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miércoles, 4 de octubre de 2017

La izquierda irresponsable


"Todos hemos sido testigos de los hechos que se han ido produciendo en Cataluña, con la pretensión final de la Generalitat de que sea proclamada -ilegalmente-la independencia de Cataluña". Las primeras palabras del Jefe del Estado establecieron ayer una realidad sobre hechos sucedidos, y señalaron de forma inequívoca a los responsables. El rey Felipe VI hizo un relato real, sin medias tintas y sin concesiones fuera de lugar cuando se está violando el orden jurídico establecido del que los españoles nos hemos dotado de forma democrática incuestionable. El monarca aseguró, sin ambages, que "determinadas autoridades de Cataluña", que no son otras que el Parlament y el Govern, "de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía, que es la Ley que reconoce, protege y ampara sus instituciones históricas y su autogobierno. Con sus decisiones han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado. Un Estado al que, precisamente, esas autoridades representan en Cataluña. Han quebrantado los principios democráticos de todo Estado de Derecho y han socavado la armonía y la convivencia en la propia sociedad catalana, llegando -desgraciadamente- a dividirla. Hoy la sociedad catalana está fracturada y enfrentada".
La izquierda irresponsable es la que ha descrito como una declaración política y "de parte" las palabras del Rey. La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero. Y es muy posible que si esa izquierda, irresponsable, no estuviese haciendo cábalas electoralistas a costa del Estado de derecho, Felipe VI no hubiese ocupado ayer los televisores de todo el país. No hubiese sido necesario, porque no estaría en cuestión la democracia.
¿A quién llamo izquierda irresponsable? A la actual dirección del PSOE y a la de Izquierda Unida. A Podemos, por méritos propios, no lo puedo considerar un partido de izquierdas, pues los movimientos de corte falangista (considerando como falange la tercera acepción del DRAE) y antisistema, hace tiempo que dejaron de formar parte de la izquierda democrática, por más que se reclamen como tal. 
La dirección del PSOE no puede seguir jugando a "ni conmigo ni sin mí", y debe posicionarse de una vez del lado de la Constitución. Se acabó el tiempo de reclamar puerilmente diálogo con quien ha demostrado una y otra vez que no está dispuesto a dialogar nada que no sea la rendición del Estado y el sometimiento de la mitad de los catalanes a sus dictados. Es irresponsable. Si el lunes se proclama, ilegalmente, la Declaración Unilateral de Independencia, el PSOE debería ser el primer partido en exigir la aplicación inmediata del temido artículo 155 de la Constitución Española. Y no llegar el último, acomplejado y a rebufo. Un partido de Gobierno no puede permitirse esa actitud ambivalente y cobarde.
La dirección de Izquierda Unida ha reclamado y defendido determinación y dureza en otros países ante levantamientos populares en contra del orden establecido. Su actitud ante el conflicto catalán no es cobarde, es hipócrita. Irresponsable.
Frente a un Gobierno, de derechas y atenazado por la corrupción, que tampoco está dando grandes muestras de responsabilidad, la ausencia de (los partidos de) la izquierda en la defensa férrea del Estado de derecho y de la Constitución (que hay que modificar, ya, eso no está en discusión) es vergonzante y peligrosa. Ceder el espacio de la razón a quienes también la violan todos los días, es, sencillamente, irresponsable. La izquierda irresponsable.

sábado, 1 de abril de 2017

VENEZUELA

Publicado en Iris Press Magazine.


Simón Bolívar, libertador
Se sientan más o menos simpatías por el movimiento chavista, lo cierto es que todos, empezando por la Fundación Carter y la propia ONU, hemos admitido que desde que se aprobó la Constitución Bolivariana, las elecciones en Venezuela han venido siendo limpias. Con convulsas y gruesas campañas, no exentas de violencia y rozando el enfrentamiento civil. Con una derecha en minoría frente el apoyo popular al partido de Hugo Chávez, que ha estado poniendo en permanente duda el sistema y haciendo una oposición poco limpia, y con clara voluntad de dividir a los venezolanos. Pero mientras de las elecciones han venido resultando gobiernos amparados por una mayoría parlamentaria emanada del inapelable un ciudadano, un voto, no pocos hemos defendido, incluso con sus muchos abusos y errores, la legitimidad de los gobiernos chavistas.

