(Publicado en Publiscoscopia.com)
Por más que se empeñen Pedro Sánchez y sus acólitos, la posición del programa electoral del PSOE ante la derogación de la nefasta Reforma Laboral que el PP regaló a los empresarios con su arrolladora mayoría absoluta, no está clara. Y ello está lastrando nuestras posibilidades electorales el 20 de diciembre.
Por más que se empeñen Pedro Sánchez y sus acólitos, la posición del programa electoral del PSOE ante la derogación de la nefasta Reforma Laboral que el PP regaló a los empresarios con su arrolladora mayoría absoluta, no está clara. Y ello está lastrando nuestras posibilidades electorales el 20 de diciembre.
En primer lugar, porque el programa electoral del PSOE no
está aún aprobado. Será la Conferencia convocada para dentro de unos días en
Madrid -y no Pedro Sánchez ni su Comisión Ejecutiva- la que deberá decidir,
democráticamente y por mayoría, la propuesta final del partido al respecto. Y
ya sabemos que al menos ocho federaciones, (entre ellas Andalucía, Extremadura,
Castilla-La Mancha, Asturias, Castilla y León, Cantabria, La Rioja, Navarra),
además de Izquierda Socialista y Juventudes Socialistas, no comparten lo dicho
hasta ahora por el Secretario General y candidato a La Moncloa. Aquellas
apuestan por una derogación total, incluyendo lo referente al despido y su
indemnización, y, Sánchez propone dejar este tema al albur de lo que pudieran pactar
patronal y sindicatos en una mesa de negociación.
A ver, seamos sensatos. ¿Es que acaso hay un solo ciudadano
que esté dispuesto a creer que los empresarios van a firmar un acuerdo que
mejore las condiciones del despido en favor de los Trabajadores? ¿En serio? Por
favor, que me lo presenten, si es el caso. Sobre la posición de la patronal no
hay ninguna duda. Los empresarios exigen sin disimulo “flexibilizar” más el
despido. Luego lo que Pedro Sánchez y su equipo proponen en una partida de
ajedrez entre patronal y sindicatos que, en el mejor de los casos, solo puede
acabar en tablas. Eso sí, dichas tablas exonerarían al PSOE de la
responsabilidad de no haber puesto fin a la más maléfica consecuencia de la
Reforma Laboral del PP, trasladando la responsabilidad a los sindicatos, que habrían
sido incapaces de llegar a un acuerdo. Vamos, el infame comodín de la “mesa de
diálogo” que nos permitiría aparentar estar a bien con Dios y con el Diablo,
aunque ello conllevara que no quede claro quién es quién para el PSOE.
Es por ello que la mayoría de los socialistas estamos
pidiendo a Pedro Sánchez que el programa electoral del PSOE asuma el compromiso
de legislar al respecto y eliminar, sin ambages (“rodeos de palabras o
circunloquios”, según la RAE), unas condiciones de despido que el PP no sometió
en ningún momento a ninguna mesa de negociación e impuso a los trabajadores. Y
después, solo después, será el momento de sentarse todos, Gobierno, patronal y
sindicatos, a negociar el texto de un nuevo Estatuto de los Trabajadores. Sin
la ventaja regalada del Partido Popular a los empresarios.
El texto final que recoja los compromisos que los
socialistas asumimos con el electorado, como decía, debe ser el que
democráticamente se apruebe en la Conferencia de Madrid. Hasta ese momento,
estaría bien que nuestro líder no dé por sentado que sus preferencias
personales son las del partido. Así es la democracia “de abajo a arriba”. No
nos divorciemos de ella.