Tras el traumático golpe de estado que supuso el tamayazo (producto del sistema de reparto de cuotas entre grupos habitualmente enfrentados entre sí que caracterizaba a la anterior FSM), y la posterior salida de Rafael Simancas de la dirección, Tomás Gómez ocupó la secretaría general con el 91 % de apoyo de la militancia socialista madrileña en un congreso extraordinario, después de que los militantes penalizaran ese sistema negando los avales necesarios a los otros aspirantes al cargo, José Cepeda y Manuel García Hierro. Un año después, ya en congreso ordinario, fue ratificado por un 86 % de apoyo.
Desde que accedió al cargo, su trabajo se ha caracterizado por querer estar en la calle, pulsando la sociedad madrileña todos los días y conociendo, de primera mano, todos y cada uno de los servicios y carencias, cada vez más, que la comunidad gestiona o debería gestionar. En los últimos años, han sido más que frecuentes sus encuentros con vecinos de Madrid y sus pueblos, con los sindicatos, con el tejido asociativo de la comunidad... a los que explica su proyecto, el proyecto socialista para Madrid. A los que escucha para mejorarlo, a los que interroga sobre sus inquietudes y a los que demanda sus quejas; todas sus quejas, contra el gobierno de Aguirre y contra la gestión de la oposición. No está documentado que ningún otro político -si acaso Pepe Bono, hace años, en Castilla La Mancha- se haya implicado tanto en pulsar a la ciudadanía para saber cuál es el proyecto político que realmente demanda. Y no es que Tomás Gómez diga lo que se quiere escuchar. Es fácil verlo entrar en debate. Hace sólo un par de años, era una tónica escucharle explicar una y otra vez posturas defendidas desde el PSM que no se apoyaban, entonces, desde el ámbito federal del PSOE; hoy forman parte del proyecto político defendido por el Partido en todo el territorio nacional. También es fácil escucharle demandar la crítica, "vengo aquí a que me riñan, a que nos riñan", y no hay reunión con ciudadanos o colectivos en las que no recite el listado de teléfonos, de los concejales y diputados socialistas para que se pueda contactar con ellos y se les demande lo que proceda; recordar cuál es el papel del servidor público es una constante del líder del PSM.
No hay un solo día en que Tomás Gómez no denuncie, con datos y hechos contrastados, ya sea en la Asamblea de Madrid, en el Senado o en el propio lugar afectado, el evidente deterioro del sector público madrileño, estratégicamente programado por el gobierno de Esperanza Aguirre en aras de su privatización; que no ponga sobre la mesa la responsabilidad del Partido Popular de Madrid en el crecimiento feroz del paro en la comunidad, en el aumento de presión fiscal con la que pagar las millonarias campañas de imagen de la lideresa, los problemas de la sanidad, de la educación... siempre aportando propuestas de solución y mejora dentro de un proyecto de progreso realista para devolver a Madrid a la senda del crecimiento real y la mejora de la calidad de vida de todos los madrileños. Propuestas que el equipo de Tomás Gómez elabora con precisión tras conocer de primera mano, por estar en contacto con ellos, cada uno de los temas de los que el PSM que dirige se preocupa cada día. Y todo ello, es importante reseñarlo, tras haber sorteado con éxito el permanente ninguneo al que los medios de comunicación de la capital venían sometiendo a los temas relacionados con la política regional, a los que los socialistas de Madrid, liderados por Tomás Gómez, han devuelto al plano de la actualidad que les corresponde.
El próximo fin de semana, el PSM está llamando a reconocer y revalidar este trabajo, o a desaprobarlo e impulsar un nuevo proyecto que, me van a perdonar, permanece inédito y se presenta encabezado por una desconocida Pilar Sánchez Acera. Acera fue, no hay por qué negarlo, una buena diputada autonómica que hizo un gran trabajo en temas relacionados, sobre todo, con la Ley de Dependencia. Como también fue, con anterioridad, concejala en un ayuntamiento en el que las disputas internas, protagonizadas, entre otros, por ella, llevó al PSM a la oposición tras 30 años de gobierno en Alcobendas. Y eso en un momento en que el partido gozaba del prestigio que José Luís Rodríguez Zapatero le estaba procurando tras recuperar el Gobierno en 2004. Hoy, los que impulsan a la candidata que se presenta, legítimamente, para disputar el cargo a Tomás Gómez, destacan como valores de su candidatura que es joven, tiene estudios y no está en el paro tras haber ocupado puestos públicos durante la tercera parte de su vida.