Hasta que en marzo de 2017 el Parlamento ha retirado la confianza al Presidente Maduro y hecho uso de su capacidad de bloqueo legislativo. Eso, en una democracia europea, los llamamos moción de censura, y suele ir pareja de la dimisión del Presidente o Primer Ministro de turno y la convocatoria inmediata de elecciones.

Quede claro que me posiciono entre los no tienen tan claro que Leopoldo López haya sido injustamente condenado por la justicia venezolana, o que se trate de un “preso político”, si bien me gustaría que no estuviera en prisión. Aquí en España, es lo que siento por el sindicalista Andrés Bódalo, un año preso ya. 

También que repulso sin ambages los valores que representa la derecha venezolana, tan “pepera” y de nuevo tan fuerte.  Y a quienes promueven los movimientos ciudadanos contra el propio concepto de “república bolivariana”. Que de eso va la cosa. Nicolás Maduro ha sido censurado y humillado por su propio parlamento. Como respuesta ha decretado la muerte de Montesquieu, otra vez,  en una democracia latinoamericana. Los jueces nombrados por el chavismo han secuestrado para el presidente el poder legislativo, y han dotado a Maduro de plenos poderes ejecutivos, incluso para rechazar por la fuerza la indignación ciudadana. Proclamando, de facto, al sucesor de Hugo Chávez como caudillo de Venezuela “por circunstancias excepcionales”. Eso se llama Golpe de Estado.

En democracia somos mejores cuando concitamos mayorías y gestionamos esa confianza con lealtad y diligencia, liderando una Administración justa y equitativa, en una convivencia pacífica propia de un Estado de Derecho. No lo somos si perdemos el respeto a las urnas y no asumimos que ya no disponemos de las mayorías que antaño nos legitimaban. Y no lo somos  si nos creemos tan fuertes como para atrincherarnos e impedir el fin de una época, en vez de trabajar y luchar por volver a ser mayoría. Eso no es democracia.

Chávez molaba. Pero con Maduro, Venezuela pide a gritos una gestora.

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NOTA 1 (actualización): Este sábado, Nicolás Maduro ha dado marcha atrás en su autogolpe, y ha "exortado" al Tribunal Supremo del país a devolver los poderes ejecutivos a la Asamblea Nacional. Los jueces chavistas así lo han hecho y a esta hora se entiende recuperada la "normalidad democrática", aunque continúan las manifestaciones y expresiones de enfado en la oposición popular al presidente venezolano. El golpe ha fracasado. Permanece el enfrentamiento.

NOTA 2: Lo más lamentable del estúpido paso dado por Nicolás Maduro, es que a ver quién calla ahora la boca a toda esa derecha reaccionaria y manipuladora. Porque aún habrá quien sea tan torpe (ya lo ha habido, de hecho) de intentar justificar y entender el camino emprendido por el presidente venezolano

NOTA 3: Maduro se ha convertido en un grano en el culo de Podemos como el querido Fidel Castro lo fue en vida para la socialdemocracia europea. A ver cómo salen los de Pablo Iglesias de esta.

jueves, 13 de octubre de 2016

¿Indecentes o responsables?




Se suceden en los últimos días gruesas acusaciones -de indecencia, entre otras- contra los que nos manifestamos abiertamente a favor de la abstención en la investidura de Mariano Rajoy, y de que el Partido Popular conforme el próximo Gobierno. Duele especialmente, cuando estas provienen, además, no ya de compañeros, sino de amigos. Forma parte ya de la sentencia en 140 caracteres, la mayoría de las veces ausente de análisis, que se impone y empobrece el debate político.

Los que defendemos la abstención somos los mismos que hubiésemos apoyado sin dudarlo un gran Pacto de Gobierno entre PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos. Suscribimos el Manifiesto por un Gobierno de Progreso promovido por destacadas personalidades de la política (muchos de ellos del PSOE), el sindicalismo, del Arte y de la Cultura, en general. Muchos, incluso apoyamos un acuerdo con Podemos, Izquierda Unida y los partidos nacionalista e independentistas tras las elecciones de Diciembre pasado. Un pacto que, sin embargo, es hoy imposible. Una vez iniciado el llamado ‘proceso de desconexión’ por el Parlamento de Catalunya, un acuerdo con el partido de Artur Mas y Jordi Pujol -que como todo el mundo sabe es un referente (por competencia) frente al inmoral y corrupto PP- y con Esquerra Republicana de Catalunya es a todas luces imposible, en tanto en cuanto el Gobierno de la Nación, sea del signo que sea, e incluso compartiendo simpatías con la causa independentista, está obligado a recurrir e impedir, pues es un proceso -nos guste más o menos- fuera de la Ley. Si alguien afirma que sería posible dar estabilidad a un Gobierno sustentado por partidos condenados a enfrentarse en un futuro cercano, o ha perdido el concepto de la realidad política, o sencillamente miente. Ergo, hipócrita. O irresponsable.



