sábado, 20 de mayo de 2017

El Comité Federal de la vergüenza

Capítulo extraído del libro El PSOE en su laberinto
de la periodista Ainara Guezuraga

Así pues, la regla de la utilización de la fuerza es la siguiente: si
tus fuerzas son diez veces superiores a las del adversario,
rodéalo; si son cinco veces superiores, atácalo; si son dos veces
superiores, divídelo.
Sun Tzu, El arte de la guerra
El PSOE en su laberinto, Ainara Guezuraga
Temas de Hoy, Planeta, 2017
Son las ocho y diez de la mañana, es sábado y hay poco movimiento en la calle Ferraz. Por el garaje del número 70 entra deprisa un coche gris de la marca Citroën, En el asiento trasero va la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, una de las más madrugadoras. Aún faltan dos horas para que comience el Comité Federal.
El PSOE no ha solicitado a la Delegación del Gobierno un cordón policial en la entrada, lo que permite que los primeros manifestantes comiencen a concentrarse en la puerta.
 El Comité Federal lo componen menos de trescientos dirigentes de toda España. Algunos de ellos están oyendo por la radio que ya hay protestas. Entre los primeros que llegan a pie están el diputado vasco Eduardo Madina y el ex presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda. Pasan como pueden, entre gritos de:
-         ¡Fascistas! ¡Iros a Génova! ¡Golpistas!
Son los mismos insultos que escuchan todos los que no comulgan con Pedro Sánchez. A continuación, llega el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, que atiende, entre el ruido de los que vociferan, a los periodistas que ya están apostados allí:
-         Me decía esta mañana un señor, en el sitio donde he desayunado, que seamos conscientes de lo importante que es el PSOE para este país y que no lo olvidemos nunca. Espero que esta mañana tampoco.

