martes, 5 de abril de 2016

Albert Rivera se quita la careta mientras Pedro Sánchez permanece secuestrado

Aún no se ha logrado conformar el supuesto Gobierno Progresista y Reformista pactado entre PSOE y Ciudadanos y los de Albert Rivera ya han violado, y a lo grande, el espíritu de lo acordado con toda solemnidad mientras los partidos de izquierda esperaban en una sala del Congreso de los Diputados que los representantes socialistas se sentaran a la mesa.

Este martes, los diputados de Ciudadanos, el “socio imprescindible” de Pedro Sánchez para sentarse en el despacho principal de La Moncloa, dejaron solo al PSOE en dos votaciones esenciales para iniciar el camino del cambio, y optaron por sumar sus votos al Partido Popular para impedir la derogación de dos leyes claves del nefasto balance la mayoría absolutísima con la que Mariano Rajoy han construido un país a medida de los intereses de sus patrocinadores, con menos derechos para los ciudadanos, más restricciones de las libertades y la caja pública abierta al exclusivo servicio de la banca y las grandes empresas.

La negativa de Albert Rivera cumplir lo pactado y aliarse con el PP en dos elementos claves para la recuperación de la normalidad democrática es distintiva del tipo de Gobierno que el joven líder de la nueva derecha pretende imponer a Pedro Sánchez. Es también una demostración de fuerza que deja en muy mal lugar al Secretario General del PSOE, que se ha mostrado incapaz de conseguir que el deseado socio para convertirse en Presidente le secunde en dos iniciativas tan importantes como son la derogación de las leyes Mordaza y Wert.

El comportamiento de los diputados de Ciudadanos, supone de facto, un incumplimiento flagrante de lo acordado con el PSOE. Así, ¿con qué fuerza pretende Pedro Sánchez sentarse esta semana en una mesa a tres para pedir a Podemos que se sume a un pacto que, en su primera prueba de fuego, no es respetado por uno de los firmantes que, además, Sánchez insiste en presentar como indisoluble de su propuesta de cambio?

Por su parte, Ciudadanos hace una insolente demostración de fuerza el mismo día en que deja con el culo al aire a Pedro Sánchez, y en vísperas de la deseada reunión a tres bandas cambia su discurso y exige mando en plaza y cuota de sillones en un Consejo de Ministros que más bien parece que no desea que llegue a constituirse.

Albert Rivera actúa atendiendo a lo que dicen los sondeos y se burla del PSOE. Se presenta como garante de un pacto que pueda desalojar al PP del Gobierno y que mantiene secuestrado a Pedro Sánchez, pero al mismo tiempo se dedica a dinamitar dicho pacto, a la espera de que el fracaso desemboque en una convocatoria de unas elecciones que ansía sin disimulo.

Con la distribución actual del Congreso, la grosse koalition que sueña Rivera no requiere de su concurso, y así se lo han dejado bien claro desde el Partido Popular. Su exitosa estrategia desde el 20 de diciembre, empero,  anuncia una nueva aritmética en la que los excluidos serán los partidos de izquierdas, y en la que Rivera podrá cómodamente exigir el lugar que prefiera en un Gobierno doblemente de derechas que perpetúe a Mariano Rajoy y su corrupto partido al timón de nuestro país.


La única salida creíble pasa la inmediata ruptura por parte de Pedro Sánchez del pacto con Albert Rivera, expulsar a Ciudadanos -por traidor- de la negociación prevista con Podemos y recuperar, si es que aún se puede,  la mesa que sabiamente propuso Alberto Garzón y en la que los otros partidos de izquierda se quedaron con cara de lelos mientras Sánchez firmaba a sus espaldas un pacto que les excluía.

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