lunes, 28 de junio de 2010

Recupero, con leves modificaciones, este post que publiqué en Perikoticias en Junio de 2007.



Comienza hoy, 28 de junio, la semana del Orgullo LGTB (aunque durante este fin de semana ya se han celebrado manifestaciones en distintos puntos de España). Muchos siguen sin saber, sin embargo, cómo surgió este día de reivindicación de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales. Hartos de los abusos y vejaciones (incluso violaciones) a los que la policía de New York sometía a los gays y travestidos de la zona, estos decidieron que ya estaba bien y pasaron a la ofensiva. Lo que pretendía ser una redada más, acabó con la policía atrincherada dentro del local, cercados por aquellos a los que habían pretendido amedrentar una vez más. Los disturbios tuvieron lugar en torno al bar gay Stonewall Inn, en la mítica calle Chistopher de New York City, frecuentado por transexuales y admiradores, en la madrugada del 28 de junio de 1969, cuando la policía irrumpió en el local para una redada indiscriminada. La resistencia a ser arrestados, provocó una batalla campal que se extendió varios días produciendo heridos en ambos bandos. Se da por cierto que el estado de ánimo de los presentes después de haberse celebrado el multitudinario funeral de Judy Garland, un icono para la comunidad gay de EEUU y del resto del mundo, fue lo que les condujo a resistirse en lugar de someterse pacíficamente como hasta entonces. La leyenda cuenta que cuando la policía irrumpió en el bar sonaba, en homenaje a la artista fallecida, su interpretación de "Over the rainbow", que ya entonces era un "himno gay", pues habla de un lugar "más allá del arco iris" donde los problemas desaparecen y los sueños se convierten en realidad.




A partir de esta fecha, el 28 de junio se celebra en todo el mundo el Día del Orgullo Gay, en conmemoración del día en que un grupo de personas se plantó frente a la discriminación. Pero lo más importante es que ese día comenzó el fin del oscurantismo, de la vergüenza, de sentirse diferente, de vivir nuestra sexualidad "en pecado". Comenzó el camino a la igualdad, a la tolerancia, al respeto, a la LIBERTAD. Por eso, cada 28 de Junio, los miembros del colectivo LGTB de gran parte del mundo celebramos nuestro Orgullo. Para recordar que nadie nos ha regalado nada, que no le debemos nada a nadie, y, sobre todo, que todavía tenemos mucho que conseguir, pues quedan muchos lugares en el mundo en los que se nos persigue, se nos detiene e incluso se nos ejecuta legalmente por lo que no me canso de llamar delitos de amor.

El sábado, 3 de julio, en Madrid, miles de personas desfilaremos llenos de orgullo: lesbianas, gays, bisexuales, transexuales y heterosexuales. Acompañados de nuestros familiares y amigos iremos a celebrar la gran fiesta de la diversidad. Allí nos vemos.

domingo, 16 de mayo de 2010

En un rincón del alma


Siendo muy niño descubrí en casa de mi abuela materna a este gran señor de la canción en un single de vinilo a 45 revoluciones, que aún conservo, y que contenía, entre otras, la bella canción que titula este post. Con once o doce años, mis padres me llevaron a verle, a escucharle cantar en directo por primera vez, en Isla Cristina. Desde entonces su voz y sus canciones han formado, de alguna forma, parte de la banda sonora de mi vida. Mi admiración y afecto por sus letras y melodías no fueron fáciles de compartir en una adolescencia que transitaba por los años 80 del siglo XX, dominados por la movida, la explosión del pop español y la entrada a saco del punk y el rock extranjero. Pero fueron, y son.

Han pasado más de 30 años desde aquella madrugada isleña, y han sido muchas, muchas, las veces que he asistido a recitales de este argentino afincado en España, habiendo tenido ocasión de conocerle y saludarle. Hasta creo que él desarrolló cierta simpatía por aquel chico que, por su edad, no era parte de su público habitual, siempre formado por personas mayores de 30 años. Con 16 años, estando en La Antilla, y puesto que no era fácil que mis amigos quisieran compartir conmigo el universo Alberto Cortez, una noche me puse en la puerta del bar El Ancla, que regentábamos los miembros de la pandilla, y cada vez que pasaba un coche preguntaba en voz alta si no irían al concierto que esa noche daba, junto a la tristemente fallecida Mercedes Sosa, en La Rábida. Y alguien paró, el maestro del colegio de primaria de La Antilla, el pobre Paco Toronjo, también fallecido, que me dijo "sube, chaval, vamos a ver al maestro Cortez". Una odisea, por cierto, de la que a lo mejor dejo testimonio en este blog alguna vez, pero de la que hoy sólo destacaré que finalizado el concierto, Toronjo me llevó a la Hostería de La Rábida, donde el cantante se alojaba. "Digan a don Alberto Cortez que está aquí su primo Paco Toronjo que quiere presentarle a un amigo". Cortez, sin duda pensó pensó que se trataba del genial intérprete onubense de fandangos y no dudó bajar a corresponderle. Yo lo estaba pasando fatal, consciente del engaño que estábamos cometiendo, y mi idolatrado artista, que me había reconocido, se dio cuenta. Tras un breve saludo de cortesía, se disculpó porque tenía prisa, dijo, y antes de volver a su habitación cogió una tarjeta del hotel y escribió: "Perico, recuerda este día con tu amigo Alberto Cortez". Joder, qué momento, no sólo no se había enfadado por la triquiñuela, sino que sabía quién era yo, como confirmó poniendo mi nombre en aquella tarjeta y aquellas, para mí, entrañables palabras.