Promover un pacto condenado al fracaso en pocos meses, y que devendría elecciones sí o sí por dicho fracaso, sería dar alas a un Partido Popular que se sometería a las urnas, con toda su corrupción y su indecencia, con la campaña electoral regalada por los fracasados supuestos salvadores de España. Acabarían siendo estos los verdaderos responsables de poner el futuro inmediato de los españoles en manos de la derecha reaccionaria ‘popular’ y de la ultraderecha económica que encarna el partido de Albert Rivera. De la supuesta pureza ideológica y moral surgiría el fortalecimiento indubitado del demonio al que hoy se acusa injustamente a los socialistas de proteger.


Los que defendemos la abstención sentimos el mismo asco que ellos. Se nos revuelven todas las tripas de saber que el Partido Popular, sustentado por ocho millones de votos y una sólida mayoría minoritaria en el Parlamento -y con nuestra dolorosa, sí, abstención-, va a seguir al frente del Gobierno. Pero también defendemos la gran oportunidad de poder administrar, tal vez por primera vez, un Congreso con capacidad de frenar las ínfulas autoritarias de la derecha azul, y el neoliberalismo salvaje de la naranja. Es nuestra forma de entender la decencia y el compromiso político ante un enemigo que, tristemente, concita más apoyo electoral que cada uno de los partidos que nos enfrentamos a ellos en las urnas. Entendemos que es una irresponsabilidad ofrecer al PP, ya sea en diciembre o lo sea dentro un año, siquiera la posibilidad de aumentar su mayoría y un Gobierno libre de la pesada carga de la Oposición a la que hoy se enfrenta.

Así que donde unos ven indecencia o dejación ideológica, otros vemos responsabilidad y compromiso con nuestros ideales, que también son de izquierda. Los hechos y las circunstancias son los que son, y la verdadera grandeza de la Política está en conocerlos, asumirlos y administrarlos con la mejor estrategia para la defensa de la ciudadanía. Podremos estar equivocados, como pensamos que los equivocados son otros, pero poner en duda la decencia de nuestros argumentos solo puede ser fruto de la mala fe o de la hipocresía. O de la irresponsabilidad.

miércoles, 10 de febrero de 2016

#LibertadTitiriteros. Gracias. ¡La lucha continúa!

Aunque haya quien lo pone en duda, no tengo más remedio que pensar que la campaña que iniciamos el pasado sábado por la tarde, cuando aún casi todos medios de comunicación no habían admitido que Alfonso y Raúl, los dos cómicos de Títeres desde abajo, habían sido injustamente detenidos y posteriormente encarcelados, ha tenido un efecto importante en el cambio generalizado de la percepción pública de las informaciones sobre su espectáculo La Bruja y Don Cristóbal.

A esta hora del miércoles 10 de febrero, el juez Ismael Moreno ha ordenado su inmediata puesta en libertad y salida de la prisión de Soto del Real, donde ha permanecido durante cinco largos días y noches.

La campaña en Change.org acumula ya más de 47.000 firmas que piden la retirada de los cargos y que su libertad sea completa y sin restricciones. Quiero daros las gracias a todos los que habéis soportado el coñazo que he venido dando desde el mismo viernes, cuando tras la detención comencé a incidir públicamente sobre este tema e intentar poner un poco de cordura sobre lo ocurrido.

No quiero perder ni un solo minuto en las descalificaciones, insultos e incluso amenazas que he recibido en estos días. Solo me salen palabras de agradecimiento a todos y todas los que comprendisteis desde el minuto uno la gravedad de los hechos, y a los que poco a poco os habéis ido sumando. Me siento emocionado y nada me gustaría más que poder estar hoy en Madrid y abrazar a Alfonso y Raúl. No va ser posible, pero desde Huelva os mando todo mi cariño y satisfacción por saber que por fin hoy podréis dormir en casa y rodeados de las personas que os quieren.

