Capítulo extraído del libro El PSOE
en su laberinto
de la periodista
Ainara Guezuraga
Así pues, la regla de la
utilización de la fuerza es la siguiente: si
tus fuerzas son diez veces superiores a las del adversario,
rodéalo; si son cinco veces superiores, atácalo; si son dos veces
superiores, divídelo.
tus fuerzas son diez veces superiores a las del adversario,
rodéalo; si son cinco veces superiores, atácalo; si son dos veces
superiores, divídelo.
Sun Tzu, El arte de la guerra
El PSOE en su laberinto, Ainara Guezuraga Temas de Hoy, Planeta, 2017 |
Son las
ocho y diez de la mañana, es sábado y
hay poco movimiento en la calle Ferraz. Por el garaje
del número 70 entra deprisa un coche gris de la marca Citroën, En el asiento
trasero va la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, una de las más
madrugadoras. Aún faltan dos horas para que comience el Comité Federal.
El PSOE no ha solicitado a la Delegación del Gobierno un
cordón policial en la entrada, lo que permite que los primeros manifestantes
comiencen a concentrarse en la puerta.
El Comité Federal lo
componen menos de trescientos dirigentes de toda España. Algunos de ellos están
oyendo por la radio que ya hay protestas. Entre los primeros que llegan a pie
están el diputado vasco Eduardo Madina y el ex presidente de Castilla-La
Mancha, José María Barreda. Pasan como pueden, entre gritos de:
-
¡Fascistas! ¡Iros a Génova!
¡Golpistas!
Son los mismos insultos que escuchan todos los que no
comulgan con Pedro Sánchez. A continuación, llega el presidente de Extremadura,
Guillermo Fernández Vara, que atiende, entre el ruido de los que vociferan, a
los periodistas que ya están apostados allí:
-
Me decía esta mañana un
señor, en el sitio donde he desayunado, que seamos conscientes de lo importante
que es el PSOE para este país y que no lo olvidemos nunca. Espero que esta
mañana tampoco.
Los presidentes autonómicos del PSOE, los primeros espadas,
son los más conocidos y, por tanto, los que más sufren a los que increpan. El
de Aragón, Javier Lambán, llega a la puerta entre más insultos:
-
¡Casta! ¡Traidores! ¡No es
no!
Él
responde tranquilo a las preguntas de la prensa:
- Señor
Lambán, ¿el PSOE se va a recuperar?
- Sí,
claro.
- Anoche
dijo Pedro Sánchez que, si hoy se vota a favor de la abstención en la
investidura de Rajoy, él dimite.
-Hoy no se
vota eso.
Solo la balear Francina Armengol apoya a Sánchez y entra sin
dirigirse a los medios de comunicación.
Mientras unos sufren los improperios y tienen que ser
protegidos por la seguridad del partido, otros llegan entre aplausos, como el
líder de los socialistas catalanes, Mique1 Iceta, afín a Sánchez.
-
Votaré sí a lo que proponga
la Ejecutiva.
Los manifestantes están bien organizados, hay unos en
concreto que hacen de «guías» y señalan al resto quiénes son los pedristas:
- ¿Este que viene de quién es? -preguntan cuando desconocen
dónde situar a los dirigentes que llegan.
- El que
viene es de los nuestros, a este no les digáis nada, no le abucheéis.
Patxi
López, que aún respalda al secretario general, aunque no comparte su hoja de
ruta, llama a dialogar ya estar serenos. El vasco parafrasea a Susana Díaz con
un «hace falta "unir y coser"».
Cuando, alrededor de las nueve de la mañana, llega Pedro
Sánchez, hay empujones para grabar la imagen de su coche oficial girando a la
derecha para entrar en el garaje de la sede. Son solo unos segundos y, a pesar
de que cuesta verlo a través del cristal, los periodistas que están en primera
fila resaltan que su gesto es compungido.
Cada vez hay más barullo en la calle Ferraz y la policía
decide que es el momento, por seguridad, de cortar el tráfico.
