miércoles, 7 de marzo de 2012

El PSOE no puede seguir enviando mensajes confusos


El grupo parlamentario socialista se abstuvo ayer en el Congreso de apoyar una moción, presentada por el grupo Izquierda Plural, que planteaba instaurar la conocida como “dación en pago”, cuyo objetivo no es otro que hacer justicia de una vez con las miles de víctimas de la burbuja inmobiliaria en España. Durante años, con nuestra connivencia, se permitió un abusivo incremento de los precios de la vivienda con el truco más tonto del mundo, que no era otro que permitir que los bancos nos prestaran más dinero a cambio de pagar las cuotas de nuestras hipotecas durante el doble de tiempo. Así el viejo préstamo a 20 años pasó de la noche a mañana a poder pagarse en 40, cómo no, en “cómodas cuotas” que en poco se diferenciaban de las que se pagaban antes de tan generosa ampliación de plazo.

Precios que, de no haber sido así, nunca se hubiesen sustentado en subidas de los materiales de construcción, los estudios preliminares, las licencias pertinentes o el propio valor del suelo, pero que permitieron a las empresas de construcción ganar más por lo mismo, con el acuerdo de bancos, cajas y administraciones que también aumentaban su beneficios.

Las consecuencias, una vez que ha quebrado tan absurdo plan, son miles de familias incapaces de pagar sus deudas, y amenazadas con, encima de perder su vivienda, seguir pagando, ad æternum, los miserables intereses que un sistema que no supo defenderles permitió mirando hacia otro lado, pero poniendo la mano. Lo que ha llevado a que las entidades bancarias se hayan convertido en la mayor agencia inmobiliaria de España. Hoy mismo, Diario Progresista informa de que Banesto ha sacado a la venta 4.600 inmuebles con rebajas de hasta más del 70% sobre su precio de venta anterior, ofreciendo la posibilidad de comprar una vivienda de 95 metros cuadrados por 33.000 euros en Jerez de la Frontera (Cádiz), un piso de 67 metros cuadrados en Alicante por 27.600 euros, o una vivienda de 61 metros cuadrados en el municipio madrileño de Leganés por 101.000 euros. Con la propiedad de muchas de esas viviendas la entidad bancaria hará un negocio redondo, pues además de poder venderlas a precios de hace 20 años, más cercanos a su valor real, seguirá cobrando los intereses de aquellos que se vieron obligados a entregarlas sin poder saldar con ello la deuda generada tras comprarla a su “precio original”. Y ganando además los intereses de los préstamos que volverán a conceder a los nuevos clientes que ahora las comprarán en tan atractivas promociones.

Ayer, el Congreso de los Diputados volvió a negar a todas esas familias la oportunidad de no tener que seguir pagando los platos rotos de una crisis que nada tiene que ver con ellas. Los socialistas ayer nos abstuvimos -con qué pudor tengo que usar a veces la primera persona del plural- de apoyar la iniciativa, con excusas tan difíciles de entender para cualquier ciudadano, como fáciles deben parecer de explicar a quien dio la orden de no apoyarla, aún a sabiendas de que, de todas formas, no hubiese salido adelante contra el rodillo de la mayoría absoluta del Partido Popular. Es que “que hay muchas cuestiones que plantear”, dijimos. Y ya está, tan panchos. Eso sí, para que no se diga, compensamos nuestra negativa con una propuesta parafacilitar el alquiler de viviendas baratas o acabar con numerosas cláusulas abusivas, y añadimos nuestra apuesta por "un proyecto de ley de insolvencia personal, que regule cómo evitar que la gente caiga en la insolvencia”. Ideas muy loables y que se compadecen con nuestras propuestas electorales y, sobre todo, con nuestro ideario, pero que no compensan de ninguna manera el no haber estado, como esperan nuestros votantes, del lado de los que cada día sufren el desahucio como consecuencia de una crisis que ni supimos ver, ni pudimos, es cierto, evitar. Y que por ello -y la pérdida de confianza que nos procuran algunas de nuestras inexplicables decisiones- serán ideas que estaremos más lejos de poder llevar la práctica desde el Gobierno, que es donde las propuestas de la izquierda dejan de ser meros brindis al sol y se convierten en mejoras para la ciudadanía.

En las pasadas elecciones, se nos llenaba la boca de "giro a la izquierda" y de "haber aprendido de nuestros propios errores". Y, entre otras cosas, y eso es lo que la sociedad recuerda, presumimos de la apuesta electoral -y sólo electoral parece con actuaciones como la de ayer- de instaurar la dación en pago si seguíamos gobernando.

Ahora ni siquiera hemos sido capaces de apoyar esta iniciativa desde la oposición, no sé, y tampoco me consolaría, si porque no éramos nosotros quienes hacíamos la propuesta. Tenemos que dejar de enviar mensajes confusos a la sociedad, porque recuperar la confianza de la ciudadanía pasa necesariamente por cumplir las promesas que hacemos y por estar junto a aquellos que más nos necesitan.