La lucha no ha terminado. Lo hará cuando los cargos contra los dos cómicos sean retirados y se anulen las severas medidas con las que el juez ha decidido seguir manteniéndolos encadenados. Pero también lo vamos a lograr. En la Democracia que creemos y el Estado de Derecho que hemos conformado, es el único camino a seguir.

Por el Arte, el Teatro, la Cultura. Por la Libertad. Un abrazo a todos.


viernes, 4 de septiembre de 2015

PSM-PSOE vs. PSOE-M. Legitimidad, democracia y disciplina.



La legitimidad de las decisiones debe ser necesariamente cuestionada cuando los dirigentes exceden al tomarlas las atribuciones que le fueron encomendadas. Básicamente, es uno de los pilares que sustentan el sistema democrático que defendemos los socialistas.

El último congreso extraordinario del PSM-PSOE tenía como objetivo, por definición, restituir al partido una dirección legitimada por un proceso congresual, toda vez que las circunstancias que derivaron el cese de la anterior y la imposición de una Comisión Gestora así lo exigían. El propio carácter extraordinario no otorga mandatos políticos más allá de los emanados del Congreso Ordinario, pues no debe ser esta su función sin que haya sido previamente especificado en la propia convocatoria, discutido y avalado, como exige el proceso ordinario, por las bases en las que reside la soberanía del partido.

Cambiar el nombre del partido no admite otra interpretación que la voluntad de dar por finalizada una etapa política y dar paso a otra. Nuevo rumbo. Ruptura. Un objetivo legítimo que exige, empero, que una mayoría del partido, previo conocimiento de la propuesta, debate interno a todos los niveles y mediante los debidos cauces de participación, así lo decida y mandate a los delegados que participen en el proceso congresual. Es el necesario proceder democrático que debe identificar a los partidos políticos: a mayor entidad de la decisión, más necesaria la implicación de sus bases. 
Un cambio de nombre, la instauración de una nueva identidad no es, pues, decisión que deba tomar el Congreso Extraordinario sin haber sido convocado para ese u otros objetivos. Los delegados no recibieron ese mandato de la militancia.

Asimismo, el Congreso Extraordinario del extinto PSM decidió, sin haber sido tampoco mandatado para ello, cambiar los Estatutos y mermar la representatividad de la militancia en los órganos de gobierno. Menos voces, menos visiones, menos propuestas… Menor riqueza ideológica y menos democracia, que son, al fin y al cabo, los nutrientes básicos de un partido de izquierdas y de clase. Si un significativo cambio de nombre parece, per se, motivo para que desde la militancia surjan legítimas intenciones de hacer uso de las herramientas que las garantías democráticas dentro del PSOE afortunadamente disponen… ¿cómo no serlo decisiones que merman la democracia interna del partido?

En esta tesitura no debe sorprender que una considerable porción de los socialistas madrileños entienda que se ha excedido el mandato otorgado a los delegados del Congreso Extraordinario en el que fue Sara Hernández elegida como secretaria general interina, pues solo debe serlo hasta la convocatoria del Congreso Ordinario. No caben en el carácter extraordinario decisiones de tamaña envergadura sin haber sido específicamente detalladas en su convocatoria y sin que la militancia haya podido mandatar a sus delegados a favor o en contra. Los socialistas no debemos aplicar la metodología de las “leyes escoba” que tanto nos irritan cuando son otros los que hacen uso de ella.

Al no formar parte de la propia naturaleza del Congreso Extraordinario -máxime, hay que insistir, si no se ha hecho constar en su convocatoria- cualquier decisión de los delegados que excede el mandato recibido de las agrupaciones socialistas madrileñas es impropia del carácter circunstancial del cónclave. Y por ello cualquier movimiento que a través de los inexorables cauces estatutarios exija reconsiderarla y dejarla sin efecto debe ser atendido. Es lo que pide un nutrido grupo de delegados al presentar un recurso de anulación del congreso o, al menos, de las polémicas decisiones tomadas al margen de la opinión y concurso de las bases de la federación madrileña del PSOE.

