lunes, 3 de octubre de 2016

Chantaje a Felipe VI, la estrategia del PP

Publicado en Diario 16, El Socialista Digital y Liverdades

Exigir el apoyo sin condiciones del Partido Socialista a cambio de "aceptar" una eventual abstención de sus diputados -según se desprende del órdago lanzado por Mariano Rajoy el pasado domingo a través del diario El Mundo- esconde un acto de chantaje al Jefe del Estado, cuyas atribuciones constitucionales no pasan de valorar las posibilidades de cada candidato para ser investido y hacer una propuesta al Congreso de los Diputados en función de dicha valoración. Si fuera ese el caso, el PSOE no estaría, ni antes ni ahora, apoyando al Partido Popular, sino anunciando al Rey la abstención de su Grupo Parlamentario, lo que permitiría la investidura con una mayoría de síes frente a noes. Es más, el PSOE no estaría siquiera obligado a comunicar su decisión al Partido Popular, y muchos menos a “negociarla”, ya que el único destinatario de dicha información, a los efectos oportunos, es Felipe VI. Asimismo, la función del Rey debe limitarse a verificar si el candidato suma los síes suficientes para ser investido, y, en consecuencia, hacer la correspondiente propuesta a la Presidenta del Congreso.
Pretender del Rey que tenga en cuenta, además, las posibilidades del candidato para sacar adelante o no su programa político y sus proyectos de Ley, que contemple las debilidades que deberá sortear el Gobierno en su mandato, y que por ello llegara a aceptar una negativa de Rajoy a ser propuesto, excedería sobremanera las funciones del monarca, que no puede decidir en función de los acuerdos o controversias que puedan darse en el Parlamento. Rajoy estaría cometiendo un fraude constitucional y haciendo cómplice al Jefe del Estado, al reclamar de este una intervención directa sobre competencias que son exclusivas de Las Cortes. El Presidente en funciones no puede chantajear al Rey –y con él, a todos los españoles- pidiendo poco menos que ordene a los diputados socialistas integrarse en el Grupo Popular a cambio de desbloquear la gobernabilidad del país y aceptar su designación como candidato para evitar las terceras elecciones.
Con el globo sonda lanzado por su partido, Rajoy acusa el primer golpe de verse presidiendo un Gobierno sometido a un Parlamento en el que la Oposición supera en número de diputados al Partido Popular, que podrá enmendar y hasta rechazar sus leyes. Un obstáculo que el Presidente en funciones pensaba sorteado con el pueril No es no defendido por Pedro Sánchez y su equipo, que avocaba indefectiblemente a una nueva cita con las urnas, en la que -así lo vaticinan los primeros sondeos publicados- el PP aumentaría sus diputados, acercándose, con o –incluso- sin el apoyo de su socio ideológico Ciudadanos, a la mayoría absoluta.
Si, como ahora parece posible, el PSOE optara por aceptar el fatídico resultado electoral obtenido por Pedro Sánchez, por la izquierda en general, y facilitar mediante la abstención que Mariano Rajoy –u otro candidato popular- sea investido Presidente con los apoyos de su partido y de Ciudadanos, cuando el líder popular acuda a La Zarzuela escuchará del Rey que ha constatado que el candidato del PP está en condiciones de ser investido y puede darse por comenzada la XII Legislatura.
Si por el contrario, Felipe VI aceptara el chantaje y decidiera no encomendar la investidura al candidato popular, estaría participando en la estrategia política del partido ganador de las elecciones generales, y excediendo, hay que insistir, las atribuciones que le otorga la Carta Magna. Si Rajoy rechazara el encargo real, la única salida del monarca sería pedir del PP un nuevo candidato que administre la mayoría parlamentaria de la que dispone, antes que aceptar sin más una nueva disolución de las cámaras legislativas.
El Gobierno resultante tendrá que presentar sus proyectos de Ley de Presupuestos Generales y otros, y admitir que los grupos parlamentarios podrán aprobarlos, enmendarlos o rechazarlos. Porque así es la configuración de Las Cortes que han decidido los españoles para esta Legislatura. Será difícil para un partido poco acostumbrado por sus propios orígenes a prácticas democráticas, pero así son las cosas. Son las reglas del sistema establecido por la Constitución, y, mal que le pese, les son también de aplicación al Partido Popular.
El PP parece dispuesto, empero, a secuestrar el Gobierno y el Parlamento hasta que las condiciones le sean más favorables. Evitarlo está en manos de Felipe VI, del que se espera que no acepte semejante chantaje antidemocrático.

