando.
Con
la misma crudeza se ha expresado este martes, después de que Sánchez reclame un
puesto preferente entre los Portavoces del Congreso, una condición que no le es
propia. Ciudadanos no decidirá si se sienta en la mesa de Sánchez hasta que reciba una solicitud formal, pero adelanta
que no participará en una nueva moción de censura contra Rajoy, y que tampoco habrá acuerdos con PSOE y Podemos para derogar su obra legislativa. "El no es no ya pasó", ha resumido
Rivera, quien ha puesto algo de hiriente luz sobre la realidad que Sánchez
parece seguir sin entender. “Algunos han dejado su escaño, han renunciado por
tácticas internas y no están en el Parlamento”, ha recordado. “No es nuestra
culpa”, ha sentenciado.
Lo
que no parece difícil de deducir es que si Sánchez quiere presidir la que ha
denominado “mesa de trabajo”, lo hará en ausencia del líder de Ciudadanos,
quien previsiblemente delegaría su participación en otro diputado y la
rebajaría a una mera presencia de cortesía. En la práctica, una bofetada al
perfil que Sánchez busca para una estrategia que se ha disuelto como un
azucarillo antes de nacer.
Sánchez
vive un extravagante dèjá vu que le sitúa
en una falsa segunda oportunidad de su estrambótica y fallida Investidura de
hace 16 meses, olvidando que en marzo del pasado año pudo haber sido Presidente
de un gobierno de coalición con Podemos y contando con la abstención de las hoy
imprescindibles fuerzas soberanistas. La aritmética del 20D hubiese ofrecido al
PSOE la oportunidad de capitanear una legislatura corta, capaz de haber sumado
mayorías absolutas para derogar las leyes más perniciosas del PP, evidenciar lo
saludable de alejar a los charranes, y
poner fin a la degradación de las instituciones públicas. Sánchez podría haber convocado
nuevas elecciones con un currículo muy diferente al que hoy exhibe como líder de
un PSOE roto por la mitad, (máxime tras haber ejecutado sin piedad y con
precisión milimétrica su ansiado ajuste
de cuentas).
Autoexcluido
Ciudadanos de la ruta Sánchez, a este
sólo le queda aspirar que a la de Podemos, aún sin confirmar, se sume la
presencia de Joan Tardá y Gabriel Rufián, así como de los abstencionistas del
PdeCAT y PNV, si no quiere encontrarse presidiendo una humillante mesa de actores
secundarios en la que el único líder
sea él.
Podemos
ya ha advertido al secretario general del PSOE sus condiciones para explorar
alternativas a la sólida mayoría del PP y Ciudadanos. “La votación del CETA o el techo de gasto van a ser un examen para todos”, ha deslizado
ya Pablo Echenique, número dos de Podemos, quien ha vuelto a proponer que los socialistas apoyen una
nueva Moción de Censura “antes de Navidad”. El techo de gasto es todo un dardo
envenenado, ya que su bloqueo pondría en una difícil situación a las comunidades
y ayuntamientos gobernados por socialistas.
Dicho
de otra forma, tras el innegable éxito que tanto para Podemos como para
Ciudadanos ha supuesto la moción de Censura, la pretensión de Sánchez de erigirse
en Jefe de la Oposición sin escaño en el Congreso, no pasa de ser la estrategia
de un iluso tan ensimismado como para haber creído que el resto de partidos le
iban a dar la más mínima oportunidad de empoderarse en una plaza para la que
hay otros aspirantes que sí se sientan en la Cámara Baja.
Siempre
le quedará dar un paso adelante al borde del precipicio y tratar de llegar a La
Moncloa pactando con ERC, PdeCAt y PNV el “estado plurinacional”. Una vez desarmados los cuadros intermedios del
PSOE, sólo tiene que “pedir permiso” a la militancia socialista. Si optara por
ese camino, podría toparse con la rebelión de sus propios diputados, a que los difícilmente
podría exigir disciplina de voto tras situar a Margarita Robles como jefa del
Grupo Parlamentario. O, mucho peor, verse en la obligada situación de ser él
quien disuelva Las Cortes y convoque elecciones anticipadas, tras haber
fracasado como Presidente ante las evidentes e imposibles exigencias que cabe
esperar de los soberanistas para no bloquear la acción de su Gobierno.
El Independiente informaba ayer que, en esta tesitura, “en el PSOE prefieren un
adelanto electoral después de que las encuestas arrojen datos favorables”.
La ironía reside en que el único que hoy tiene potestad para dicho adelanto es Mariano
Rajoy, quien, con toda seguridad, seguirá la recomendación de los socialistas,
y solo optará por disolver cuando las encuestas sean favorables… para el PP. El
Presidente del Gobierno dispone de tres largos años y de una sólida mayoría
parlamentaria -como ha demostrado sacando adelante los Presupuestos Generales
del Estado y sorteando sin más que unos leves rasguños la primera Moción de
Censura de Podemos- para elegir con paciencia y acierto el mejor momento de
convocar a los españoles a nuevas elecciones. Y no lo será para Pedro Sánchez.