jueves, 18 de julio de 2019

El viaje a ninguna parte de Pedro Sánchez (y los otros)




La cosa va de 'ultimatums'. Podemos ha puesto como precio para sumar sus 42 escaños a los 123 del PSOE formar un Gobierno de coalición en el que cada partido designe a sus ministros en proporción al respaldo electoral obtenido. Se podrá estar de acuerdo o no, pero es una propuesta legítima que cumple los estándares del sistema democrático.
El PSOE rechaza la oferta y exige los votos de Unidas Podemos de forma incondicional. Si no, dice Carmen Calvo que no descarta que Pedro Sánchez sea investido con los votos de independentistas, EAJ-PNV, Compromís y PRC. Empero, llama a la "abstención responsable" (cosas veredes...) a una derecha fragmentada a la que sólo parece unir, con notable éxito, el "todos contra Sánchez". Lo hace para no tener que no descartar (parece coña. pero va de eso) los únicos votos que presume poder atar de aquí a la semana que viene. Empresa inútil para un órdago tan poco consistente. Casado y Rivera quieren ir a elecciones. Para ellos, una segunda vuelta vital que resuelva el liderazgo de la derecha, pero menosprecian el poder que ellos mismos han entregado a la extrema derecha reaccionaria, o cuánto espacio más pueden llegar a cederles.
El nuevo PSOE, que hasta la moción de censura ilustraba todos sus actos con el pomposo rótulo Somos la Izquierda, se muestra incapaz de domeñar la intransigencia de Podemos (que ya les vale también, ¿dónde está IU?), y de gestar un Pacto de Legislatura para que 165 diputados de izquierdas actúen como una fuerza mayoritaria, estable y de progreso, que propicie acuerdos parlamentarios durante los próximos años para que las necesarias reformas (sociales, económicas y laborales) que este país está demandando no las acaben haciendo los otros al grito de "Santiago y cierra España".
Es lo que han pedido las urnas. Seguir repitiendo como un mantra que los españoles han dicho "alto y claro" que quieren que el PSOE gobierne en solitario, es faltar a la verdad y al debido respeto a la inteligencia del electorado, que sabe perfectamente lo que ha votado. Que los adalides del dramático "no es no" emprendan (otra vez) el camino de falsear el imaginario popular sugiere extravagancia, grosería y cierta comicidad. Y demasiada falta de estrategia para tanta ambición de poder.
Al punto, tan insensato como desesperado, de amenazar con aceptar síes que -excepto Revilla y Baldoví- ni les han sido ofrecido (y mucho menos, gratis) ni los socialistas se atreven a pedir abiertamente. Y, de paso, enviar a la Oposición a esos preciosos y necesarios 42 escaños de la izquierda. El caldo de cultivo para un Gobierno débil, inestable y sometido/sometiendo al Real Decreto y el permanente chantaje de la convocatoria electoral. Suma cero.
Con estos mimbres, este país va a estar en elecciones de forma permanente. Sin un Presupuesto progresista (pues no hay que olvidar que el primero y único presentado al Congreso por Sánchez fue rechazado, entre otros, por los que se supone que le darían la investidura la semana que viene), y sin poder abordar reformas estructurales de calado social. Tal vez durante décadas.

martes, 23 de abril de 2019

Editorial publicado hoy en La Mar de Onuba.


El ganador moral del debate de ayer en RTVE fue Xabier Fortes, y junto a él todo el equipo de profesionales de la televisión pública. Lamentable que ninguno de los líderes políticos quisiera (o supiera) aprovechar el formato que el moderador del encuentro les ofreció insistentemente, y optaran por aguantar sin responder cada embestida verbal de sus contrincantes, a la espera de que la suya propia diluya la anterior en el olvido de los televidentes. El presidente del Gobierno fue bastante explícito en esa estrategia cuando vino a decir que prefería no responder a una interpelación directa porque seguro que vendría alguna más del mismo tenor de sus otros oponentes y deseaba “reservarse”. Rehuyeron el debate, que era lo que les había citado en el Estudio 1 de TVE. Ni Sánchez, ni Casado, ni Iglesias ni Rivera estuvieron a la altura que el respeto a los electores exigía del esencial acto electoral de ayer en la televisión de todos. A ver qué hacen hoy.