El PSOE entre el enfado superable y el letal desagradecimiento

Publicado en El Socialista Digital y Liverdades


El Comité Federal del PSOE debe decidir  qué consecuencias prefiere asumir por la posición que defienda ante la investidura de Mariano Rajoy, o cualquier otro candidato del Partido Popular. Opinión pública y gran parte de la militancia decepcionada, incluso enfurecida, o electorado desagradecido.

Es fácil concluir que la abstención -que no es apoyo, lo diga Agamenón o su porquero- para que una mayoría de síes revaliden al PP al frente del Gobierno, disgustará a muchas personas. No son pocos los que seguirán argumentando, y con razón, que no votaron al PSOE para que gobierne el PP, pero hasta estos tienen que admitir que no fueron suficientes para evitarlo sin más. Aún así, el PSOE dispondrá de hasta cuatro años (y ojalá sea posible en menos tiempo) para ejercer una Oposición determinante, con capacidad de bloqueo y de proponer leyes que beneficien a la ciudadanía y sean aprobadas por el Parlamento, incluso con el voto en contra del Gobierno y del Partido Popular y la derecha aliada de Ciudadanos. Cuando los españoles regresen a las urnas, podrán decidir si han perdonado al Partido Socialista, si su labor parlamentaria ha sido útil y si merece una mayoría de votos que le permita suceder a la derecha en La Moncloa. No sería la primera vez, que le pregunten al Presidente Zapatero.

Sin embargo, si el PSOE opta por mantener el No es no y provocar la convocatoria de unas terceras elecciones, puede ir olvidándose de que el electorado reconozca o agradezca haberse mantenido en tan pueril postura. No hay ningún sondeo que se haya publicado que apunte, siquiera, a una leve recuperación del apoyo electoral. Al contrario, todos los indicadores sitúan al Partido Popular al borde de una cómoda mayoría de derechas que, sustentada en el apoyo de Ciudadanos, sería entre absoluta y muy absoluta. Ni las tramas gúrteles, los pitufeos, los bárcenas o las barberás parecen lastrar las expectativas de voto del PP como lo hace la actual indefinición del PSOE.

Es más, todos los sondeos apuntan también a que Podemos lograría el temido sorpasso, y mucho más tras el lamentable espectáculo ofrecido por la guerra -retransmitida en directo- entre la agónica ex Comisión Ejecutiva dirigida por Pedro Sánchez y el propio Comité Federal. El PSOE se enfrenta de manera indubitadamente cierta a la pasokización y a la irrelevancia parlamentaria. Además, con muchas posibilidades de que esta no tenga marcha atrás.

Así que parece llegado el amargo momento de enfrentar la realidad con valentía y empezar a pronunciar, sin más ridículos eufemismos ni vergonzantes circunloquios la palabra maldita: abstención.

Ejercer una Oposición a la altura del partido de izquierdas que se espera del PSOE, y lograr en el Congreso mayorías frente al Gobierno del PP que redunden en beneficio de los españoles dará al todavía primer partido de la izquierda la oportunidad de recuperarse y volver a ser una opción de Gobierno. Mantenerse en el oportunista discurso de los “principios socialistas” para impedir que gobierne el partido que ha ganado las elecciones,  y acudir a las urnas con un más que previsible resultado catastrófico dejarán todos los principios en mero enunciado, y, con mucha probabilidad, será el principio -y este sí que muy real- del fin del PSOE.


