domingo, 11 de septiembre de 2016

Oposición determinante o (darse por vencido a las) terceras

Publicado en Diario 16,  El Socialista Digital y Liverdades

Si su Comité Federal no lo remedia tras las elecciones vascas y gallegas, Pedro Sánchez y el PSOE habrán perdido la oportunidad de liderar, por primera vez en nuestra aún reciente democracia una Oposición determinante, con capacidad legislativa y de bloqueo y, lo que es más importante, poder suficiente para enmendar los Presupuestos Generales del Estado y evitar que Rajoy vuelva a endosar a los trabajadores y clases más desfavorecidas la factura de los recortes exigidos por la derecha europea que ordena y manda en las instituciones comunitarias.

Sánchez sigue sin haber entendido qué papel juega Ciudadanos en el nuevo tablero político español, y que el objetivo último de la ruta Rivera no es otro que afianzar el viejo bipartidismo reservándose para sí un estable espacio moderador en el que se ve siempre habilitado manteniendo una horquilla entre veinte y cincuenta diputados. Y, de paso, cerrar la puerta a cualquier opción de Gobierno que incluya a las denominadas fuerzas del cambio, de las que el partido naranja -admítase de una vez- no forma parte. Hasta que la dirección socialista no entienda esta realidad, el PSOE tendrá muy difícil encontrar su ubicación en el tablero.

Sánchez hizo gala de una enorme bisoñez política cuando, en su desmedida ambición personal, cayó como un pardillo en la trampa tendida por el líder de la nueva derecha española en la breve Legislatura anterior. Rivera convenció al candoroso secretario general de los socialistas para que se levantara -a hurtadillas- de la mesa convocada por Alberto Garzón y subscribiera el Pacto del Abrazo (del oso) con el absurdo argumento de que la mera posibilidad de apartar a Mariano Rajoy de La Moncloa sería una oferta que el resto de la oposición no podría rechazar. Sabiamente cegado por los cantos de sirena del joven líder catalán, Sánchez no vio que el objetivo era precisamente el contrario, alejar del Ejecutivo cualquier alianza de corte rupturista con las políticas que tanto sufrimiento y desigualdad han traído -sobre todo- al Sur de Europa, y, de paso, hacerse un currículo negociador a ambos lados de la cámara que higienizara su calculado pacto con los aliados naturales del Partido Popular.

En tan desmedida ambición y falta de visión, Sánchez prácticamente firmó un documento en blanco ante el joven piquete naranja y neoliberal en el que, sin sopesarlo, renunció a las principales medidas regeneracionistas que reclaman expulsar al PP del Gobierno, y que pueden resumirse -más allá de los oportunos ítems regeneracionistas y anticorrupción- en tres medidas esenciales. A saber: derogación de la reforma laboral que ha terminado con los derechos y fuerza negociadora de los trabajadores –al punto de convertir la enfermedad en causa de despido-, la Ley Wert que hace de la educación de calidad un artículo de lujo solo para privilegiados, y de la retrógrada y neofascista Ley Mordaza, que posibilita el uso de los agentes del orden como policía política y, entre otras lindezas, persigue y castiga a quien documente y denuncie sus abusos y agresiones. Dicho de otra forma, en su onanista fantasía presidencial, Pedro Sánchez aparcó la necesidad de desmantelar los pilares básicos del legado mariano, perfectamente resumido en los celebrados lemas “¡que se jodan!” y “¡que soy compañero, coño!”. Como preveía la muy estudiada ruta Rivera, se alejó de un pacto de Gobierno acorde a la que pudo ser una mayoría parlamentaria de las que ahora sí reivindica como “fuerzas del cambio”.

El resultado de su desmedido sueño monclovita es tan lamentable como -doblemente- histórico. El electorado renovó con dureza el castigo al PSOE por no reivindicarse de forma creíble como la fuerza que lidere el cambio que la mayoría reclama, y volvió a penalizar a los socialistas con cinco escaños menos de los humillantes noventa obtenidos el 20D. A su izquierda también hubo reproches, sí, pero menos, pues lo cierto es que la suma de Podemos, las confluencias e Izquierda Unida apenas varió a efectos parlamentarios, al perder solo tres diputados y mantenerse como una poderosa alternativa al liderazgo del PSOE frente a la derecha parlamentaria que encarnan, al alimón, PP y Ciudadanos.

