Tras el fiasco soberanista , El Objetivo de Ana Pastor inauguró ayer el nuevo curso político |
Y también Podemos. Los estudios más
recientes advierten un severo castigo del electorado a la formación morada.
Pero este, a pesar de su envergadura, no incide significativamente sobre el
apoyo a los socialistas, lo que lo analistas entienden como un voto en suspenso, pero que
no está definitivamente perdido. La caída que las encuestas revelan a Podemos
no se trasvasa. No deberían excitarse en exceso, pues, quienes creen que
la máquina electoral de los de Pablo Iglesias -y sus socios del PCE- no será
capaz de remontar el bache provocado por su reciente affair, cuasi
sexual, con los secesionistas catalanes. Capaz de hacerse perdonar, a aras del “sí se puede”, el temerario
coqueteo; rupturista, al fin y al cabo. En las próximas semanas la dirección morada reactivará con fuerza sus
propuestas de democracia radical como única lógica política, el
campo de acción para lograr lo humano y lo posible. Atenuado el conflicto catalán, la épica podemita volverá por tierra, meme y Twitter con la promesa de una vida
mejor en la otra orilla del Rubicón. Frente al #bloquemonárquico.
En estas, los partidos
independentistas emplazan a Pedro Sánchez, en prime time televisivo
y riguroso directo, a que presente una moción de censura para echar de La
Moncloa a Mariano Rajoy. Con el tan sorprendente como novedoso compromiso explícito de Joan Tardà de que su partido renunciará a exigir el referéndum. Lo que a su vez lleva implícito el reconocimiento de
que el procés está amortizado por una buena temporada. “A cambio de nada. Sólo de echar a Rajoy”, insistió Tardà ,
refrendado allí mismo por el PDeCAT en boca del diputado Carles Campuzano.
Los independentistas saben que la
revolución del 1 de Octubre está irremisible herida de muerte, y que de las
relaciones entre la Generalitat y el Gobierno, entre el Parlament y el
Congreso, depende que el inminente funeral sea más plácido que
traumático. Si hay algo que los independentistas se han cuidado de no dejar
nunca de recordar, es que el deseo de casi la mitad de los catalanes de romper con España mantiene un parentesco directo con la acción de
Gobierno y oposición de los populares capitaneados por Mariano Rajoy. Es
por eso que el inexorable armisticio que los de Esquerra y los ex convergentes
van a tener que calzar -sí o sí- a su electorado, será
menos traumático si las claudicaciones no tienen que hacerse ante un gobierno del PP.
Hace poco más de un año, el partido
socialista se rompió por la mitad porque Pedro Sánchez se mostraba dispuesto a
explorar con Esquerra y el incipiente PDeCAT mayorías alternativas a la actual
de la derecha, mientras que el Comité Federal del partido -el máximo
órgano de decisión entre congresos- marcaba una fatídica línea roja que
excluía el referéndum catalán de cualquier acuerdo para impedir que el PP,
ganador de las elecciones el 20D y el 26J, gobernara. Si la propuesta que ERC
y PDeCAT hicieron el domingo al PSOE ante millones de espectadores se hubiese
formulado en iguales términos en septiembre de 2016, Pedro Sánchez estaría
hoy celebrando su primer año como inquilino de La Moncloa, y el PSOE no sería
un partido que aún se lame las heridas y mira de reojo al propio compañero.
“La legislatura ha muerto”
La oferta de ERC y PDeCAT se produce en un momento en el que Pedro
Sánchez se ha lanzado a recorrer kilómetros equivalentes al
diámetro de La Tierra para advertir en las asambleas abiertas que
la XII Legislatura está agotada. Y que sólo el PSOE tiene hoy una respuesta para
los problemas de España.
Tras el debate del @ObjetivoLaSexta, se está hablando mucho de la posibilidad de una moción de censura para echar a M punto Rajoy y los posibles obstáculos a los que se enfrenta.— Pablo Echenique (@pnique) January 22, 2018
En esto hay que ser muy claro. Hoy por hoy, el obstáculo fundamental es que Pedro Sánchez no quiere.
