¿Será
Pedro Sánchez el líder de izquierda que España necesita? Lamentablemente, a los
líderes solo cabe evaluarlos tras la acción de Gobierno. Análisis sobre intervenciones
parlamentarias y discursos más o menos bien esbozados y puestos en escena pueden
hacerse, pero la historia de la política, y más la española, nos ha enseñado
que, alcanzado el poder, lo que más temen los gobernantes son las hemerotecas.
Con la
que está cayendo sobre el Partido Popular (y la que el PP ha dejado caer sobre todos
nosotros), difícilmente podremos aceptar los socialistas un resultado que no
suponga formar Gobierno y un claro cambio de rumbo. Lo contrario está muy lejos
de las expectativas de la militancia del PSOE y, con toda seguridad, del menguante
electorado que permanece fiel a nuestras siglas, que se siguen viendo de
izquierdas y con voluntad transformadora. En esta tesitura, los guiños del secretario
general del PSOE a Ciudadanos y Albert Rivera comienzan a parecer, a mi
entender, una llamada de socorro de quien piensa que solo tendrá una
oportunidad para llegar a La Moncloa. Es lanzar, creo, un mensaje equivocado.
¿Acaso puede
ser la derecha -posición en la que el propio Pedro Sánchez sitúa al partido de
Rivera- de Ciudadanos el socio que precisa el PSOE para dar la vuelta como a un
calcetín al desgraciado legado de Mariano Rajoy y el Partido Popular? Acreditados
el fracaso de la Tercera Vía y la necesidad de poner fin a las políticas
neoliberales de la derecha europea que han generado tanta riqueza para unos
pocos como pobreza y pérdida de derechos para la mayoría, no.
Como yo
lo veo, y con los (para mí) incomprensibles resultados que aventuran todos los sondeos
electorales, es bastante improbable que Albert Rivera pactara con el PSOE que
Pedro Sánchez fuera Presidente. Más plausible parece que su apoyo recayera en el
Partido Popular, probable ganador de las elecciones generales de diciembre y con
el que Ciudadanos comparte más afinidad ideológica en modelo económico y de Estado.
Un PP que, además, está llamado a sufrir un severo desgaste y desmoronamiento durante
la próxima legislatura, como consecuencia de la catarata de juicios por corrupción
que se le viene encima, y las más que previsibles condenas de muchos de sus
dirigentes y de la propia formación, por no hablar de las “sorpresas” que aún
nos deparan Bárcenas y otros imputados populares
que se sienten traicionados y abandonados a su suerte. Esto situaría a Ciudadanos
en una posición privilegiada para continuar la nada disimulada ocupación del
espacio natural de la derecha española, e incluso podría llevarle a un escenario
de intercambio de roles en el que el PP acabara siendo la fuerza necesaria para
que Albert Rivera conforme mayorías e impedir el avance de la izquierda en
legislaturas subsiguientes. Con ese objetivo, sería muy extraño que el líder de
la formación naranja dilapidara el aval de su electorado de “centro” y de derecha
situando a un socialista en La Moncloa. Pero, si no fuera este el caso, resulta
aún más improbable que un gobierno presidido por Pedro Sánchez pudiera sacar adelante
promesas electorales de izquierda -derogar la reforma laboral y recuperar
derechos de los trabajadores, o avanzar hacia el estado federal-dependiendo
del apoyo de Ciudadanos, que obviamente no saldría gratis al candidato
socialista.
Así las
cosas, el PSOE no debería contemplar, ni siquiera sugerir, futuribles acuerdos
de gobernabilidad con partidos que no comparten ideologías y sin ser el claro ganador
de las elecciones con un indiscutible mandato
para cambiar el rumbo. La única mayoría a la que los socialistas deben aspirar
para evitar otro Ejecutivo del Partido Popular es con fuerzas de izquierda, so
riesgo de aparecer, si no, como un partido sin identidad dispuesto a sacrificar
(¿otra vez?) sus postulados a cambio del poder. Y de dejar que otras fuerzas (llámense
Podemos o candidaturas de unidad popular) emerjan como la verdadera alternativa
a las políticas de derecha.
Dejando
al margen el contexto catalán, el aparente fracaso -que no fue tal- de los emergentes en las pasadas elecciones autonómicas y municipales
está muy vinculado al deseo de expulsar al PP de las administraciones que venía
regentando como cortijos en propiedad, lo que sin duda benefició a un PSOE que,
a pesar de perder aún más votos, logró conformar algunos gobiernos regionales y
recuperar bastantes ayuntamientos. Empero, puede bastar con que una alianza contra
natura y destinada exclusivamente a ocupar como sea La Moncloa defraude las expectativas
de la mayoría progresista española y empodere a los emergentes como única
alternativa. El Partido Popular ya tiene quien le sustituya. Que al PSOE no le
ocurra lo mismo. Lideremos la izquierda.
Nota.- En menos de un mes, el Partido Laborista del Reino Unido liderado
por el ‘rojo’ Jeremy Corbyn ha sumado 50.000 nuevos afiliados. Mientras, en
España, el PSOE sigue perdiendo militancia.