Muchos años han pasado, como decía, y esta tarde he tenido la enorme satisfacción de volver a escuchar en directo "la voz de la amistad", como llaman en México a este viejo trovador cuyas muy hermosas canciones siguen emocionando a gentes de todo el mundo. Acompañado sólo de un sensacional pianista de 22 años, Patricio Peña, la inconfundible simpleza de su traje y camisa negros -simpleza que le sugirió Edith Piaf-, y en un teatro Fernán Gómez de Madrid lleno hasta la bandera, ha vuelto a conquistar a un auditorio entregado que hemos disfrutado, una vez más, de la prodigiosa voz de Alberto Cortez y de canciones como esta que les dejo, porque hay que compartir con los amigos, como diría el cantante. Que siga siendo tan grande otros 30 años más y que yo, y todos ustedes, tengamos la ocasión de seguir disfrutando de su música y de su poesía.




¿Entienden por qué me gusta o no?



miércoles, 28 de abril de 2010

No quiero que mi blog sea sólo el contenedor de mis opiniones sobre las noticias del día, aunque con ese objetivo nació. De vez en cuando -ya lo he hecho con anterioridad- daré rienda suelta a mis recuerdos, más o menos entretenidos, con el objetivo de ejercitar el noble arte de escribir, aunque no haya sido llamado a este mundo para ello. Recientemente he tenido ocasión de recordar, en un reecuentro con amigos de la adolescencia, esto que sigue.



Tras una agónica semana dale que te pego y dale que te pego con las ganas que tenían de hacerlo, Jaime, no recuerdo cómo, consiguió que alguien nos llevara a los seis a ver a Joan Manuel Serrat al Auditorium de Gibraleón. Y allá que nos vamos los dos con cuatro descerebradas, auténticas groupies, nerviosas a más no poder. No había comenzado el concierto y ya habían peleado con todo insensato que osó sentarse en el campo visual que ellas habían elegido, pesara a quien pesara, para disfrutar su noche de amor, vía recital, con Joan Manuel Serrat.

Sobre todo Gloria. Fue aparecer el cantautor en el escenario que sus voces resonaron en todo el auditorio. "¡¡¡Te quiero. Te quiero!!!" Sobre todo la de la Gloria. "¡¡¡¡¡TE QUIEEEEEEEEEERO!!!!!" Maille, Maica y Rocío le querían. Pero, decibelios mediante, Gloria le quería más. Y así una y otra vez durante las cinco o seis primeras canciones. Hasta que hubo un momento en que el pobre artista, abrumado por tanto amor, no tuvo más que corresponder a tan apasionada audiencia.

- Me encanta que me quieras –dijo-. Yo, nena, hago esto para que me quieras. Escribo canciones y vengo aquí a cantarlas... ¡para que me quieras!

De pronto dio miedo el silencio en el Auditorium.

- Ahora, nena… -continuó Serrat- si de verdad me quieres… Por tu madre, nena, ¡¡cá-lla-te!!

La tensión era extrema. Los asistentes al concierto no sabían adónde mirar, en un ejercicio de vergüenza colectiva por el mal rato que parecía estar pasando el cantante. Pero... nada hay más grande que el amor y, allí me las den todas, volvió a sonar en aquel tenso silencio la voz de Gloria, tronante:

- Pero. Perooooo… ¡¡¡¡¡¡¡SI ME ESTÁ HABLANDO A MIIIIIIIIIIÍ!!!!!!!

Tornóse la tensión en hilaridad. El público se partía, literalmente, de risa. Jaime y yo, cubata en mano, no dábamos crédito y Joan Manuel Serrat, vencido, decidió seguir deleitándonos con sus canciones asumiendo que, al menos aquella noche, sufriría como ídolo, cual estrella de rock, aquel extraño público.

Cuando acabó el concierto, el cantante tuvo el detalle de dejar que su amante fan se acercara al escenario y le diera dos besos, aunque Gloria supo aprovechar el momento para darle uno sólo. Agarró la cabeza del artista con la fuerza de su pasión desaforada y pegó labios con labios en un momento digno de portada. Serrat, dizque amable, le pasó la mano por detrás de la cabeza y, cuando logró apartarla, salió corriendo despavorido por el escenario mientras Gloria se alzaba en su persecución y tropezaba con una silla que hizo caer al encargado de seguridad quien, desde el suelo y para salvación del pobre Serrat, hizo de escudo protector y colchón para Gloria que cayó encima.

Volvimos en dos coches. Jaime en uno con Gloria, que no dejaba de mirar por la ventanilla hacia la noche estrellada murmurando: "Me ha besado. Y me ha tocado el pelo", mientras Jaime la miraba sin dar crédito aún a lo vivido. Yo compartía el otro con Maille, Maica y Rocío que, vivos ejemplos de la envidia que sólo las groupies serratianas están llamadas a sentir, decían una y otra vez. "Menuda es Gloria. Siempre se queja de mala suerte. Y a ella… ¡la ha besado y le ha tocado el pelo!

Jaime y yo siempre pensamos que, en realidad, Serrat usó el pelo de Gloria como asidero para tirar de su cabeza y poder así apartarla antes de que con la lengua lastimara su laringe. Y es que el hombre tenía concierto al día siguiente.

A mis queridas Maille, Maica, Rocío y, cómo no, mi idolatrada Gloria.