Un currículo que, sumado a un proyecto lleno de generalismos y lugares comunes, “defenderé a los dependientes”, “estaré con los sindicatos”, como si esto fuera algo novedoso en un socialista, no parece, a priori, suficiente para justificar un cambio de timonel en el mejor momento del PSM desde que Joaquín Leguina fuera desbancado del gobierno regional por un astuto Alberto Ruíz Gallardón que supo ver en las debilidades de aquella FSM la vía para apuntalar al Partido Popular en Madrid.
Es por ello que el equipo de Pilar Sánchez Acera ha preferido la vía del enfrentamiento y del descrédito para intentar sumar apoyos. Lo que se ha resumido en el provocador eslogan “Por un PSM habitable”, que parece querer convertir las normales diferencias y discrepancias internas en un partido que se presume democrático en una anormalidad. O que pretende hacer pasar las ausencias en las listas lectorales de determinados militantes que apoyaron a Trinidad Jiménez en las primarias de 2010, como la propia Pilar Sánchez, por “una venganza”. Argumento poco sostenible, porque también se quedaron fuera en el difícil ejercicio de elaborar las candidaturas otros exparlamentarios muy destacados, como Livia Castillo, Adolfo Pinero o María Antonia García Fernández, que se caracterizaron por su firme apoyo a Tomás Gómez en aquella elección
interna.
Lo mismo ocurre, con el manido tema de la gestora de la agrupación disuelta de Móstoles. Volviendo a tirar de la historia, conviene recordar también que Rafael Simancas dejó más de 30 gestoras (así entendían el poder los mismos que ahora quieren recuperarlo detrás de Sánchez Acera) cuando abandonó la dirección del PSM. Hoy, bajo el mandato de Tomás Gómez, sólo queda una, la de Móstoles, y no está en la mano de la actual dirección regional reabrir esa agrupación. Lo dicen los estatutos. Sólo la dirección federal del PSOE puede tomar esa decisión por ser una población de más de 50.000 habitantes. Sólo Ferraz sabe por qué permite que se responsabilice a Tomás Gómez de que permanezca cerrada.
Por último, pues no quiero seguir extendiéndome mucho, los promotores de la candidatura de Pilar Sánchez Acera acusan a Tomás Gómez de encarnar un proyecto “excesivamente personalista”, convirtiendo en demérito lo que en otros compañeros, aún careciendo de ello, denominan orgullosamente “carisma”. Pues bien, nunca tantos militantes han participado en la elaboración de un proyecto, y nunca un líder del PSM se ha reunido tantas veces y con tanta gente para hacerlo suyo, como corresponde al cargo que, todo lo democráticamente que nuestras normas permiten a día de hoy, los militantes le hemos otorgado en dos procesos congresuales. La acusación ignora, maliciosamente, ese trabajo que muchos, muchísimos, llevamos haciendo todos estos años, y, personalmente, opino que esto no es de recibo.
Mañana comienza un congreso decisivo para el futuro del socialismo madrileño y de todo el partido socialista. Por todo lo que he expuesto en este post, pido a los compañeros delegados que sean responsables y justos con el trabajo común que todos hemos realizado, con más o menos entusiasmo de unos y otros, estos últimos cinco años. Que estén con la mayoría actual de los que formamos el PSM para continuar lo que tanto ha costado poner en marcha.
Compañeros, tenemos que seguir construyendo un futuro que no estará tan lejos si seguimos el camino que entre todos hemos pavimentado.. Madrid nos necesita. Sigamos apoyando a Tomas Gómez y sumemos para ganar, de verdad, en un proyecto que no es el del candidato. Es el de todos los socialistas de Madrid.