lunes, 2 de octubre de 2017

1O: insustancial equidistancia del PSOE

Los sucesos de este 1 de Oct no permiten irresponsables equidistancias como la manifestada ayer por el Partido Socialista Obrero Español. En la primera comparecencia, el número tres de la Ejecutiva del PSOE, José Luis Ábalos, situaba en el mismo nivel de responsabilidad al Gobierno y al Govern. "En primer lugar y por orden de responsabilidad", argumentó Ábalos, "los principales responsables es (sic) el Gobierno de la Generalitat, que ha llevado la política de las instituciones a la calle. Dividiendo a la sociedad catalana y poniendo en riesgo la convivencia y la seguridad. En segundo lugar, el Gobierno de España, del Partido Popular, por su incapacidad para comprender y prever lo que está pasando en Cataluña". El secretario de organización socialista también aseguró que "el gobierno catalán se ha instalado en la desobediencia y el gobierno de España parece superado por esta situación. Y esto nos preocupa". Lo que no dijo Ábalos en su comparecencia es qué había que hacer. Qué ordenes habría dado un Ejecutivo socialista ante la desobediencia que, al menos, admitió. ¿Desobedecer también el mandato judicial de impedir el referéndum ilegal? ¿Ordenar a las fuerzas policiales hacer la vista gorda ante la desobediencia institucional porque miles de personas decidieron secundarla? Para rematar su intervención, Ábalos señaló la que definió como "nuestra principal preocupación de hoy". "Cataluña y el conjunto de España", afirmó, "necesitan la calma y la normalidad que debe caracterizar una jornada como esta en una sociedad democrática". ¿Qué "normalidad" podía haber en una jornada en la que un gobierno autonómico llama a millones de personas a participar en un acto ilegal? 

La intervención de José Luis Ábalos careció de "sentido de Estado". Fue irresponsable. Ante las lamentables situaciones de violencia que la resistencia a las fuerzas del orden estaban generando, en la primera declaración del PSOE faltó una llamada explícita al Govern de Carles Puigdemont a poner fin a una jornada cargada de muchos y complicados ingredientes. Menos el de la legitimidad. También a los miles de ciudadanos que colaboraron con su actitud.

No fue mejor la declaración de Pedro Sánchez unas horas después. En la calculada y poco valiente equidistancia del nuevo PSOE, el secretario general de los socialistas eximió de responsabilidad a los agentes policiales por las "imágenes que no pueden gustar a ningún demócrata", pero definió torticeramente como "órdenes políticas" las que dieron lugar a la mismas. Sin negar que el Partido Popular es culpable de haber rociado con gasolina el fuego independentista, la afirmación de Sánchez estaba fuera de lugar. Las imágenes que, efectivamente, no pueden gustar a ningún demócrata, respondían a órdenes emanadas del poder judicial, y muy difícilmente pudieron haberse evitado en la situación de rebeldía y resistencia frente al Estado de derecho expresada ayer por miles de ciudadanos que intentaron evitar que mossos, policías y guardias civiles cumplieran con su cometido.

Un Estado de derecho al que Pedro Sánchez apeló hasta seis veces en su comparecencia, sin preguntas, ante los medios de comunicación. Una declaración en tono solemne en la que además, se escenificó la propia incongruencia del líder socialista. 

Si hace solo unos días se mostraba ufano de haber logrado que el Congreso vaya a poner en marcha -con apoyo de todas las fuerzas políticas excepto ERC y Ciudadanos- la Comisión para la actualización del Estado autonómico, el foro al que confiaba la solución a los problemas, reales, del encaje territorial, ayer reclamó Sánchez, con "contundencia", que el presidente del Gobierno "cumpla su función y abra un proceso de negociación política con el Govern de la Generalitat que permita superar esta crisis". "Los socialistas exigimos a Rajoy que como presidente del Gobierno dé una salida política a esta grave crisis que amenaza la integridad territorial del país. Que negocie y que logre el acuerdo porque es su responsabilidad". La incongruencia está en que, sin una reforma de la Constitución, no es posible ninguna negociación, de tú a tú, con un Govern que recorre el camino hacia la independencia y al que Pedro Sánchez pidió, tibiamente, que vuelva "a la senda de la responsabilidad".

Solo unos minutos antes, el propio Presidente del Gobierno había anunciado la inminente convocatoria a todas las fuerzas políticas "para abordar la situación creada en Cataluña". El astuto Rajoy admitía en su alocución a los españoles que el 1 de octubre y el referéndum ilegal suponen "un antes y un después" en el pulso que enfrenta al Ejecutivo y al Govern. Al mismo tiempo, fuentes del PP manifestaban su "incómodidad" por las cargas policiales producidas en  "un día para olvidar", y deslizaban que .si pierden el apoyo de las fuerzas políticas a raíz de la crisis catalana, Mariano Rajoy "adelantará las elecciones generales".

A esa más que probable eventualidad parecía responder el hecho de que, aún "consciente de que nos encontramos en un momento en el que debe primar el interés general por encima de las siglas, de las ideologías, los partidos y los cálculos electoralistas", Pedro Sánchez no dejara pasar la oportunidad de regalarse ayer su propia fiesta de cumpleaños, y poner sobre la mesa su probada heroicidad en momentos difíciles. "Hoy, hace justo un año, dimití por defender el voto contrario a Mariano Rajoy como presidente del Gobierno". Falso. Pedro Sánchez dimitió como secretario general tras ser desautorizada por el Comité Federal del PSOE su extravagante propuesta de celebrar el 39 Congreso de forma exprés, revalidar su liderazgo y, solo después de ese trámite, decidir la posición de los diputados socialistas sobre la investidura de Mariano Rajoy. No fue hasta 28 días después que dimitió como diputado, "por defender el voto contrario a Mariano Rajoy como Presidente del Gobierno". 


El problema de la calculada equidistancia de Sánchez y su dizque firme posicionamiento, es que Carles Puidemont cerró la estrambótica jornada de este domingo anunciando que  el gobierno que preside va a trasladar al Parlament los resultados de la consulta para que actúe de acuerdo a lo previsto por la suspendida ley del referéndum. O dicho de otra forma, el molt honorable President dio por hecha la declaración de independencia de Cataluña en los próximos días. En ese escenario, Rajoy invocará la Constitución, aún vigente, y exigirá del Senado la aplicación del artículo 155 y la suspensión de la autonomía del Govern catalán. Pedro Sánchez no tendrá más remedio que ahocicar ante los argumentos del Gobierno y apoyarle, junto al PP y a Ciudadanos. Toda la equidistancia para evitar esa foto habrá sido fútil, insustancial. El PSOE, mal que les pese al renacido secretario general y su cohorte del no es no, estará obligado a ponerse inequívocamente al lado del Gobierno de Rajoy y de la Carta Magna. Pero habrá sido el último en llegar, y lo habrá hecho a rastras. Yermo de decisión y liderazgo.