Ahora, sin siquiera tener el valor de decirlo, Sánchez pretende articular un nuevo acuerdo, esta vez sí, con las antes denostadas fuerzas del cambio, que concite la abstención de Ciudadanos a fuer de excluir del Gobierno a los miembros de Unidos Podemos, y, de nuevo, con el básico e impreciso programa de expulsar al PP del Ejecutivo. Un reto imposible de lograr. Hace tiempo que Ciudadanos no oculta que su principal razón de ser como actor de la política nacional es evitar que Podemos y las confluencias lleguen a ser opción de Gobierno o con influencia real sobre la acción legislativa de Las Cortes. Pensar que con solo ochenta y cinco diputados se puede aspirar a presidir el Ejecutivo es algo que sólo cabe en la mente de alguien tan ingenuo como Pedro Sánchez.

El problema es que el aún líder socialista es plenamente consciente de que en el momento en que Rajoy logre ser investido Presidente, sus días como secretario general del PSOE habrán llegado a su fin, y ha optado por alargar la interinidad del actual Gobierno y, con, ella, la suya propia. Para lograrlo, todo su equipo mediático, al galope de los cuatro jinetes del Apocalipsis socialista (César Luena, Antonio Hernando, Óscar López y el sempiterno Rafael Simancas) y el agregado Patxi López, no han escatimado un solo segundo de radio o televisión para introducir en el imaginario del electorado la falsa idea de que la abstención es un apoyo explícito al Partido Popular. Arrastrando al PSOE a unas nuevas elecciones en las que Sánchez aspira a repetir candidatura gracias a la secular e impostada paz interna que caracteriza a los socialistas en periodo electoral.

Pero lo cierto es que Mariano Rajoy ha logrado -y volverá a hacerlo, qué duda cabe, tras el 25 de septiembre- articular una mayoría parlamentaria que, sin ser absoluta, es la única en condiciones de plantear una investidura. Empero, sin terceras mediante, un Gobierno presidido por Mariano Rajoy se verá sometido a un fuerte control del Hemiciclo (algo inédito hasta la fecha), e incluso se verá forzado a gestionar leyes que el PP nunca promovería por sí mismo. O, mejor aún, desde La Moncloa podrá sentir cómo el Congreso deroga sus reformas más perniciosas para la ciudadanía. Será, además, un Gabinete susceptible de ser cesado mediante moción de censura una vez que la estabilidad legislativa permita a los socialistas renovar (con o sin Pedro Sánchez) su liderazgo  y su proyecto. Conviene no olvidar que Sánchez carece de un mandato político propio, toda vez que su secretaria general proviene de un Congreso Extraordinario cuya función era llevar a término el proyecto encabezado por Alfredo Pérez Rubalcaba en el XXXVIII Congreso, expirado en febrero de este mismo año.

En la actual tesitura, resulta más plausible que el PSOE concite mayorías parlamentarias liderando la Oposición, una vez que es poco creíble que hoy pueda hacerlo para desalojar a Mariano Rajoy de La Moncloa.  Una Oposición fuerte, responsable y con la fuerza suficiente para impedir las veleidades autoritarias y neoliberales del PP (y de Ciudadanos) será la mejor tarjeta de presentación del PSOE para concurrir de nuevo a las urnas. Una hoja de servicios que la ciudadanía podrá evaluar y agradecer, y de la que en este momento Pedro Sánchez, y con él todos los socialistas, carecen.

Sin embargo, si Sánchez opta por arrastar al PSOE a unas terceras elecciones manteniendo su interinidad, y es algo que ya reflejan los primeros sondeos, se arriesga a que el Partido Popular y Ciudadanos amplíen más su mayoría en Las Cortes y a que la izquierda se vea en un papel de Oposición tan vociferante como irrelevante y poco decisorio.

Pedro Sánchez ostenta el dudoso honor de ser el único candidato socialista que no pone su cargo a disposición del partido tras no una, sino dos, severas y humillantes derrotas electorales (Rubalcaba se sometió al XXXVIII Congreso solo unas semanas después del desastre de Noviembre de 2011), y está a un paso de perder la oportunidad de liderar la que, por primera vez, sería una Oposición con capacidad de marcar el ritmo legislativo del Gobierno. Apostar por un pacto de gobernabilidad imposible (al menos mientras el derecho a decidir forme parte de los condicionantes y Podemos siga sin definir su estrategia nacional) supone renunciar explícitamente a una –corta- Legislatura en la que el Parlamento tendrá más poder que el propio Ejecutivo. ¿Están seguros los dizque estrategas de la dirección socialista que volverá a darse un escenario como este? ¿De verdad creen Sánchez y los suyos que sin programa y sin currículo opositor darán la vuelta al tablero?


