lunes, 21 de febrero de 2011

LIVIA CASTILLO

La lista de Tomás Gómez reúne lo mejor del Partido Socialista de Madrid y todos sus territorios para hacer realidad un ilusionante proyecto de cambio, tan necesario en nuestra comunidad sobre todo tras el desastre de Esperanza Aguirre esta la última legislatura. No es fácil consensuar una lista en la que se sabes que el número de diputados y diputadas que obtendrán escaño está limitado por las matemáticas de la Ley D’hont. En consecuencia, algunas personas que a todos nos gustaría seguir viendo en la Asamblea defendiendo los intereses de todos los madrileños, quedan fuera en ese proceso de elaboración de listas. Es el caso de la diputada Livia Castillo.

Junto a otros destacados nombres del socialismo español, como Eduardo Sotillos, Livia Castillo no sólo es un ejemplo por su capacidad de trabajo, como ha demostrado en esta plomiza legislatura, siendo el azote del gobierno corrupto de Esperanza Aguirre como diputada responsable del control y vigilancia de las contrataciones públicas; es también un ejemplo cuando sabe dar un paso atrás, silencioso, sin estridencias, para que el Partido pueda configurar una lista en la que estén representados todos los que tienen que estarlo, aunque ello conlleve su salida de la Asamblea. No podemos decir lo mismo de otros compañeros y compañeras, lamentablemente.

En el trabajo que venimos desarrollando con ella hemos descubierto a una mujer comprometida con sus principios, que son los de todo socialista que presuma de serlo (aunque Livia nunca presuma de nada), con una enorme capacidad de cohesionar y organizar grupos de trabajo, de unir voluntades, soslayar las diferencias y convertir los puntos de encuentro en una fuerza imparable para conseguir un objetivo común. Lo sabemos desde que la conocemos, hace años ya, y tuvimos la ocasión de comprobarlo una vez más en el pasado proceso de primarias, cuando organizamos la Plataforma Socialista LGTB de Apoyo a Tomás Gómez, con la que rompimos un erróneo y malintencionado mensaje que situaba a nuestro Secretario General como una persona homófoba y transfóbica que pretendía alejar al colectivo de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales de su apuesta por el cambio en Madrid. Después de eso la hemos visto compaginar su inagotable trabajo en la Asamblea de Madrid con la búsqueda de vías de encuentro interno en el PSM, destacando siempre los que nos une -nunca lo que nos separara- para hacer realidad las reivindicaciones en materias de Igualdad y de defensa de los derechos de los que más necesitan de los políticos.

[Precisamente este domingo, cuando se supo que Livia Castillo no repetiría como diputada la próxima legislatura, recibimos también la triste noticia del fallecimiento de Antonio Gracia
Pierrot, y en estos días, a través de la Plataforma Diversidad 2011 estábamos trabajando con ella y con Carla Antonellien un homenaje a las personas del colectivo LGTB que fueron represaliados durante la dictadura franquista. El proceloso proceso interno que desembocaba en la aprobación el domingo de las listas del PSM no nos ha permitido llegar a tiempo de que Pierrot recibiera ese homenaje que, para tristeza de todos, lo tendrá que ser de carácter póstumo.]

No nos cabe la menor duda de que donde Livia Castillo desarrolle las nuevas responsabilidades que le sean asignadas, los militantes del PSM y la ciudadanía en general podremos estar seguros de que alguien de la más absoluta entrega e integridad estará velando por los derechos de todos. Porque cuando personas como Livia Castillo están al frente de una responsabilidad sabemos que lo está alguien que sabe estar, que sabe hacer, que sabe callar y que sabe decir lo adecuado en el momento adecuado. Esperanza Aguirre ha tenido ocasión de comprobarlo, para su pesar, durante esta legislatura. Los ciudadanos tenemos la suerte de que esta mujer socialista y comprometida estará defendiendo, desde donde proceda, nuestro derechos e intereses comunes.