Los presidentes autonómicos del PSOE, los primeros espadas, son los más conocidos y, por tanto, los que más sufren a los que increpan. El de Aragón, Javier Lambán, llega a la puerta entre más insultos:
-         ¡Casta! ¡Traidores! ¡No es no!
Él responde tranquilo a las preguntas de la prensa:
- Señor Lambán, ¿el PSOE se va a recuperar?
- Sí, claro.
- Anoche dijo Pedro Sánchez que, si hoy se vota a favor de la abstención en la investidura de Rajoy, él dimite.
-Hoy no se vota eso.
Solo la balear Francina Armengol apoya a Sánchez y entra sin dirigirse a los medios de comunicación.
Mientras unos sufren los improperios y tienen que ser protegidos por la seguridad del partido, otros llegan entre aplausos, como el líder de los socialistas catalanes, Mique1 Iceta, afín a Sánchez.
-         Votaré sí a lo que proponga la Ejecutiva.
Los manifestantes están bien organizados, hay unos en concreto que hacen de «guías» y señalan al resto quiénes son los pedristas:
- ¿Este que viene de quién es? -preguntan cuando desconocen dónde situar a los dirigentes que llegan.
- El que viene es de los nuestros, a este no les digáis nada, no le abucheéis.
Patxi López, que aún respalda al secretario general, aunque no comparte su hoja de ruta, llama a dialogar ya estar serenos. El vasco parafrasea a Susana Díaz con un «hace falta "unir y coser"».
Cuando, alrededor de las nueve de la mañana, llega Pedro Sánchez, hay empujones para grabar la imagen de su coche oficial girando a la derecha para entrar en el garaje de la sede. Son solo unos segundos y, a pesar de que cuesta verlo a través del cristal, los periodistas que están en primera fila resaltan que su gesto es compungido.
Cada vez hay más barullo en la calle Ferraz y la policía decide que es el momento, por seguridad, de cortar el tráfico.
El equipo de Comunicación del PSOE ha convocado la noche anterior a los medios gráficos para que, corno siempre, puedan grabar unos planos al inicio de la reunión. Pero el gabinete de prensa acaba de cambiar de opinión e informa de que hoy no se va a permitir el acceso a los cámaras ni a los redactores. Desde fuera, los periodistas tampoco consiguen intuir lo que está pasando dentro porque de madrugada alguien de Ferraz ha puesto unas pegatinas en las puertas de cristal, de arriba abajo. El PSOE se blinda, o lo intenta. Hay un resquicio que las televisiones aprovechan: desde los pisos de un edificio de una calle contigua, las cámaras logran grabar a los socialistas en la terraza de la sede nacional, donde algunos salen a fumar y otros simplemente a charlar.
Desde esa ubicación llegan las primeras imágenes. La sorpresa es que quien está ahí es Susana Díaz con Miquel Iceta, hablando, sentados en los taburetes altos de ese espacio al aire libre.
Maritcha Ruiz Mateos se encuentra en ese momento de pie en su despacho. Está siguiendo atentamente los programas especiales que están retransmitiendo algunas cadenas. Pierde los nervios cuando ve que en el programa Al Rojo Vivo el presentador, Antonio García Ferreras, anuncia esos primeros planos en exclusiva. La directora de Comunicación no tiene el control sobre esas grabaciones yeso la exaspera. Los trabajadores que se encuentran en la oficina de prensa la oyen que llega a decir que hay que cortar la emisión de La Sexta, una idea del todo descabellada y que da cuenta del estado de ansiedad en el que vive desde hace días.
Cuando faltan pocos minutos para las diez, la hora prevista de inicio del Comité Federal, la sala Ramón Rubial, la más grande de la sede y donde siempre se celebra esta reunión, está a rebosar -hoy hay más miembros que nunca-o Se nota que los «dos bandos» han llamado a rebato por si hay que votar.
De momento, todos están tranquilos. La mayoría sigue de pie formando corrillos y se les ve serios. Nadie sabe a esta hora cómo va a terminar el día.
Pedro hace su entrada a las diez y media. Los que no han dimitido de la Ejecutiva van tomando asiento -están situados en una tarima elevada frente al resto-. Como quedan menos de la mitad de sus miembros, han retirado una de las bancadas para que no se visualicen esos asientos vacíos.
Sánchez y Luena comentan algo al oído; se tapan la boca con la mano para que nadie pueda leer sus labios. Fuera, en la calle, sigue el ruido incesante: son decenas de manifestantes y se va sumando más gente. En las redes sociales reconocen entre ellos a un habitual de Podemos y a un ex alcalde del PP de un pueblo de la provincia de Cuenca. El dato sirve a los críticos para afianzar la idea de que muchos de los que están fuera no son militantes del PSOE.
Dentro de la sala están ya todos salvo los tres miembros de la Mesa del Comité Federal, indispensables para que la reunión arranque. César Luena comunica a los presentes que esta no se ha constituido y anuncia un receso de entre treinta y cuarenta minutos. Lo primero que ponen en duda los prosánchez es que la sevillana Verónica Pérez, afín a Susana Díaz, deba presidir la reunión.
Buena parte de los asistentes se reparte por todos los rincones de la sede, suben a la cafetería, al hall, a la terraza. Pedro Sánchez se va a su despacho, a la cuarta planta.
Susana, que, como comenta con ironía otro dirigente socialista, «hace una media de cien mil llamadas al día», telefoneó el día anterior a la mayoría de los miembros del Comité Federal para medir sus fuerzas. La andaluza aprovecha este momento para hablar, por un lado, con Antonio Hernando y, por otro, con Patxi López. Le pide a Hernando que intente hacer entrar en razón a Pedro y a López, que negocie un acuerdo con el asturiano Javier Fernández.
Pero no es posible el entendimiento. Pedro Sánchez no cede y los críticos tampoco. Las posturas siguen enfrentadas. Se empieza a especular con la posibilidad de que entre las personas de la máxima confianza de Pedro «hay fisuras», que algunos son ahora partidarios de pactar con «el otro bando» una gestora.
-Son intoxicaciones -contesta a la prensa una persona que sigue leal a
Sánchez.
Entre los que podrían haber cambiado de bando están Óscar López, que lo niega, y también Antonio Hernando.
En la calle se reactiva el griterío cada vez que sale algún dirigente socialista, lejos de calmarse los ánimos entre los manifestantes con el paso de las horas. La prensa se organiza como puede en estas condiciones, sin un lugar de trabajo donde siquiera poder cargar los móviles o los ordenadores. Un redactor de un programa de humor se ha provisto de un casco y un chaleco antibalas para ir a juego con la situación.
Los de la inmobiliaria de la misma acera de la sede, en Ferraz, 72, justo al lado, están cocinando una enorme paella para dar de comer a las decenas de periodistas en una especie de campaña de publicidad improvisada.
Ya ha pasado el mediodía y todavía, oficialmente, no ha empezado el Comité Federal. Dentro no se ponen de acuerdo en nada. Sánchez exige una votación secreta para hacer primarias y un Congreso exprés. Los críticos sospechan que, como no quiere que se vote, está enfangando.
A la una menos cuarto empieza por fin el Comité Federal. La Mesa se ha constituido, y sus tres miembros -ahora sí- están en sus puestos. Pero cuando no han pasado ni cinco minutos, se anuncia un segundo receso.
-Estamos hechos trizas -confiesa uno de los socialistas.
En la terraza, Eduardo Madina conversa con Josep Borrell. El político catalán hace años que no acude a una reunión de este tipo y hoy ha ido solo para dar su apoyo a Pedro Sánchez. En un rincón charla buena parte de la delegación vasca y en otro está el presidente de la Comunidad Valenciana con algunos dirigentes de su federación.
Cuando se reanuda la reunión, Sánchez retorna la palabra para hacer una oferta:
-La propuesta es que, pese a que diecisiete compañeros y compañeras dimitieron esta semana, yo estoy dispuesto, desde este lunes, a que sean readmitidos, a que este Comité Federal no se celebre o termine ahora.
Para los que han dejado sus cargos este ofrecimiento es una ofensa:
-Pero ¿quién se cree este tipo? Hemos dimitido voluntariamente, no nos ha echado. ¿Cómo se le ocurre decir que nos readmite? Ni hablar. Es nuestra dignidad.
La mayor parte de los dimisionarios se encuentran cerca, en una cafetería de un hotel. Están siguiendo el Comité Federal minuto a minuto, atentos; son sus compañeros que están dentro los que les van contando cada novedad. La reunión también se la están radiando en directo, vía mensajes de móvil, a los ex secretarios generales del PSOE, Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba.
La oferta del secretario general «en funciones» reafirma a los no partidarios de Sánchez en su teoría: si se vota, se va a evidenciar que el cuestionado líder se ha quedado en minoría, y eso es lo que quiere evitar.
-Lo que está haciendo es una táctica muy vieja de las asambleas: no quiere que se vote porque sabe que lo tiene perdido -señala un veterano del partido miembro del Comité Federal.
El presidente de Aragón, Lambán, pierde la paciencia y, a puerta cerrada, le dice a Sánchez:
-Tú ya no eres el secretario general del PSOE.
Hay ciento cincuenta peticiones de palabra, todo un récord, y la Mesa del Comité Federal también debe ordenar ese debate. De los tres miembros que la componen, dos son prosánchez, la catalana Nuria Marín, «una convidada de piedra», y Rodolfo Ares. El curtido político vasco, aunque no la preside, trata de imponer esa mayoría.
Uno de los asistentes se ha fijado en que, durante toda la mañana, Sánchez y Luena han estado intercambiando gestos con Ares. El veterano busca en ellos la aprobación o la llamada a boicotear la propuesta de la Mesa, Cuando la señal que le mandan «sus jefes» es de desaprobación, el vasco se levanta y se va. La reunión se detiene.
La presidenta de la Mesa, Verónica Pérez, que tiene pocas tablas, se defiende como puede. Intenta dirigir el cónclave y plantea la posibilidad de que se vote a mano alzada si se quiere una votación secreta o no. Esto provoca gritos a favor y en contra, pero ella sigue hablando hasta que, de pronto, el pedrista Rodolfo Ares le quita el micrófono por la fuerza y dice que él habla en nombre de la mayoría de la Mesa y que hay que votar lo que propone Sánchez, un congreso extraordinario.
Ares ha tomado los mandos en este momento e impide que Susana Díaz hable. Le dice que espere a que le dé la palabra.
La líder de los socialistas andaluces pide calma:
-Yo solo apelo un minuto a que penséis en el espectáculo internacional que estamos dando. Y todos hoy, y yo me incluyo, no estamos a la altura del partido. Tenemos dos opciones: votar ya y acabar con esto, y otra, suspender el Comité y convocar la Comisión de Ética y Garantías para que informe.
Empieza el tercer receso. Son las cuatro de la tarde y Pedro regresa a su despacho. Susana le vuelve a decir a Hernando que intente hablar con él: 

