Editorial publicado en El Obrero
"El PSOE define sus estrategias como
líder de la oposición". Fue la respuesta a la única pregunta que admitió
Pedro Sánchez en su solemne comparecencia ante las cámaras para exigir la inmediata dimisión
de Mariano Rajoy.
Sánchez apostó a lo grande. Quiso marcar el ritmo y
administrar los plazos, pero se topó con la indiferencia de los grupos
parlamentarios. Sobre todo, con la del astuto Pablo Iglesias, hábilmente
embarcado en una contienda por el liderazgo de la Oposición. El líder de
Podemos minimizó en cuestión de horas el órdago del secretario general de los
socialistas, y limitó las exigencias de sus 71 escaños a una comparecencia
urgente de Rajoy en la Carrera de San Jerónimo. Iglesias sabe que sin sus
escaños la petición de Sánchez apenas superaría el umbral de un discreto
titular de portada y unos modestos visionados en YouTube. Así parecieron
haberlo visto, tarde, los dirigentes del PSOE, que en solo 24 horas hicieron
desaparecer toda solemnidad en la exigencia de dimisión. Sánchez moderó la
beligerancia del día anterior, y al final aceptó sumarse a la propuesta de
Podemos. Cogidos de la mano, la formación morada y el grupo parlamentario
socialista registraron una única iniciativa. La comparecencia de Rajoy en un
Pleno Extraordinario de la Cámara Baja propuesta por Pablo Iglesias. El texto
registrado no contiene mención alguna a la dimisión de Rajoy.
El secretario general del PSOE, que no podrá medirse en la
Tribuna del Congreso con el Presidente del Gobierno antes de las próximas
elecciones generales, cedió a la exigencia del jefe de Podemos, que logró aparecer
como quien realmente “define las estrategias”. Pablo Iglesias se procuró así
otro minuto de oro -el anterior fue la moción de censura en
la que el PSOE se abstuvo- en la batalla contra el Presidente del Gobierno y
los charranes del PP.
Sánchez y su equipo deben reflexionar sobre los impulsivos
y confusos mensajes que Ferraz está lanzando a la ciudadanía desde el pasado 21
de mayo. Las permanentes contradicciones en algunas cuestiones que los votantes
observan con sumo interés, (desafío soberanista, corrupción, grandes reformas,
tratados internacionales…), hacen dudar de si es realmente el PSOE quien lidera
la oposición al Partido Popular.