Gracias, compañera, por tu trabajo y tu ejemplo

sábado, 19 de febrero de 2011

Publicado en www.diarioprogresista.es

La diputada de la Asamblea de Madrid, Livia Castillo, denunció la semana pasada cómo Esperanza Aguirre oculta, amparada en el rodillo de la mayoría absoluta, cualquier información sobre contratos y ejecución de proyectos de su gobierno. Ello no impide que la realidad de los servicios públicos de la Comunidad de Madrid llegue a conocerse. Recientemente se ha conocido un demoledor estudio realizado por el Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid, que evidencia cómo las políticas del Tea Party español no sólo están deteriorando el sistema educativo madrileño, sino las graves consecuencias que están teniendo para nuestros niños y niñas de 0 a 6 años.

Es lo que está ocurriendo en Madrid como consecuencia de los decretos sobre educación infantil que aumentan las ratios educadores/alumnos, con -como recoge el estudio- “la consecuente, disminución de unos espacios que han de albergar a más niños y niñas, en los que hay el mismo número de materiales y que, además, no disponen de las mismas posibilidades de reciclaje y reposición como consecuencia del recorte presupuestario”. A ello se suma la reducción drástica del número de apoyos anteriores y el desembarco de profesionales menos cualificados, porque los decretos de Esperanza Aguirre así lo autorizan. Esta es la realidad que subyace al aumento de plazas escolares con el que se pretende justificar la política educativa para niños de 0 a 6 años de la CAM. El informe de la UCM viene a desmentir uno anterior elaborado por el Defensor del Menor de Madrid que, tras la denuncias presentadas en su oficina por los padres y madres cuyos hijos e hijas se han visto afectados, bendecía las políticas de educación infantil del PP madrileño sin datos científicos que lo corroboraran, llegando a afirmar que las carencias provocadas por los recortes de la consejería de Lucía Figar estaban compensadas “por la profesionalidad y entrega de los profesionales de los centros”. Y se quedó tan contento con la afirmación, dicho sea de paso.

Sin embargo, los datos del estudio de la UCM acreditan “que el incremento del tamaño de los grupos conduce a sustituir actividades orientadas a favorecer aprendizajes en todos los ámbitos del desarrollo, basadas en actitudes de afecto, respeto y serenidad, por otras que sólo pueden aspirar a cubrir atropelladamente sus necesidades más básicas, y que van transformando la práctica educativa que se desarrollaba en las aulas, por otra de carácter asistencial que, en algunas ocasiones, ni siquiera logran alcanzar sus objetivos. El estudio recoge hechos tan preocupantes como que en muchos de los centros afectados “los niños deben dormir con los zapatos puestos, no se les cambia el pañal durante toda una mañana más que en los casos más urgentes, una misma educadora sirve la comida, barre, friega el aula, etc.” Obviamente, añade, “la calidad de la educación está lejos de alcanzar los estándares adecuados en estas circunstancias.”

Lo más temible de todo lo recogido en el informe es que lo que los analistas presentan como consecuencias negativas de la forma que el Partido Popular tiene de administrar los derechos de todos ciudadanos, en realidad responde a unos objetivos más que intencionados. En la medida que los centros públicos y subvencionados por la Comunidad de Madrid pierdan el carácter educativo para transformarse, como bien dicen los profesionales de la UCM, en otros de carácter asistencial, la derecha garantiza la diferenciación de clases que siempre, a pesar del mucho maquillaje publicitario de la lideresa, se esconde detrás del programa político del Partido Popular. Cuando sólo los que pueden pagarlo acceden a un sistema “que reduce el abandono y el absentismo escolar, y la posibilidad de presentar necesidades educativas especiales en años posteriores, y en el que el alumnado obtiene puntuaciones significativamente mayores en el desarrollo cognitivo, lingüístico, la autoestima, las habilidades sociales, la capacidad para regular el propio aprendizaje, la motivación, las aspiraciones académicas y el rendimiento a lo largo de su escolaridad”, sitúan a sus descendientes en una posición privilegiada frente a una clase trabajadora que sólo puede acceder a un sistema público que, tras los decretos de Aguirre, “produce efectos nocivos en los niños y niñas, eleva los niveles de impulsividad y la tendencia a presentar conductas desafiantes que pueden mantenerse, incluso, al finalizar su vida escolar. Estos centros educativos de dudosa calidad no consiguen compensar los efectos perniciosos derivados de la pobreza; ni reducen la delincuencia a largo plazo, ni mejoran las actitudes y la competencia del alumnado que se encuentra en riesgo de marginación, ni favorecen su inclusión social”.