El equipo de Comunicación del PSOE ha convocado la noche
anterior a los medios gráficos para que, corno siempre, puedan grabar unos
planos al inicio de la reunión. Pero el gabinete de prensa acaba de cambiar de
opinión e informa de que hoy no se va a permitir el acceso a los cámaras ni a
los redactores. Desde fuera, los periodistas tampoco consiguen intuir lo que
está pasando dentro porque de madrugada alguien de Ferraz ha puesto unas pegatinas
en las puertas de cristal, de arriba abajo. El PSOE se blinda, o lo intenta.
Hay un resquicio que las televisiones aprovechan: desde los pisos de un
edificio de una calle contigua, las cámaras logran grabar a los socialistas en
la terraza de la sede nacional, donde algunos salen a fumar y otros simplemente
a charlar.
Desde esa ubicación llegan las primeras imágenes. La sorpresa
es que quien está ahí es Susana Díaz con Miquel Iceta, hablando, sentados en
los taburetes altos de ese espacio al aire libre.
Maritcha Ruiz Mateos se encuentra en ese momento de pie en su
despacho. Está siguiendo atentamente los programas especiales que están
retransmitiendo algunas cadenas. Pierde los nervios cuando ve que en el
programa Al Rojo Vivo el presentador, Antonio García Ferreras, anuncia
esos primeros planos en exclusiva. La directora de Comunicación no tiene el
control sobre esas grabaciones yeso la exaspera. Los trabajadores que se
encuentran en la oficina de prensa la oyen que llega a decir que hay que cortar
la emisión de La Sexta, una idea del todo descabellada y que da cuenta del
estado de ansiedad en el que vive desde hace días.
Cuando faltan pocos minutos para las diez, la hora prevista
de inicio del Comité Federal, la sala Ramón Rubial, la más grande de la sede y
donde siempre se celebra esta reunión, está a rebosar -hoy hay más miembros que
nunca-o Se nota que los «dos bandos» han llamado a rebato por si hay que votar.
De momento, todos están tranquilos. La mayoría sigue de pie
formando corrillos y se les ve serios. Nadie sabe a esta hora cómo va a
terminar el día.
Pedro hace su entrada a las diez y media. Los que no han
dimitido de la Ejecutiva van tomando asiento -están situados en una tarima
elevada frente al resto-. Como quedan menos de la mitad de sus miembros,
han retirado una de las bancadas para que no se visualicen esos asientos
vacíos.
Sánchez y Luena comentan algo al oído; se tapan la boca con
la mano para que nadie pueda leer sus labios. Fuera, en la calle, sigue el
ruido incesante: son decenas de manifestantes y se va sumando más gente. En las
redes sociales reconocen entre ellos a un habitual de Podemos y a un ex alcalde
del PP de un pueblo de la provincia de Cuenca. El dato sirve a los críticos
para afianzar la idea de que muchos de los que están fuera no son militantes
del PSOE.
Dentro de
la sala están ya todos salvo los tres miembros de la Mesa del Comité Federal,
indispensables para que la reunión arranque. César Luena comunica a los
presentes que esta no se ha constituido y anuncia un receso de entre treinta y
cuarenta minutos. Lo primero que ponen en duda los prosánchez es que la
sevillana Verónica Pérez, afín a Susana Díaz, deba presidir la reunión.
Buena parte de los asistentes se reparte por todos los
rincones de la sede, suben a la cafetería, al hall, a la terraza. Pedro Sánchez se va a su despacho, a la
cuarta planta.
Susana, que, como comenta con ironía otro dirigente
socialista, «hace una media de cien mil llamadas al día», telefoneó el día
anterior a la mayoría de los miembros del Comité Federal para medir sus
fuerzas. La andaluza aprovecha este momento para hablar, por un lado, con
Antonio Hernando y, por otro, con Patxi López. Le pide a Hernando que intente
hacer entrar en razón a Pedro y a López, que negocie un acuerdo con el
asturiano Javier Fernández.
Pero no es posible el entendimiento. Pedro Sánchez no cede y los
críticos tampoco. Las posturas siguen enfrentadas. Se empieza a especular con
la posibilidad de que entre las personas de la máxima confianza de Pedro «hay
fisuras», que algunos son ahora partidarios de pactar con «el otro bando» una
gestora.
-Son intoxicaciones -contesta a la prensa una persona que
sigue leal a
Sánchez.