CONTEXTO DE DIVISIÓN

Conviene no olvidar las circunstancias que devienen Congreso Extraordinario, precipitadas por el cese de la legítima dirección regional cuyo secretario general era Tomás Gómez. Un relevo decidido unilateralmente y al margen de los socialistas madrileños por la Comisión Ejecutiva Federal de Pedro Sánchez, so pretexto de combatir los pronósticos electorales de las encuestas de opinión. O, dicho de otra forma, dando carácter decisorio a conjeturas demoscópicas para cuestionar la idoneidad del candidato surgido -como el propio Pedro Sánchez- de un proceso de primarias, y, de paso, cesar a la legítima dirección designada por el último Congreso Ordinario. Un chusco y, como se ha visto, fallido procedimiento por parte de quien no para de reivindicar que su liderazgo emana de la propia militancia, pues cabe resaltar que la candidatura encabezada por el respetado, admirado e impoluto Ángel Gabilondo apenas obtuvo 21.000 votos y un escaño más que la de Tomás Gómez en 2011, el año que en plena crisis y declive del Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero el PP logró teñir de azul el mapa político español infligiendo un severo castigo electoral al Partido Socialista en su conjunto.

Más decisiones están abiertas a múltiples interpretaciones y abundan en la –sana- diferencia interna en un partido conformado por miles de personas. Inducen a que la disconformidad torne en enfrentamiento, eleve el tono del debate, signifique las diferencias y agilice los movimientos que dudan y reclaman. El cese del ya ex portavoz del Grupo Municipal de la capital, Antonio Miguel Carmona ha generado enorme malestar en la militancia socialista madrileña, tanto como sorpresa y estupor en buena parte de la ciudadanía y los propios votantes socialistas. Como en el caso del Congreso Extraordinario, no es fácil asimilar que el sufragio ciudadano se vea afectado por intereses políticos de orden interno -como ha defendido la nueva dirección del PSOE madrileño-.

Se trata de establecer los motivos que llevan a la división interna y al enconamiento entre los distintos sectores o grupos dentro de la organización. También de situarlos en el contexto que les corresponde.

BISOÑEZ POLÍTICA

El cese de Carmona ha sido interpretado por muchos -difícil no entenderlo así- como una innecesaria acción de apuntalamiento estratégico de quienes han impuesto, si haber sido mandatados, una identidad nueva y una merma en la democracia interna del Partido Socialista de Madrid. Con los antecedentes anteriores, un gesto de bisoñez política que prende el reguero de pólvora sembrado entre la cosa estatutaria y polémicas decisiones, que motivan –muy lejos de cerrar como asegura Sara Hernández- la discusión interna en el seno del recién nacido PSOE-M.

Es el contexto en el que surge la impugnación del Congreso Extraordinario o incluso poner en marcha los mecanismos de convocatoria de un nuevo cónclave que decida, esta vez con luz y taquígrafos, sobre proyectos, estrategias y modificaciones estatutarias de la envergadura que tienen las discutidas. El clima de malestar que generan los ceses o nombramientos de unos u otros compañeros conforma la escenografía del relato de las impugnaciones, aunque lo que se discute es la legitimidad de tomar decisiones que afectan a la identidad y la democracia interna del partido frente a la legitimidad de cuestionarlas. Democracia en estado puro.

El debate en el que está inmerso el nuevo PSOE-M es ese. No nos perdamos en los liderazgos y encontrémonos en lo que nos separa para construir sobre lo que nos une. Podemos decidir sobre todo, pero no se puede decidir en nombre de otros lo que otros no te han encomendado.

Y mucho menos, se puede desdeñar groseramente a los compañeros pidiendo “disciplina” o que “se pongan a trabajar”, porque cuando un socialista cuestiona y discute lo que entiende que no es justo, lo que hace es precisamente eso, trabajar. Por el bien del partido, por el bien de todos.

jueves, 14 de junio de 2012

De primarias y liderazgo

Publicado en Diario Progresista


No es de recibo que unos pretendan aplazar los debates internos del Partido Socialista "al momento procesal oportuno", mientras que algunos miembros de la dirección se lanzan sin rubor alguno a proyectar escenarios de futuro sin pasar por ello. Hace unos días, Ramón Jáuregui se despachó a gusto en el diario El Mundo afirmando que ve a Alfredo Pérez Rubalcaba como candidato del partido en 2015 "y a nadie más" (sic).