Abandónese, pues, la cobardía para enfrentar esta cruda realidad. Siempre será mejor el enfado que el desagradecimiento de los electores. También de la militancia.

jueves, 29 de septiembre de 2016

Pedro Sánchez o de usar a la militancia para protegerse de la militancia

¿Está en condiciones Pedro Sánchez de lograr un acuerdo de investidura con Unidos Podemos y Ciudadanos? No.

¿Lo está de arrancar de ERC y PDC (la antigua Convergencia Democrática de Catalunya) un acuerdo que conlleve la paralización del denominado y ya en marcha 'proceso de desconexión’? No.

¿Estaría en condiciones un Gobierno del PSOE presidido por Pedro Sánchez de admitir que el Parlamento de Catalunya convoque un referéndum por la independencia? No.

Y lo que es más importante. ¿Está el PSOE en condiciones de ganar unas terceras elecciones al Partido Popular? Evidentemente, no.

Son cuatro noes que convierten en inexplicable la propuesta de Pedro Sánchez de convocar un congreso exprés cuyo objetivo no es otro que asegurarse la continuidad en la secretaria general del PSOE tras sumar siete derrota electorales, dos de ellas con él mismo como cabeza de cartel.

 Nadie discute la legitimidad de Pedro Sánchez para consultar a la militancia. Incluso para pedir de esta que la autorice a pactar la secesión de Catalunya si con ello cree que podría alcanzar el despacho principal de La Moncloa. Pero no tiene ningún sentido querer afianzar su liderazgo en el PSOE antes de arriesgarlo todo, máxime cuando una tercera derrota electoral es un hecho que nadie sensato no dé por seguro.

Ayer mismo, antes de ser cesada, la dirección del PSOE sacaba pecho de haber logrado imponer al Partido Popular en el Congreso la actualización de las pensiones y de los sueldos de funcionarios y trabajadores públicos. Sánchez y su equipo demostraron el poder que desde la Oposición se puede ejercer en un sistema parlamentario, incluso teniendo al pérfido y malvado Partido Popular el frente del Ejecutivo. ¿Hubiese podido Pedro Sánchez prestar ese gran servicio -y otros- a la ciudadanía dentro de tres meses si se celebran nuevas elecciones y el PP aumenta su mayoría y su independencia del Gobierno? Todos hemos visto cómo se las gasta la derecha cuando dispone de unas Cortes a su servicio.  

Pues de eso va lo que los mal llamados barones y buena parte de la militancia no comparten con el cesado secretario general de los socialistas. Pedro Sánchez ha hecho gala de una enorme cobardía al desdeñar someterse a unas primarias para ser candidato a las terceras elecciones, y posteriormente, gane o pierda, pedir a la militancia que le ratifique o no al frente del partido en un Congreso. Convencido de su incapacidad, ha querido optar por un camino que le proteja de la propia militancia a la que tanto alude, si su seguro fracaso le hace perder sus simpatías. Y es esa tramposa y cobarde estrategia la que ha desembocado en la enorme crisis de la que solo él es responsable.


No se entiende, pues, el revuelo formado por el cese al que se ha visto sometido. Nada impedirá a Pedro Sánchez que se presente al Congreso Extraordinario, como nada impide a la militancia que le apoye en el mismo. Todo lo demás es falsear la realidad, manipular a la militancia y dinamitar la historia del PSOE. ¿Se puede liderar un partido haciendo gala tan irresponsable comportamiento?

