¿Está en condiciones
Pedro Sánchez de lograr un acuerdo de investidura con Unidos Podemos y
Ciudadanos? No.
¿Lo está de arrancar de
ERC y PDC (la antigua Convergencia Democrática de Catalunya) un acuerdo que
conlleve la paralización del denominado y ya en marcha 'proceso de desconexión’?
No.
¿Estaría en condiciones un
Gobierno del PSOE presidido por Pedro Sánchez de admitir que el Parlamento de
Catalunya convoque un referéndum por la independencia? No.
Y lo que es más
importante. ¿Está el PSOE en condiciones de ganar unas terceras elecciones al
Partido Popular? Evidentemente, no.
Son cuatro noes que
convierten en inexplicable la propuesta de Pedro Sánchez de convocar un congreso exprés cuyo objetivo no es otro
que asegurarse la continuidad en la secretaria general del PSOE tras sumar
siete derrota electorales, dos de ellas con él mismo como cabeza de cartel.
Nadie discute la legitimidad de Pedro Sánchez
para consultar a la militancia. Incluso para pedir de esta que la autorice a
pactar la secesión de Catalunya si con ello cree que podría alcanzar el
despacho principal de La Moncloa. Pero no tiene ningún sentido querer afianzar
su liderazgo en el PSOE antes de arriesgarlo todo, máxime cuando una tercera derrota
electoral es un hecho que nadie sensato no dé por seguro.
Ayer mismo, antes de ser
cesada, la dirección del PSOE sacaba pecho de haber logrado imponer al Partido
Popular en el Congreso la actualización de las pensiones y de los sueldos de
funcionarios y trabajadores públicos. Sánchez y su equipo demostraron el poder
que desde la Oposición se puede ejercer en un sistema parlamentario, incluso
teniendo al pérfido y malvado Partido Popular el frente del Ejecutivo. ¿Hubiese
podido Pedro Sánchez prestar ese gran servicio -y otros- a la ciudadanía dentro
de tres meses si se celebran nuevas elecciones y el PP aumenta su mayoría y su
independencia del Gobierno? Todos hemos visto cómo se las gasta la derecha
cuando dispone de unas Cortes a su servicio.
Pues de eso va lo que los
mal llamados barones y buena parte de
la militancia no comparten con el cesado secretario general de los socialistas.
Pedro Sánchez ha hecho gala de una enorme cobardía al desdeñar someterse a unas
primarias para ser candidato a las terceras elecciones, y posteriormente, gane
o pierda, pedir a la militancia que le ratifique o no al frente del partido en
un Congreso. Convencido de su incapacidad, ha querido optar por un camino que
le proteja de la propia militancia a la que tanto alude, si su seguro fracaso
le hace perder sus simpatías. Y es esa tramposa y cobarde estrategia la que ha
desembocado en la enorme crisis de la que solo él es responsable.
No se entiende, pues, el
revuelo formado por el cese al que se ha visto sometido. Nada impedirá a Pedro
Sánchez que se presente al Congreso Extraordinario, como nada impide a la
militancia que le apoye en el mismo. Todo lo demás es falsear la realidad,
manipular a la militancia y dinamitar la historia del PSOE. ¿Se puede liderar
un partido haciendo gala tan irresponsable comportamiento?