“Yo a quien veo con futuro es a Alfredo", zanja Jáuregui antes de descartar "especulaciones absurdas" -una expresión un tanto desafortunada para calificar las que pueden ser legítimas opiniones de otros compañeros- porque, según argumenta, el PSOE apostó en el 38 congreso federal por elegir a Rubalcaba secretario general y eso significa que quieren que sea su referente político y ´lógicamente´ su candidato”, podía leerse textualmente en el rotativo de Pedro J. Ramírez. Desconozco si Jáuregui ha olvidado lo que se decidió realmente en el cónclave de Sevilla, o si... 



sábado, 12 de mayo de 2012

15-M, un año después

Algo, tal vez el principio de un cambio impulsado desde las bases de la Sociedad, parecía gestarse en mayo del pasado año, cuando miles de personas de todas la edades, pero, sobre todo, jóvenes, decidieron ocupar las principales plazas de España en señal de protesta contra un sistema que ha dejado de funcionar y que pide a gritos reformas para llegar a ser lo que se supone la esencia de los estados democráticos, el poder del Pueblo por y para el Pueblo. Ha pasado un año y las cosas han empeorado.

Ni las más optimistas previsiones hacían pensar a los promotores de la manifestación del 15 de mayo de 2011 el éxito que esta iba a tener. Decenas de miles de personas ocuparon las calles de Madrid y otras capitales para reclamar “democracia real ya” y un necesario cambio de rumbo. 24 horas después, un pequeño grupo de personas, menos de 100, decidían iniciar una acampada en la Puerta de Sol con la que mantener la llama que sólo un día antes, el éxito de la manifestación parecía haber encendido y consideraban necesario que no se apagara. Pero la Policía, cumpliendo órdenes, decidió abortar la iniciativa. 

Si quien dio aquella noche la orden de desalojo hubiese intuido lo que sucedería durante las semanas sucesivas, nunca la hubiese cursado. Las redes sociales, esa arma incontrolada –aún– por los poderes públicos, capaz de hacer que una pequeña noticia dé la vuelta al mundo en pocos minutos, mostraron tal indignación que la hazaña abortada se multiplicó por mil en cuestión de horas. La noche siguiente, de la audaz iniciativa de pasar la noche a la intemperie que aquel escaso centenar de personas no había logrado sólo unas horas antes, devino otra, incontrolable y, sin embargo, sorprendentemente organizada, que los libros de Historia recordarán siempre como el movimiento 15-M, protagonizado por los indignados. El centro neurálgico de la capital de España se convirtió, durante casi tres meses, en unaminiciudad autoabastecida, sostenible y de funcionamiento extrema y exageradamente democrático.

Quien firma este texto compartió con los indignados los primeros días de la acampada que puso en jaque al sistema durante semanas. No hay mayor justicia que reconocer lo que es cierto, y lo que sucedió durante los primeros días en la Puerta del Sol, rebautizada Plaza de la SOL-ución, sólo podía definirse como el regalo de una impresionante lección de civismo. Los motivos, los lemas, el desarrollo pacífico y ejemplar de aquellos días, difícilmente podrán ser olvidados por quienes estuvimos allí. Tampoco la corriente de simpatía generalizada que aquel comportamiento despertó en una ciudadanía que comenzaba a sentir los efectos de esta crisis que ya se siente en cada hogar, y que, igual que la primavera árabe y las concentraciones en la ateniense plaza de Syntagma impregnaron el sentimiento de indignación generalizada en España, contagió al resto de Europa y del mundo, donde se sucedieron, también, acampadas de protesta que pretendían abrir los ojos de una case política a la que se le demandaba “bajar a la Tierra” y compartir el malestar de la ciudadanía.

Se estaba produciendo, además, o al menos lo parecía, una aparente repolitizaciónde la población, que, sorpresivamente, comenzaba a organizarse en asambleas para debatir y proponer alternativas al statu quo del momento, claramente insatisfactorio. 