Sánchez repite cada día en una provincia, como un mantra, que lo fundamental en este momento es que “la legislatura ha
muerto". Que el Gobierno está paralizado por la corrupción, y que Rajoy es "un lastre para nuestro país". Que no hay pulso ni iniciativa política, que ninguno de los
problemas que existían en España antes de que Rajoy llegara al Gobierno se han
resuelto. "Más bien se han incrementado, como la pobreza o Cataluña", lamenta el líder del nuevo PSOE, que recuerda que
"casi en febrero, aún no tenemos el borrador del Presupuesto, que la desigualdad entre hombres y mujeres ha aumentado...”.
El órdago televisivo de ERC y
PDeCAT, asumido este lunes por Pablo Echenique, cogió desprevenido al atónito portavoz oficial de
la Ejecutiva Federal socialista, Óscar Puente, y los españoles tuvimos que esperar a que, pasadas 15 horas, compareciera el número
tres del PSOE, Ábalos, para decir que, si bien no descarta “de plano” recurrir a
ella en lo que queda de legislatura, “no es posible presentar una moción de censura con esos apoyos".
Tiene razón Ábalos en
desconfiar de los soberanistas que hoy lloran al PSOE una salida honrosa del
callejón sin salida en el que han metido a los catalanes. Pero si, como dice
Pedro Sánchez, el PSOE está listo para gobernar, también debería estarlo para enfrentar
con garantías de éxito un proceso electoral. Tanto como seguro está Sánchez de
lo pernicioso que resulta para España cada día que Rajoy permanece en La
Moncloa.
Cabe preguntarse si no sería buen momento de sondear al PNV para saber si el ofrecimiento de Podemos, ERC y PDeCAT sería avalado y, sobre todo, ponderado, por el imprescindible apoyo de los nacionalistas vascos. Tras la aprobación del apaciguador Cupo hasta el año 2021, el PNV y el Gobierno Vasco ni ganan ni pierden con la continuidad de Mariano Rajoy, pero seguro que comparten la idea de que las heridas del conflicto catalán cicatrizarían antes y mejor sin el PP en el Gobierno.
Cabe preguntarse si no sería buen momento de sondear al PNV para saber si el ofrecimiento de Podemos, ERC y PDeCAT sería avalado y, sobre todo, ponderado, por el imprescindible apoyo de los nacionalistas vascos. Tras la aprobación del apaciguador Cupo hasta el año 2021, el PNV y el Gobierno Vasco ni ganan ni pierden con la continuidad de Mariano Rajoy, pero seguro que comparten la idea de que las heridas del conflicto catalán cicatrizarían antes y mejor sin el PP en el Gobierno.
Para este nuevo PSOE no va a ser fácil defender
por la mañana -sobre todo ante el confuso votante de Podemos al que Pedro
Sánchez mira con indisimulado deseo- que lo urgente es una mayoría de progreso,
y no querer transitar por la tarde el inesperado camino abierto este domingo, máxime
con el campo de minas soberanista auto desactivado. Si tan seguro está de que
su perfil presidencial está listo, pero Sánchez -y ello le honra-
considera perentorio el refrendo en las urnas, no tiene más que sentarse
en su despacho de La Moncloa tras una eventual moción de censura, y firmar como
primer, único y ejemplar decreto presidencial la disolución de Las Cortes y
convocatoria de elecciones generales, y poner fin a una legislatura que
él mismo ha dado por "muerta". Que el pueblo hable. Atendiendo
al discurso que llevó a Pedro Sánchez a derrotar a Susana Díaz, con indiscutible
heroicidad, en las tremendas primarias del pasado mayo, si la Legislatura está
agotada, nada justifica alargar la agonía pudiendo, hoy mismo, y como tanto
gusta al secretario general del PSOE, escuchar la voz de la ciudadanía. Un
buen primer paso sería consultar a la militancia socialista si el PSOE debe atender
o no la propuesta lanzada a través de El
Objetivo.
