jueves, 13 de octubre de 2016

¿Indecentes o responsables?




Se suceden en los últimos días gruesas acusaciones -de indecencia, entre otras- contra los que nos manifestamos abiertamente a favor de la abstención en la investidura de Mariano Rajoy, y de que el Partido Popular conforme el próximo Gobierno. Duele especialmente, cuando estas provienen, además, no ya de compañeros, sino de amigos. Forma parte ya de la sentencia en 140 caracteres, la mayoría de las veces ausente de análisis, que se impone y empobrece el debate político.

Los que defendemos la abstención somos los mismos que hubiésemos apoyado sin dudarlo un gran Pacto de Gobierno entre PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos. Suscribimos el Manifiesto por un Gobierno de Progreso promovido por destacadas personalidades de la política (muchos de ellos del PSOE), el sindicalismo, del Arte y de la Cultura, en general. Muchos, incluso apoyamos un acuerdo con Podemos, Izquierda Unida y los partidos nacionalista e independentistas tras las elecciones de Diciembre pasado. Un pacto que, sin embargo, es hoy imposible. Una vez iniciado el llamado ‘proceso de desconexión’ por el Parlamento de Catalunya, un acuerdo con el partido de Artur Mas y Jordi Pujol -que como todo el mundo sabe es un referente (por competencia) frente al inmoral y corrupto PP- y con Esquerra Republicana de Catalunya es a todas luces imposible, en tanto en cuanto el Gobierno de la Nación, sea del signo que sea, e incluso compartiendo simpatías con la causa independentista, está obligado a recurrir e impedir, pues es un proceso -nos guste más o menos- fuera de la Ley. Si alguien afirma que sería posible dar estabilidad a un Gobierno sustentado por partidos condenados a enfrentarse en un futuro cercano, o ha perdido el concepto de la realidad política, o sencillamente miente. Ergo, hipócrita. O irresponsable.



Promover un pacto condenado al fracaso en pocos meses, y que devendría elecciones sí o sí por dicho fracaso, sería dar alas a un Partido Popular que se sometería a las urnas, con toda su corrupción y su indecencia, con la campaña electoral regalada por los fracasados supuestos salvadores de España. Acabarían siendo estos los verdaderos responsables de poner el futuro inmediato de los españoles en manos de la derecha reaccionaria ‘popular’ y de la ultraderecha económica que encarna el partido de Albert Rivera. De la supuesta pureza ideológica y moral surgiría el fortalecimiento indubitado del demonio al que hoy se acusa injustamente a los socialistas de proteger.


Los que defendemos la abstención sentimos el mismo asco que ellos. Se nos revuelven todas las tripas de saber que el Partido Popular, sustentado por ocho millones de votos y una sólida mayoría minoritaria en el Parlamento -y con nuestra dolorosa, sí, abstención-, va a seguir al frente del Gobierno. Pero también defendemos la gran oportunidad de poder administrar, tal vez por primera vez, un Congreso con capacidad de frenar las ínfulas autoritarias de la derecha azul, y el neoliberalismo salvaje de la naranja. Es nuestra forma de entender la decencia y el compromiso político ante un enemigo que, tristemente, concita más apoyo electoral que cada uno de los partidos que nos enfrentamos a ellos en las urnas. Entendemos que es una irresponsabilidad ofrecer al PP, ya sea en diciembre o lo sea dentro un año, siquiera la posibilidad de aumentar su mayoría y un Gobierno libre de la pesada carga de la Oposición a la que hoy se enfrenta.

Así que donde unos ven indecencia o dejación ideológica, otros vemos responsabilidad y compromiso con nuestros ideales, que también son de izquierda. Los hechos y las circunstancias son los que son, y la verdadera grandeza de la Política está en conocerlos, asumirlos y administrarlos con la mejor estrategia para la defensa de la ciudadanía. Podremos estar equivocados, como pensamos que los equivocados son otros, pero poner en duda la decencia de nuestros argumentos solo puede ser fruto de la mala fe o de la hipocresía. O de la irresponsabilidad.