Sin embargo, toda esa movilización que llamaba a mejorar la democracia -que de eso se trataba, y no de otra cosa- no se tradujo en la única movilización que podía favorecer un cambio, el cambio. Las elecciones autonómicas y locales, celebradas el 22 de mayo, en pleno apogeo del movimiento de los indignados, y las generales de noviembre, después, se caracterizaron por un fuerte abstencionismo que favoreció un demoledor triunfo de la derecha política y económica, y tiñó de azul el mapa del poder en nuestro país. El PSOE, como todos los partidos europeos en el poder cuando comenzó la crisis, pagó la factura del descrédito que la misma había procurado a la clase política, y ni los socialistas, ni Izquierda Unida (realmente) ni los partidos minoritarios, se vieron favorecidos por el voto de la que se suponía una ciudadanía dispuesta a cambiar el estado de las cosas. La ´revolución de los indignados´, que habían hecho de “le llaman democracia y no lo es” el principal lema de su movilización, no generó el uso de la mejor herramienta que el sistema democrático ofrece para decidir el camino que debe seguir un país, y los electores, creyendo castigar a los políticos por sus muchos errores y faltas, no lograron evitar que todo el poder territorial cayera en manos de la dinastía política desde cuya ideología y forma de entender la economía se fraguó la crisis que había dado pie al 15-M. 

Lo sucedido después forma parte de nuestro oscuro presente. La derecha dominante no ha perdido ni un solo minuto para aplicar –en nombre de la crisis y de las múltiples mayorías absolutas obtenidas– su programa ideológico, y ya ha comenzado a desmantelar el todavía débil Estado del Bienestar español, en el que nunca ha creído y que considera que sus votantes no tienen por qué pagar sin obtener rédito a cambio. Y por rédito sólo entienden beneficios de explotación. En ningún caso, cobertura de prestaciones que, en su egoísta forma de entender lo organización de la sociedad, cada ciudadano podrá tener si puede costeárselas, renunciando a ellas en caso contrario, pero financiando con sus impuestos el sistema que garantice el pleno rendimiento del modelo social impuesto y, en todo caso, unos mínimos que eviten que el Estado deje morir de hambre a los españoles (y sólo a los españoles).

Desde hoy, los indignados vuelven a las plazas “por cuatro días”, para conmemorar el aniversario de lo que llegó a parecer una luz esperanzadora. Lo hacen en un entorno mucho más hostil, con una ciudadanía mucho más amenazada por el mismo sistema que quisieron combatir hace un año, y en una democracia mucho más devaluada por un poder que funciona a base de decretazos y huye del diálogo y la negociación. 

A uno no le queda muy claro qué se quiere celebrar, pero le gustaría pensar que la revitalización de aquella fuerza motriz de mayo de 2011 pueda, esta vez sí, empezar a abrir los ojos de un pueblo anestesiado y temeroso que está viendo, impotente, cómo pierde los muchos avances, aunque insuficientes, que el imperfecto sistema democrático español ha venido logrando en los últimos 30 años. Y de paso, de una izquierda que está necesariamente llamada a que el cambio que reclaman los indignados, la mayoría ciudadana en general, pueda materializarse alguna vez.

domingo, 29 de mayo de 2011

No paréis. No paremos.

Han sido, de momento, dos semanas de emociones contenidas. Cuando la primera noche de acampada en la Puerta del Sol ‘los indignados’ hicieron tal demostración de civismo que las imágenes y las crónicas sobre ello dieron la vuelta al mundo, muchos, yo incluido, no pudimos resistirlo y las lágrimas se adueñaron de nuestros rostros. Lágrimas que fueron llanto de felicidad de muchos a las siete de la mañana, cuando el apagado del alumbrado público marcaron la ‘primera victoria’ de un pueblo que protesta ante una élite económica, empresarial, política y sindical (entre otras) que ha dejado de escuchar a las personas a las que representa.



Los mismo que tratan de hacernos creer que la sociedad sólo se alimenta de ‘realities’ televisivos, y que la juventud está perdida entre videojuegos, botellón y una plácida posición ‘ni-ni’, saben ahora que no es verdad. Que la sociedad está bien despierta y que quiere cambios. Porque ser feliz es un derecho inalienable al que no está dispuesto a renunciar. Ni debe estarlo.

Dos semanas de debate, de política, en la más noble de sus acepciones. De miles de personas en permanente proceso de elaboración de propuestas para construir una sociedad más justa, más sostenible y más igualitaria. Y más participativa. Los campamentos de las plazas de la SOLución han dado un ejemplo del tipo de convivencia que se pide. Stèphane Hessel, el autor de ‘Indignaos’ -ese pequeño libro de un hombre de 93 años que parece habernos despertado del letargo en el que parecía que nos encontrábamos- puede sentirse satisfecho. La sociedad está realmente indignada, y la ‘spanish revolution’ lo ha puesto de manifiesto con esta epatante muestra de sensatez, organización y, hay que repetirlo hasta la saciedad, civismo. A ‘las élites’ les corresponde mover ficha, aunque parece que les está costando acusar recibido de esta sonora llamada de atención. Los campamentos desaparecerán, pero el movimiento iniciado el 15 de mayo en Madrid permanece y debe permanecer hasta que se produzca el deseado “cambio de rumbo” que piden/pedimos ‘los indignados’. Parafraseando a Eduard Punset el otro día en Oviedo… No paréis. No paremos.

domingo, 3 de octubre de 2010

55 días en Madrid

Ya está hecho. Tomás Gómez ha ganado las primarias del PSM.