Tal vez haya llegado el momento de que el Comité Federal del PSOE abandone su actual cobardía, haga valer la democracia interna del partido socialista y ponga en su sitio al secretario general interino. Siempre será mejor un Gobierno del PP con una mayoría exigua y condicionada por una Oposición fuerte y determinante -que, hay que insistir, podrá hasta enmendar los Presupuestos Generales o cesar a Rajoy pasado un año- que unas terceras elecciones que empoderen de nuevo a la derecha por otros cuatro interminables y temibles años.

domingo, 31 de julio de 2016

La abstención como oportunidad para el liderazgo de Pedro Sánchez

Publicado en  Diario 16El Socialista Digital

Comienza una semana decisiva en la que todo el foco, justa o injustamente, estará sobre el PSOE y su líder interino. Ha llegado el momento de que Pedro Sánchez diga a los españoles qué planes tiene para el país. Seguir en el "no es no" sabiendo que ello supone nuevas elecciones, o una abstención socialista que permita a Mariano Rajoy formar Gobierno. Cualquiera de las dos decisiones es legítima. Yo, al contrario que la mayoría, pienso que la convocatoria de nuevas elecciones no debe ser ninguna tragedia, y que si los partidos con representación parlamentaria no llegan a un acuerdo en tiempo y forma, se vuelve votar y punto. Considero una aberración democrática satanizar la llamada a las urnas.

Ahora bien, si finalmente el PSOE va a facilitar un nuevo Gobierno del Partido Popular, lo que procede es dejarse de zarandajas, respuestas crípticas y alusiones a puertas semiabiertas por muy cerradas que todos sepamos que están. Lo que hay que poner ya encima de la mesa es en qué condiciones el PSOE va a permitir gobernar al PP, y qué exigencias ineludibles va a plantear.

Si al final, Pedro Sánchez, obligado por las circunstancias -y por Juan Luis Cebrián- va a ceder, debe poner una serie de condiciones que merezcan el sacrificio de los socialistas. A saber, revisar las Reforma Laboral impuesta y lograda la pasada Legislatura por la Patronal, endureciendo las condiciones del despido objetivo, dificultando el improcedente, y recuperando el valor de la negociación colectiva. Derogación inmediata de la retrógrada y fascista Ley Mordaza, en su totalidad y sin necesidad de debate previo. Un gran Pacto para la Educación, tras dejar en suspenso la nefasta Ley Wert. Y, cómo no, abordar de una vez una reforma fiscal que obligue a los que más tienen a soportar el gasto de hacer digna la vida de los que tienen poco o nada. Por supuesto, debe contemplar más exigencias, como las necesarias condiciones para los Presupuestos Generales del próximo año y cómo evitar que las imposiciones de ajustes de la Unión Europea recaigan de nuevo sobre trabajadores, pensionistas y parados, o sobre el sistema de Protección Social, la Educación y la Sanidad.

Deben ser EXIGENCIAS que permitan al PSOE actuar para desbloquear la actual situación sin vender sus esencias más básicas. Si actúa así -y sin esperar a ver qué hacen otros para poder "compartir las culpas"-, Pedro Sánchez hará su primera demostración de liderazgo y devolverá al Partido Socialista la capacidad de iniciativa perdida tras la catarata de nefastos resultados electorales cosechados por su equipo directivo. Habrá acabado con la inestabilidad gubernamental actual, defendido y protegido los derechos y libertades de los ciudadanos, devuelto al Gobierno al control de Las Cortes, que no es poco, y, además, estará en condiciones de presentar al inminente Congreso del PSOE una cuenta de resultados de la que actualmente carece para pretender seguir al frente del socialismo español.

martes, 26 de julio de 2016

SantaLucía entre asumir la verdad y "matar al mensajero"

Esta mañana se ha celebrado el acto de (no) conciliación entre SantaLucía Seguros y yo mismo, después de el gigante de los seguros haya pretendido, por segunda vez, que me retracte de las informaciones que he venido publicando sobre el caso Nico Ferrando desde el verano de 2014. Como no podía ser de otra forma,  me he negado a retractarme de lo publicado, por lo que cabe esperar que SantaLucía inicie una querella contra mí con el objetivo de desacreditar mis informaciones.

Sin embargo, concurren una serie de circunstancias que la compañía habrá de tener en cuenta. Toda su estrategia se venía basando en que Nicolás Ferrando habría cometido una serie de irregularidades desveladas por una presunta denuncia de un compañero que ha negado en sede judicial haberla realizado y, que por tanto, se ha demostrado falsa. Es más, la causa judicial emprendida por el gigante de los seguros contra Nico ha sido sobreseída, y en el transcurso de la misma ha quedado demostrado que quien cometió las irregularidades fue el propio superior del joven agente despedido tras haber sufrido una situación de acoso homofóbico por parte de dicho superior.