También es posible que por un legítimo
cálculo electoral, el astuto Pedro Sánchez prefiera esperar. Si el sibilino Rajoy no sorprende adelantando las generales como hizo con las catalanas, las primeras elecciones
decisivas en el horizonte serán
las previstas para marzo de 2019 en Andalucía. Nadie pondría hoy en duda que la marca PSOE crece como la espuma
en cada convocatoria electoral del sur de España, que ya se encargan los socialistas andaluces de que no coincidan con otras elecciones. Nadie discute que Susana Díaz
-incluso cualquier otro candidato del PSOE de Andalucía-, ganará al PP las
elecciones autonómicas. Y que todas las alianzas posibles de tejer en las Cinco
Llagas tendrán como resultado una presidenta -o un presidente- de la Junta
socialista. Es un cálculo sensato, audaz, de rentabilidad electoral cierta, que explica que en menos de seis meses Adriana Lastra haya pasado de describir un actor más de la derecha española, a ver en Susana Díaz "una referente política que está transformando la realidad de Andalucía con políticas de izquierdas". Pero pasa por que Rajoy permanezca en La
Moncloa, al menos, hasta la primavera de 2019. Difícilmente casan interés
general y cálculo electoralista en la retórica del sanchismo.
Más de un año en el que Ciudadanos, empoderado y estimulado por los sondeos, buscará consolidar también su imagen de "partido de Gobierno" y el perfil presidencial de Albert Rivera. Aunque hoy mismo, cuando las encuestas más le sonríen, el proyecto de la formación naranja se perciba, en palabras de Iñaki Gabilondo, “impreciso, turbio e inmaduro”, muy mal tendría que jugar sus cartas Rivera para no optimizar al máximo los réditos de la aplaudida y recompensada determinación de su partido ante el reciente desafío soberanista. También su agradecida posición de partido bisagra, capaz de conformar mayorías parlamentarias a su derecha en Madrid y a su izquierda en Andalucía, con escaso riesgo de desgaste por la acción de Gobierno de Cristina Cifuentes o de Susana Díaz. Y un largo año en el que Podemos sabrá, sin duda, quitar hierro a su fugaz romance con la revuelta soberanista, agonizante.
Quién puede saber entonces qué podrán decir los sondeos dentro de un año. Si las circunstancias que han puesto hoy ante Pedro Sánchez una oportunidad única para todos los partidos, serán las mismas que las de este enero de 2018. O si a medida que se acerquen las elecciones, se irán evaporando. Lo que es seguro es que los sondeos electorales cotizarán al alza en los próximos meses.
Más de un año en el que Ciudadanos, empoderado y estimulado por los sondeos, buscará consolidar también su imagen de "partido de Gobierno" y el perfil presidencial de Albert Rivera. Aunque hoy mismo, cuando las encuestas más le sonríen, el proyecto de la formación naranja se perciba, en palabras de Iñaki Gabilondo, “impreciso, turbio e inmaduro”, muy mal tendría que jugar sus cartas Rivera para no optimizar al máximo los réditos de la aplaudida y recompensada determinación de su partido ante el reciente desafío soberanista. También su agradecida posición de partido bisagra, capaz de conformar mayorías parlamentarias a su derecha en Madrid y a su izquierda en Andalucía, con escaso riesgo de desgaste por la acción de Gobierno de Cristina Cifuentes o de Susana Díaz. Y un largo año en el que Podemos sabrá, sin duda, quitar hierro a su fugaz romance con la revuelta soberanista, agonizante.
Quién puede saber entonces qué podrán decir los sondeos dentro de un año. Si las circunstancias que han puesto hoy ante Pedro Sánchez una oportunidad única para todos los partidos, serán las mismas que las de este enero de 2018. O si a medida que se acerquen las elecciones, se irán evaporando. Lo que es seguro es que los sondeos electorales cotizarán al alza en los próximos meses.