Como afirman los miembros de la Plataforma de Madrid por la Defensa de la Etapa de Educación de 0 a 6 años, que ha hecho público el estudio que vengo citando, “la Escuela Infantil es, junto a la familia, el principal contexto de desarrollo de los niños. De la calidad de la educación que reciban depende el éxito de sus futuros aprendizajes escolares, pero también su desarrollo social y afectivo, y la forma en la que cada uno se relacionará consigo mismo, con el mundo y con el resto de las personas”. La plataforma pide a los políticos que respeten los derechos de los niños y niñas y que regulen adecuadamente las variables estructurales de los centros educativos para garantizar las condiciones que permiten impartir una educación de calidad a la primera infancia.

La igualdad y el final de las diferencias entre familias de mayor o menor poder adquisitivo -o entre clases sociales- comienzan, necesariamente, en la educación. Sólo las políticas progresistas han tratado de garantizar esa igualdad desde que se instauró nuestra joven Democracia. La derecha del PP, tan bien representada por el gobierno de la Comunidad de Madrid y por Esperanza Aguirre, lo sabe, y por eso impone decretos que, bajo la falsa apariencia de aumentar las plazas disponibles y facilitar la conciliación de familia y trabajo, sólo buscan garantizar una estrategia de selección que garantice en el futuro los “puestos de salida” a los hijos e hijas de la que consideran una casta privilegiada. La suya.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Yo también soy Terele Pávez

Lo de Horcajo en Intereconomía no fue un exabrupto. No lo fue porque se esperaba, y un exabrupto se define por su cualidad de inesperado y de viveza cuando se produce, como “salida de tono” que es, según la RAE (cómo adoro ese libro, aunque temo que nunca lo terminaremos de leer). Y la verdad es que las personas que rodeamos a Carla Antonelli y sabíamos con antelación que acompañaría al próximo presidente de la Comunidad de Madrid, Tomás Gómez, en su lista electoral nos lo esperábamos. Cómo no, fue una de las primeras cosas que habíamos previsto que ocurriría. De igual forma que no dudábamos que el miserable mensaje de la cadena de la ultraderecha financiada por Esperanza Aguirre generaría respuestas a favor de nuestra compañera en este emocionante proyecto de recuperar Madrid para los madrileños. La española, aunque le pese a la jefa del Tea Party ibérico, es una sociedad avanzada que no entiende a los que no aceptan la normalización y la realidad LGTB.



Pero siempre queda lugar para la sorpresa. Y sorpresa y una enorme satisfacción es lo que nos ha producido el hermoso gesto de esa gran dama de la escena que es Terele Pávez. Una sencilla foto tomada por su hijo con un teléfono móvil, en el que la inolvidable Régula posa con una cartulina con el rótulo “Yo también soy chica, chico, chique” (parafraseando a ese manipulador y falseador de la realidad de Intereconomía) ha generado una extraordinaria respuesta de muchas personas que, emulando el gesto de Terele, han subido sus fotos a facebook; hasta se ha creado el grupo Yo también soy chica, chico, chique. No hace mucho tiempo que la propia Terele Pávez tuvo que pasar por la desagradable experiencia de ver cómo se manipulaba determinado momento de su vida privada para crear una tan estúpida como falsa noticia, que la genial actriz no tuvo reparo en admitir para que la dejaran en paz, en un gesto valiente y decidido que evidenció el asqueroso nivel al que ha llegado la programación televisiva en este país.

Gestos como el de esta gran actriz “especializada en personajes temperamentales, cuya amplia trayectoria en cine, teatro y televisión se nutre de trabajos sonados y períodos de ausencia que le confieren un prestigio creciente y una personalidad artística excepcional e imprevisible” (wikipedia), son los que confirman a los que estamos en esta lucha diaria por la visibilidad y la normalización que vamos por el buen camino, los que nos hacen sentir satisfechos del trabajo que compartimos con personas como Carla Antonelli y Tomás Gómez, y los que nos hacen desear salir a la calle y gritar bien fuerte: ¡YO TAMBIÉN SOY TERELE PÁVEZ!

Gracias, maestra, por tu trabajo y por ser así.