Quizás quienes mejor aprovecharon el debate fueron Pablo Iglesias y Albert Rivera, o al menos así lo habrán percibido sus seguidores, aunque al líder de Ciudadanos lo mataron sus intentos de generar cierta crispación -sin éxito- a cuenta del tema catalán, y el teatral “minuto de silencio” (Páramos dixit). Rivera comenzó muy bien, pero pierde las formas como un gremlin alimentado después de la doce; pasa de candidato a tertuliano no más intuye una barretina. El candidato de Ciudadanos, y su corte, deberían revisar cómo verbalizan en ocasiones el conflicto catalán, y cuánto de fuego aportan a la gasolina independentista. El ruido no es mejor que el silencio.

Pablo Iglesias compareció con las tiritas de Villarejo. Compareció ante los españoles vestido del Podemos de siempre, que “vuelve” tras haber sido acosado durante toda la Legislatura con insidias mediáticas pergeñadas con información falsa por la “policía política” del Partido Popular. Una aberración democrática para manipular el imaginario electoral de los españoles. Iglesias, constitución en mano, reclamó más estado social y defendió que “sí se puede” sostener. Era su objetivo principal. Trasladar al votante que quien gobierna es quien decide lo que el Estado paga y lo que no. Y es el votante quien decide quién gobierna. Situó al PSOE, sin porfías, como el partido ganador de las elecciones, e instó a Sánchez a revelar a los telespectadores con quién pactaría su investidura en igualdad de condiciones.
Pablo Casado perdió ayer las elecciones. Con bastante probabilidad, también perdió la presidencia del Partido Popular. Los resultados del próximo domingo se anuncian como una debacle para el PP de dimensiones catastróficas (lo será perder más de 50 diputados, como lo fue para el PSOE tras los comicios de 2011), que tendrá sus réplicas en las municipales y autonómicas del mes próximo, y que exigirán un profundo proceso de catarsis y refundación de la derecha española. Casado demostró ayer que no está capacitado para ser quien lidere ese proceso.
Y Sánchez obtuvo lo que esperaba para sí mismo. No sufrió ningún rasguño grave. Encajó los golpes como si no fueran con él. Y propinó dos mandobles letales (el color de sus pactos con Bildu y el plano de la corrupción por plantas de Génova 13) a Pablo Casado, que buscaba el cuerpo a cuerpo con el Presidente y salió mal parado. El favorito de todos los sondeos concurría con los viernes sociales bajo el brazo, tras haber pasado 10 meses ejecutando por adelantado su programa electoral. Presumió mucho y aportó poco. Pero los suyos podrán decir que ganó el debate sin tener que torcer el gesto. Como los de Iglesias y los de Rivera. Y los de Abascal.

viernes, 23 de noviembre de 2018

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sábado, 10 de noviembre de 2018

Volver a enterrar a Franco


Pedro Sánchez ha vuelto a poner fecha, otra vez, a la exhumación de Franco del Valle de los Caídos. La enésima estimación de Sánchez presidente sitúa ahora el hito reparador en algún momento de 2019. Interpretando sus palabras, el año que viene no finalizará si antes los restos del dictador no reposan en otro sitio.
El no-Comité Federal del PSOE de este sábado ha durado menos de una hora, en la que Sánchez secretario general no ha presentado ningún informe de gestión ni ha compartido con la dirección del partido un análisis político que no se resuma en mantras propios de la era Sánchez que son innecesarios reproducir.
Lo único noticiable de los cuarenta minutos de reunión ha sido la carga contra la ausente Susana Díaz de unos pocos “sanchistas” que reprochan a su líder no haber exigido para ellos un lugar destacado en las listas andaluzas, puestos que sus propias agrupaciones les han negado. El sancherío furibundo considera ilegítimas las direcciones territoriales que no profesan un estentóreo culto a su líder. Este, por cierto, no disimula su distanciamiento con esos hooligans faltones que convirtieron los preámbulos del 39 Congreso Federal en la actual pesadilla del socialismo español, cautivo y desarmado por Sánchez y Sánchez. Pero ellos reclaman haber sido quienes resucitaron a Sánchez.
Acabado el tedioso trámite que supone recibir en audiencia al Comité Federal un par de veces al año, el binomio Sánchez se ha dado un baño de masas en Fuenlabrada, donde a los candidatos autonómicos se le ha tomado juramento de lealtad lealtad y demandado el compromiso de llevar el sanchismo en mayo de 2015 a sus respectivas comunidades, devaluando de paso los proyectos y liderazgos regionales.
Un acto a mayor gloria de los Sánchez en el que han sido sonadas la esperada ausencia de Javier Fernández -el único socialista que no les ríe las gracias-, así como las de Guillermo Fernández Vara, Susana Díaz y Javier Lambán, que comenzaba el fin de semana leyendo "L El rey recibe", última novela de Eduardo Mendoza.
Los Sánchez han escenificado su triunfalista discurso ante un atril en el que podía leerse “Estamos preparadas, Estamos preparados”. En su alocución, propia de la factoría del loco Iván, ha hecho gala de su absoluto desdén hacia los socialistas andaluces, a cuya candidata, Susana Díaz, no ha perdonado su ausencia y ni siquiera ha mencionado por su nombre.
En un acto cuya razón de ser era presentar a un PSOE engrasado para abordar el largo año electoral que comienza en Andalucía el 2 de diciembre, las únicas palabras para la mayor federación del PSOE, la primera que concurrirá a las urnas, el esperado gesto de la fraternidad sobre la que Sánchez y Sánchez ha pontificado hoy en Fuenlabrada, han sido : “primero ganaremos las elecciones en Andalucía y luego ganaremos las municipales, las autonómicas y las europeas en 2019”. Fin de la cita.