lunes, 26 de septiembre de 2016

Carta Abierta de militantes del PSOE al Comité Federal






Carta abierta de militantes del PSOE al Comité Federal 


1. A los socialistas nos mueve la vocación de transformar la sociedad, de mejorar la vida de nuestros conciudadanos y de defender sin fisuras la fraternidad. Los socialistas tenemos un afán reformista, de progreso y de garantes de los derechos de todos y todas. Es por todo esto que, como militantes del Partido Socialista Obrero Español, no podemos ni debemos callar ante los últimos acontecimientos que están ocurriendo en nuestro partido.
2. El objetivo de un Secretario General, a cualquier nivel,  es mantener al partido unido, cohesionado y fuerte; no es en ningún caso alentar a la división interna ni callar ante insultos a compañeros de partido. Los socialistas tenemos que hacer gala de la fraternidad, no intentar romperla.
3. No podemos criminalizar a otros compañeros por dar su opinión, independientemente del contenido de la misma. El PSOE es un foro de debate continuo, de intercambio de ideas, y de respeto al de enfrente. Nunca habíamos llegado en nuestra historia reciente a cotas tan altas –y tan permitidas- de fanatismo y sinrazón en el seno del PSOE. Debemos restañar esas heridas con la escucha activa y la vuelta al socialismo.
4. La política de pactos es competencia exclusiva del Comité Federal. Cambiar las reglas de juego en mitad de la partida es abandonar el fair play. Lo que menos quiere la militancia es que se la use como arma arrojadiza en cualquier contienda orgánica del partido. Si queremos que la política de pactos la decida la militancia del PSOE, debemos cambiar los estatutos en el próximo Congreso Ordinario, pero mientras tanto, ser socialista es respetar las reglas de juego que nos hemos dado entre todos, y por tanto respetar que la política de pactos le corresponde al Comité Federal, sin injerencias.
5. El independentismo es ideológicamente opuesto al socialismo, y por tanto no debemos jugar a la ambigüedad en este campo. El independentismo apuesta por romper puentes, el socialismo es internacionalista y por tanto no cree en las fronteras. Pensamos que el socialismo se construye desde la coherencia y la democracia, es por esto que nos negamos a cualquier pacto, por activa o por pasiva, con los que quieren hacer diferencias entre españoles.
6. No toleramos la corrupción, por eso queremos combatirla en cualquier ámbito de la vida pública. No hay ningún socialista que desee un gobierno de Rajoy, pero tampoco hay ningún socialista que se sienta cómodo con el Partido Demócrata Catalán, el partido del 3%, de la sede embargada y del caso Palau. Así que debemos ser firmes siempre con la corrupción y no establecer una suerte de distinción entre corrupciones.
7. El Comité Federal del PSOE es un espacio de debate sereno, de contraste de ideas y de progreso. Es por eso que pedimos al Comité abandonar cualquier tipo de injerencia y avanzar en pro del socialismo. 
8. Los Congresos del PSOE son procesos complejos que atañen a toda la organización desde la dirección federal a la agrupación más pequeña de España y tan valiosa es la opinión de los unos, como de los otros. Es un derecho, pero también un deber de todos, colaborar para que nuestro partido crezca con cada proceso congresual.
9. Los atajos, la interpretación imaginativa de las normas que nos hemos dado entre todos o el estiramiento hasta deformarlo del espíritu que las inspira, no es socialismo, es oportunismo.
10. Por encima de personalismos, de egos, de afectos o desafectos, está el Partido Socialista Obrero Español, una poderosa herramienta de transformación de la realidad al servicio de los ciudadanos que no puede estar nunca, al albur de los caprichos de aquellos que la dirigen o aspiran a dirigirla.
Si eres socialista y quieres adherirte, manda un email con tu nombre y apellido a martuniki@gmail.com y aparecerás a continuación. Gracias. Salud y república, compañer@s
FIRMADO
Mariano Beltrán
Martu Garrote
Perico Echevarría

Concepción Rodríguez Viciana
Jorge Ortega
Jose Antonio Gómez (socialista NO militante)
Eva Loza Marín
Juan Antonio González
Manuela García Murias
Hector David Cortés Martín
Pedro IniestaJuan José Raposo
José Frías Rubio
Emilio Martínez (socialista no militante)
Francisco Javier Amieva Ortiz
Victor Bermúdez Moyano
Miriam Herrero Mondelo
Amparo Agusti
Ana María Castillo Antequera (socialista no militante)
Santiago Gutiérrez Fuentes (socialista no militante)
Jesus Miguel Sarria Sevillano
María Antequera Vargas (simpatizante PSC)
José Escolar Galvez
Angel Tortosa Lucero
Pedro Castro Vázquez
Esperanza Domínguez Álvarez
Francisco Villanueva Navas
Pedro José Pérez Ruiz