Sánchez.
Entre los que podrían haber cambiado de bando están Óscar
López, que lo niega, y también Antonio Hernando.
En la calle se reactiva el griterío cada vez que sale
algún dirigente socialista, lejos de calmarse los ánimos entre los
manifestantes con el paso de las horas. La prensa se organiza como puede en
estas condiciones, sin un lugar de trabajo donde siquiera poder cargar los
móviles o los ordenadores. Un redactor de un programa de humor se ha provisto
de un casco y un chaleco antibalas para ir a juego con la situación.
Los de la inmobiliaria de la misma acera de la sede, en
Ferraz, 72, justo al lado, están cocinando una enorme paella para dar de comer
a las decenas de periodistas en una especie de campaña de publicidad
improvisada.
Ya ha pasado el mediodía y todavía, oficialmente, no ha
empezado el Comité Federal. Dentro no se ponen de acuerdo en nada. Sánchez
exige una votación secreta para hacer primarias y un Congreso exprés. Los
críticos sospechan que, como no quiere que se vote, está enfangando.
A la una
menos cuarto empieza por fin el Comité Federal. La Mesa se ha constituido, y
sus tres miembros -ahora sí- están en sus puestos. Pero cuando no han pasado ni
cinco minutos, se anuncia un segundo receso.
-Estamos
hechos trizas -confiesa uno de los socialistas.
En la terraza, Eduardo Madina conversa con Josep Borrell. El
político catalán hace años que no acude a una reunión de este tipo y hoy ha ido
solo para dar su apoyo a Pedro Sánchez. En un rincón charla buena parte de la delegación
vasca y en otro está el presidente de la Comunidad Valenciana con algunos
dirigentes de su federación.
Cuando se reanuda la reunión, Sánchez retorna la palabra para
hacer una oferta:
-La propuesta es que, pese a que diecisiete compañeros y
compañeras dimitieron esta semana, yo estoy dispuesto, desde este lunes, a que
sean readmitidos, a que este Comité Federal no se celebre o termine ahora.
Para los
que han dejado sus cargos este ofrecimiento es una ofensa:
-Pero ¿quién se cree este tipo? Hemos dimitido
voluntariamente, no nos ha echado. ¿Cómo se le ocurre decir que nos readmite?
Ni hablar. Es nuestra dignidad.
La mayor parte de los dimisionarios se encuentran cerca, en
una cafetería de un hotel. Están siguiendo el Comité Federal minuto a minuto,
atentos; son sus compañeros que están dentro los que les van contando cada
novedad. La reunión también se la están radiando en directo, vía mensajes de
móvil, a los ex secretarios generales del PSOE, Felipe González, José Luis
Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba.
La oferta del secretario general «en funciones» reafirma a
los no partidarios de Sánchez en su teoría: si se vota, se va a evidenciar que
el cuestionado líder se ha quedado en minoría, y eso es lo que quiere evitar.
-Lo que está haciendo es una táctica muy vieja de las
asambleas: no quiere que se vote porque sabe que lo tiene perdido -señala un
veterano del partido miembro del Comité Federal.
El presidente de Aragón, Lambán, pierde la paciencia y, a
puerta cerrada, le dice a Sánchez:
-Tú ya no
eres el secretario general del PSOE.
Hay ciento
cincuenta peticiones de palabra, todo un récord, y la Mesa del Comité Federal
también debe ordenar ese debate. De los tres miembros que la componen, dos son prosánchez,
la catalana Nuria Marín, «una convidada de piedra», y Rodolfo Ares. El
curtido político vasco, aunque no la preside, trata de imponer esa mayoría.
Uno de los asistentes se ha fijado en que, durante toda la
mañana, Sánchez y Luena han estado intercambiando gestos con Ares. El veterano
busca en ellos la aprobación o la llamada a boicotear la propuesta de la Mesa,
Cuando la señal que le mandan «sus jefes» es de desaprobación, el vasco se
levanta y se va. La reunión se detiene.