Nico denunció el acoso sufrido por parte de su superior, Manuel Morales Lacal. Dicho acoso ha sido verificado por testigos y clientes de la compañía que lo han testificado por escrito y hasta mediante una denuncia presentada en la Agencia Nacional de Protección de Datos. Por otra parte, ha quedado demostrado que Nico Ferrando no cometió ninguna irregularidad, y que imputarle la presunta comisión de estas no era más que una estrategia para desmontar su propia denuncia de acoso y justificar un despido improcedente. La pregunta que debería hacerse SantaLucía, pues, es la siguiente: ¿Todos mienten menos Manuel Morales?

Puede ser hasta comprensible que, en un principio, la compañía decidiera dar carta de veracidad a la versión de su directivo, pero una vez que ha quedado demostrado en sede judicial que dicha versión era falsa, ¿qué sentido tiene continuar dando mayor credibilidad a quien ya se ha demostrado que ha mentido frente a la catarata de testimonios, testigos y documentos que acreditan que Nico Ferrando tiene razón?

Un ejecutivo responsable pondría remedio a una situación que se alarga ya por más de dos años y que, sin duda, está causando un serio perjuicio a la imagen del gigante de los seguros, al mismo tiempo que se agranda el círculo de apoyos a Nico Ferrando. Recientemente, se han sumado al mismo la organización de defensa de los Derechos Humanos Movimiento contra la Intolerancia, y el Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia.


Si yo fuera ese ejecutivo pondría fin a esta rocambolesca historia. Es fácil. Admitiría que me he equivocado, pediría perdón a Nico Ferrando y tomaría medidas disciplinarias contra el verdadero responsable, que nos es otro que quien acosó al joven agente y trató de imputarle unos hechos que, como ha quedado demostrado judicialmente, nunca cometió. Sería lo más razonable. Y no intentar "matar al mensajero".

miércoles, 13 de julio de 2016

Nico Ferrando, el precio de ser visible

Políticos, movimientos sociales contra discriminación y el colectivo LGTBI arropan a Nico Ferrando en la presentación de "Homofobia Seguros. Un mundo sin protección".

Esteban Ibarra, presidente de Movimiento contra la Intolerancia, 
Antonio Miguel Carmona, concejal socialista en el Ayuntamiento
de Madrid, Rubén Lodi, del Observatoria Madrileño
contra la LGTBfobia con Nico Ferrando.

Se presentó ayer en Madrid el libro “Homofobia Seguros. Un Mundo sin Protección”  en el que el autor, Nico Ferrando, cuenta,  a través de un relato novelado, la discriminación y el acoso laboral que sufrió en el seno de la agencia CTAS, agente exclusivo de SantaLucía Seguros.  El caso del joven agente discriminado tuvo una enorme repercusión en medios digitales y especializados del colectivo LGTB, y como consecuencia del mismo hay abiertos varios procesos judiciales.

En un concurrido acto celebrado en el Café Figueroa del madrileño barrio de Chueca, Nico Ferrando estuvo acompañado por destacadas personalidades de la política, los movimientos sociales y el colectivo LGBTI. Entre ellos, el concejal socialista en el Ayuntamiento de Madrid, Antonio Miguel Carmona, el presidente de Movimiento contra la Intolerancia, Esteban Ibarra y el responsable del Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia, Rubén López.

El libro ha contado con la colaboración de Boti García Rodrigo, conocida activista por los derechos del colectivo LGTBI, que ha escrito el prólogo. También del abogado José Luis Soldevilla Lamikiz, que representa a Nico Ferrando de forma desinteresada, y del periodista Perico Echevarría, cuyas crónicas en el desaparecido Diario Progresista sacaron la opinión pública este caso de presunto acoso homofóbico en el seno de una gran compañía de seguros.

Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia, Rubén López, responsable del Observatorio Madrileño contra la LGTBIfobia y Antonio Miguel Carmona, concejal del Ayuntamiento de Madrid, coincidieron en remarcar la valentía del autor de poner sobre la mesa un relato de estas características ya que el principal problema de las víctimas de delitos de odio es el miedo a denunciar y a ser visible. “Nico Ferrando perdió el trabajo pero no la dignidad” afirmó el edil Antonio Miguel Carmona.

Rubén López afirmó que una legislación favorable, como la que tenemos ahora mismo en Madrid, no es suficiente y hay que estar vigilantes porque se han incrementado las agresiones a personas LGTBI y hay que crear mecanismos para que no queden impunes.

La discriminación laboral por homofobia en el ámbito laboral es silenciosa y la mayoría de quienes la padecen no la denuncian por miedo a perder su puesto de trabajo. Las empresas, asimismo, como señaló Esteban Ibarra, tienen protocolos deficientes con respecto a esta materia y, en general, se protege “poco y nada” tanto a las personas LGTBI como a quien presenta cualquier signo diferencial. El reconocido activista también abogó por invertir la carga de la prueba cuando haya indicios de que se está cometiendo un delito de odio en el ámbito laboral, aspecto que requiere una reforma legislativa.