Nunca he disfrutado tanto de ser un militante de base. Nunca, de verdad. Desde los 14 años, que fui vocal del primer Consejo de la Juventud en la provincia de Huelva, hasta este grandioso día, he hecho de todo, en el PSOE y en otras organizaciones. Siempre he estado muy motivado con los compromisos de mi vocación por hacer algo que mejore este terrible mundo que nos ha tocado vivir. Hacerlo durante más de 30 años te deja un enorme currículo de éxitos y fracasos. Así son las cosas.



Para mí, estos 55 días en Madrid han sido inolvidables. He ganado multitud de nuevos y entrañables amigos y amigas y, también -por qué no decirlo- nuevos y entrañables "enemigos". Los primeros lo serán para siempre. Los otros también serán amigos mañana mismo, cuando todos nos unamos para celebrar el triunfo de las bases y empecemos, ya, a allanar el camino que lleva hasta la Puerta del Sol.



Tengo que hacer menciones especiales. A mi querido Ángel Gramage, que con el coraje de quien cree en lo que hay que hacer no dudó en apoyarme para formar la discutida Plataforma Socialista LGTB de apoyo a Tomás Gómez. A Jaume d'Urgell, Antonio Moraleda, Livia Castillo y, como no, Carla Antonelli, con los que da gusto saber que tienes cada vez más y mejores amigos con los que afrontar, con decisión y sin temor a nada, cualquier iniciativa por controvertida que pueda llegar a ser.



Ha sido superdivertido formar parte del "comando facebook". Martu, Silvia, Alejandro, Mª Jesús, Federico, Montse, Oti, Emilio, Paz, Lucas, Luis, Gux, Maida, mi querido Enrique Bravo, mi admirado Alberto Sotillos, Vania, Carmen Sánchez, Manuel, Franesco y Silvia... hasta el querido Pedro Castro y tantos nombres que es imposible citar -y que sé que me perdonarán que no cite porque no hay personalismos en el PSOE- y los más de 800 nuevos amigos que las redes sociales me han procurado desde el 9 de agosto.



Los inigualables chicos y chicas de las JSM, Pablo, Mar, Julio, Diego, Victor, Pedro, Emilio, Isidro, David, Guillermo, Santiago y otros tantos. Qué cantera para el futuro del socialismo madrileño, español y europeo.



Los "rivales", Trini y toda su gente. Algunas cosas no nos habrán gustado, pero han hecho, en general, una campaña limpia y digna de ejemplo. Un especial recuerdo de estos días guardaré de David Valiño, "rival" y amigo.



A todos, absolutamente a todos y todas, quiero daros las gracias porque han sido 55 maravillos días de compartir un sueño común. De soñar juntos que otro Madrid es posible y que, con el trabajo que acabamos de empezar juntos -que eso es, en realidad, lo que hemos hecho, empezar de nuevo- podemos sentirnos orgullosos de nuestras ideas, de nuestros proyectos comunes, de ser SOCIALISTAS. De ser del PSOE.



Y cómo no, quiero dar las gracias a Tomás Gómez, el próximo presidente de la Comunidad de Madrid y nuestro Secretario General. Se que él puede estar tentado de ser quien haga los agradecimientos, pero no merecemos que nos des las gracias, Tomás, porque sentirme/sentirnos parte de este sueño común que tú haces posible no es sólo un orgullo para mí y para todos nosotros, es emocionante. Han sido los mejores días de mi "vida en política", pero sé que contigo todos nosotros, todos los socialistas, todos los madrileños y madrileñas y todos los demócratas, vamos a vivir momentos y días aún mejores que estos inolvidables 55 días en Madrid.



GRACIAS.



Perico Echevarría, Perico Pan.

Madrid, 3 de octubre de 2010.