La presidenta de la Mesa, Verónica Pérez, que tiene pocas
tablas, se defiende como puede. Intenta dirigir el cónclave y plantea la posibilidad
de que se vote a mano alzada si se quiere una votación secreta o no. Esto
provoca gritos a favor y en contra, pero ella sigue hablando hasta que, de
pronto, el pedrista Rodolfo Ares le quita el micrófono por la fuerza y
dice que él habla en nombre de la mayoría de la Mesa y que hay que votar lo que
propone Sánchez, un congreso extraordinario.
Ares ha tomado los mandos en este momento e impide que Susana
Díaz hable. Le dice que espere a que le dé la palabra.
La líder
de los socialistas andaluces pide calma:
-Yo solo apelo un minuto a que penséis en el espectáculo
internacional que estamos dando. Y todos
hoy, y yo me incluyo, no estamos a la altura del partido. Tenemos dos opciones:
votar ya y acabar con esto, y otra, suspender el Comité y convocar la Comisión
de Ética y Garantías para que informe.
Empieza el
tercer receso. Son las cuatro de la tarde y Pedro regresa a su despacho. Susana
le vuelve a decir a Hernando que intente hablar con él:
-Antonio, sube otra vez a hablar con Sánchez, te lo pido por favor, que no podemos seguir así, que razone ese hombre.
-Antonio, sube otra vez a hablar con Sánchez, te lo pido por favor, que no podemos seguir así, que razone ese hombre.
-Pero si
ya se l0 he dicho veinte veces, Susana, más no l0 puedo intentar.
No hay
nada que hacer.
En la calle también aumenta la tensión. Hay gritos y se
producen los primeros enfrentamientos físicos. Los manifestantes se encaran con
el jefe de seguridad del PSOE y con el socialista aragonés Simón Casas, que
acaban de salir. Ahora sí, los agentes montan un cordón policial en la puerta.
La mayoría vuelve al interior de la sede y Pepe Blanco
interviene para pedir diálogo y evitar que acaben en los tribunales.
Poco antes
de las seis de la tarde, los afines a Pedro Sánchez empiezan a levantarse y parece que están saliendo por un lateral de la sala, por la
parte de atrás. Al menos eso es lo que creen los críticos:
-¡Que se
van! ¡Se retiran! -es la primera impresión de los detractores.
No tardan en salir de su error. A la derecha de la sala se forma una fila y uno de los partidarios de Susana se acerca curioso. Su sorpresa es enorme cuando descubre que allí detrás hay unas urnas escondidas:
No tardan en salir de su error. A la derecha de la sala se forma una fila y uno de los partidarios de Susana se acerca curioso. Su sorpresa es enorme cuando descubre que allí detrás hay unas urnas escondidas:
-¡Que están votando! ¡Que tienen las urnas ahí! -alerta este
crítico, incrédulo, al resto de los que no apoyan a Sánchez.
Pedro Sánchez ha ordenado esta operación, que tiene como
colaborador necesario a Rodolfo Ares.
El Comité
Federal revienta:
-¡Sinvergüenzas! ¡Que no tenéis vergüenza! ¡Cobardes! -gritan
los críticos a los que esperan para depositar su voto.
La sala se llena de abucheas y muchos se echan las manos a la
cabeza; lo que se está viviendo ahí dentro es una «situación dantesca».
-El que quiera votar, ahí detrás están las urnas -anuncia
Pedro Sánchez, desafiante, levantándose y dirigiéndose hacia la cola.
Hay «barra libre» para votar. Nadie controla las urnas, no
están verificadas, y tampoco lo está el censo. Los críticos denuncian un
pucherazo y algunos pierden los nervios, entre ellos Susana Díaz, que empieza a
llorar.
-¡Que
vamos a romper el partido!
Su secretario de Organización, el andaluz Juan Cornejo, no
para de dar vueltas por la sala.
En otra esquina está el asturiano Javier Fernández, también
con lágrimas en los ojos.
-¡Os estáis cargando el PSOE!
Algunos se asustan cuando ven a este
veterano, referente para muchos, en ese estado de desesperación.
-¡Por favor, que ese hombre está operado dos veces del
corazón y lleva dos stents! ¡Que
vamos que tener que llamar a una ambulancia! -alerta un compañero de la
federación asturiana.