A renglón seguido, Sánchez secretario general y Sánchez presidente han vuelto a sorprender, como decía, con la exhumación de Franco, esta vez en algún momento de 2019. Sánchez presidente ya ha dado por perdida la batalla para que el dictador no pase su 43º año nuevo junto a sus víctimas bajo la aberrante Cruz del Valle.
Sánchez ostenta el mérito de que, como el del Cid, el cadáver de Franco haya regresado para volver a dividir a los españoles. Y está dispuesto a mantener esa tensión cargando el retraso en la cuenta de otros, sean los descendientes del dictador, la ICAR (¿a qué diablos fue Carmen Calvo al Vaticano?), o los jueces. Como si de verdad fueran parte interesada del acto de necesaria reparación histórica que supone expulsar los restos del dictador de su actual sepultura.
Si Sánchez pretende que los españoles valoren su determinación, no puede seguir aplazando la orden. Tiene que notificar a los nietos de Franco qué día y hora se procederá a exhumar el cadáver del abuelo. También debe comunicarles la prohibición expresa de llevarlo a espacios que supongan un privilegio sobre el resto de fallecidos españoles. Los de ayer y los de hoy.
Si llegada la fecha, la familia no ha decidido qué hacer con los restos del caudillo, el Gobierno debe depositar sus restos en un tanatorio y ponerlos a disposición de los Martínez Bordiú-Franco. El Gobierno debe garantizar medidas de conservación hasta que, en el plazo máximo que se determine, Franco sea recogido. Y si, agotado el plazo, los familiares no reclaman el cadáver, proceder como con cualquier otro fallecido cuyo cuerpo no es reclamado por nadie.
Lo que no puede seguir haciendo Sánchez presidente es reclamar todos los días la medalla de haber tenido el coraje de sacar a Franco del Valle de los Caídos sin haberlo hecho. Esperando el mejor momento y dilatando la decisión en busca de réditos electorales. El audaz arrojo de Sánchez y Sánchez ha devuelto a Franco y su legado a la actualidad política, y ha regalado al dictador y su luctuosa obra una cuota de pantalla de la que no gozaba desde el mismo día de su muerte.
Los españoles necesitamos el legítimo ajuste de cuentas con la Historia que supone la exhumación del sátrapa gallego, pero no merecemos que en ese proceso Franco se nos aparezca, como el Cid, redivivo y sonriente durante el almuerzo.
Si no hay determinación para tomar una decisión que amparan leyes que superan ya la decena de años, mejor dejarlo de momento. Los que deseamos que Franco repose como un mal recuerdo de la Historia en archivos y bibliotecas, estamos cansados del comodín de Cuelgamuros. Esperamos la noticia de que Franco ya no está en el Valle. No necesitamos verlo en directo y en prime time. Sólo faltaba que sea Franco quien gane las elecciones para el PSOE. Es urgente volver a enterrar a Franco.