La situación es esperpéntica y hay quien teme que el PSOE
salga de ahí con una escisión.
El manchego Barreda tiene al lado a Borrell, que observa la
situación con la misma perplejidad que la mayoría:
-Pepe, ¿tú esto lo apruebas?
El ex ministro toma la palabra:
-Vamos a ver, compañeros, que se vote, pero no así, que se
haga con las urnas a la vista y que haya interventores controlándolo.
Uno de los asistentes escucha cómo, a continuación, Borrell
se acerca a Sánchez:
-¡Así no,
Pedro, así no!
El presidente de Castilla-La Mancha, García-Page, «desaforado»,
le reprocha a Patxi López lo que están haciendo, y este, que no ha ido a votar,
le contesta:
-Emiliano, tranquilízate. ¿No ves dónde estoy? ¿No ves que
estoy aquí y no allí?
-Si te veo en esa fila, pierdes todo mi respeto -le dice el
manchego al vasco.
Pedro Sánchez sigue en la cola, observando, mientras otros
califican la situación como «dramática». Varios de los suyos, desconcertados,
se acercan a él:
-¿Qué cojones
es esto, Pedro? -le pregunta un destacado dirigente.
-Pedro,
para esto, esto no es el PSOE, para esto ya -es el comentario de otra de las
asistentes afín al líder.
La
presidenta de Baleares está a punto de llorar:
-¿Esto qué
es? -comenta en alto.
Pero Pedro ni se inmuta y los suyos interpretan que es porque
ahí, en la fila, contra la pared, se está dando cuenta de la «barbaridad» que
ha hecho: solo hay veinte personas con él y ni sus partidarios le están
respaldando en esta aventura.
-Se queda
noqueado, en shock -dice una persona de su entorno.
José Antonio Pérez Tapias, de la corriente Izquierda
Socialista, que apoya a Sánchez, aunque en el pasado compitió con él en las
primarias, se marcha, abandona el Comité Federal, y en la calle atiende a la
prensa:
-Se empezó una votación secreta de una manera un tanto
anómala, no se había acordado un procedimiento claro y ahora mismo también se
está hablando de una moción de censura por parte del otro sector. El partido
está roto en este momento.
-Señor
Tapias, ¿sigue siendo Pedro Sánchez secretario general?
-Ni él
mismo lo sabe.
Sánchez
sigue como si nada. Sus detractores no conciben esta frialdad tras l0 que califican como un «pucherazo
bochornoso»:
-Como para pensar que se ha tomado algo. Le están haciendo
una moción
de censura y el tipo como si nada. Ni un gesto, ni un pestañeo.
de censura y el tipo como si nada. Ni un gesto, ni un pestañeo.
-Una frialdad verdaderamente impresionante, con el ademán
impasible, es como una pescadilla congelada. Estamos en medio de un aquelarre
emocional, el Comité Federal se desangra y a Pedro no se le mueve ni un
músculo.
Susana Díaz coge de nuevo el micrófono y en una intervención
«emotiva» hace una nueva oferta:
-Que se vote lo que sea y como sea, lo que ellos quieran, pero que sea una votación limpia y democrática.
Aquí es cuando algunos presentes recuerdan esa historia del Libro
de los Reyes:
-Es como las madres en el Juicio de Salomón --es la
comparación que hace un ex presidente autonómico para incidir en la distinta
relación con el partido que tienen Susana Díaz y Pedro Sánchez
García-Page
se enfada por la propuesta que acaba de lanzar su aliada, pues piensa que
precisamente ahora es cuando «hay que mantener la cabeza fría»:
-No hemos aguantado aquí todo el día para que ahora se vote lo que sea. De eso nada.
Es un andaluz, el líder del PSOE de Jaén, Paco Reyes, quien
abandera la rebelión desde la tarima:
-Todos los
que queráis firmar la moción de censura pasad por aquí.
El atril del Comité Federal, desde donde normalmente se dan
los discursos, se convierte en el lugar improvisado para tal misión.
Los críticos necesitan reunir el 20 de las firmas de los asistentes acreditados, pero
buscan la «cifra mágica» de ciento cuarenta, más de la mitad de los miembros, para dejar clara su mayoría. No es
fácil llegar al objetivo que se han marcado porque, a pesar de que son
las seis y media de la tarde, muchos están comiendo fuera. Llevan más de ocho
horas de Comité Federal.
Minutos antes de las siete, el extremeño Fernández Vara
entrega las firmas a Rodolfo Ares, al que los críticos señalan como artífice
del «pucherazo».
-La Mesa no las reconoce -responde el político vasco, que se
ha erigido en portavoz y no da las firmas por válidas.
Pero, en la calle, Pedro Sánchez ya ha perdido. El punto de
inflexión se produce cuando llegan las fotos con las «urnas clandestinas» a los medios de comunicación.
Toda España puede ver ahora «el chiringuito» de Pedro Sánchez: tras unas
cortinas rojas están las mesas blancas con las urnas, apilados los sobres y las
papeletas del «sí» y el «no», sin ningún control.
Los de
Sánchez comprenden que ha llegado el final:
-Esto no
da más de sí, se acabó -dice uno de los más próximos al líder.
Antonio
Hernando le comenta a Susana Díaz y a los que están a su alrededor:
-Dadme
diez minutos, que ahora sí le convenzo.
Se forma un corrillo con Pedro y sus más firmes colaboradores
-Óscar López, Patxi López, César Luena- y de esa reunión informal sale la
propuesta que será el primer acuerdo del día, a las siete y media de la tarde:
votar Congreso sí o no (lo que quieren los pedristas) y a mano alzada
(como quieren los susanistas). El pacto incluye que Pedro Sánchez, si pierde, dimite.
-
Prefiere irse habiendo sido
derrotado en una votación que revocado en una moción de censura -es el análisis
de uno de los asistentes sobre lo que está ocurriendo.
Uno de los partidarios de Sánchez le reprocha que hayan
llegado a esta situación:
-
Es de manual de primero de
EGB no convocar un Comité Federal si lo
vas a perder.
vas a perder.
A las ocho
de la tarde comienza la votación. Han pasado diez horas desde el inicio del
Comité Federal. La presidenta les va llamando uno a uno por sunombre y apellido. Tardan ocho minutos en completar el abecedario:
- Compañeros, el resultado es ciento treinta y dos votos en contra, ciento
siete a favor.
- Compañeros, el resultado es ciento treinta y dos votos en contra, ciento
siete a favor.
El partido está dividido, aunque las fuerzas están claras: el
lado susanista «suma» también a los diecisiete que han dimitido.
Pedro
Sánchez se ha quedado en minoría, ha perdido y toma la palabra:
-
…Que para mí ha sido un
orgullo y quiero anunciaros mi dimisión desde el día de hoy como secretario
general del PSOE.
Abandona la sala por el pasillo central. Solo algunos le
aplauden. Cruza su mirada con Antonio Remando, que está sentado justo detrás de
Susana Díaz. Unos giran la cabeza a su paso hasta verle salir, otros la bajan, y
la mayoría mira al frente. Uno de los dirigentes con mayor autoridad que lleva
todo el día allí concluye:
-
Ha salido muy bien para lo
que se pretendía, que saliéramos a hostia limpia y a puñetazos.
En la rueda de prensa que Sánchez da a continuación añade
otro mensaje que más adelante cobrará mucho sentido:
-La Comisión Gestora que surja en las próximas horas del
debate que legítimamente están teniendo en el Comité Federal contará con mi
apoyo leal.
A las nueve y cuarto de la noche sale en coche por el garaje.
Traspasa esa puerta como un militante
de base más; doce horas antes había
entrado como secretario general.
Finaliza así el mandato del quinto secretario general del
PSOE desde la Transición. Deja atrás un PSOE desgastado, en caída libre, y, lo
que es aún peor, cargado de odios internos.
(...)
Sánchez aún tiene ganas de hablar por teléfono con el
presidente de Cantabria. Miguel Ángel Revilla, del Partido Regionalista de
Cantabria, está invitado en el programa La Sexta Noche. Cuando no han
pasado ni tres horas desde la dimisión, a las once y media de la noche, Revilla
«suelta la primicia»:
-
Pedro Sánchez me ha dicho
esta noche que se va a presentar a las primarias.