-Antonio, sube otra vez a hablar con Sánchez, te lo pido por favor, que no podemos seguir así, que razone ese hombre.
-Pero si ya se l0 he dicho veinte veces, Susana, más no l0 puedo intentar.
No hay nada que hacer.
En la calle también aumenta la tensión. Hay gritos y se producen los primeros enfrentamientos físicos. Los manifestantes se encaran con el jefe de seguridad del PSOE y con el socialista aragonés Simón Casas, que acaban de salir. Ahora sí, los agentes montan un cordón policial en la puerta.
La mayoría vuelve al interior de la sede y Pepe Blanco interviene para pedir diálogo y evitar que acaben en los tribunales.
Poco antes de las seis de la tarde, los afines a Pedro Sánchez empiezan a levantarse y parece que están saliendo por un lateral de la sala, por la parte de atrás. Al menos eso es lo que creen los críticos:
-¡Que se van! ¡Se retiran! -es la primera impresión de los detractores. 

No tardan en salir de su error. A la derecha de la sala se forma una fila y uno de los partidarios de Susana se acerca curioso. Su sorpresa es enorme cuando descubre que allí detrás hay unas urnas escondidas:
-¡Que están votando! ¡Que tienen las urnas ahí! -alerta este crítico, incrédulo, al resto de los que no apoyan a Sánchez.
Pedro Sánchez ha ordenado esta operación, que tiene como colaborador necesario a Rodolfo Ares.
El Comité Federal revienta:
-¡Sinvergüenzas! ¡Que no tenéis vergüenza! ¡Cobardes! -gritan los críticos a los que esperan para depositar su voto.
La sala se llena de abucheas y muchos se echan las manos a la cabeza; lo que se está viviendo ahí dentro es una «situación dantesca».
-El que quiera votar, ahí detrás están las urnas -anuncia Pedro Sánchez, desafiante, levantándose y dirigiéndose hacia la cola.
Hay «barra libre» para votar. Nadie controla las urnas, no están verificadas, y tampoco lo está el censo. Los críticos denuncian un pucherazo y algunos pierden los nervios, entre ellos Susana Díaz, que empieza a llorar.
-¡Que vamos a romper el partido!
Su secretario de Organización, el andaluz Juan Cornejo, no para de dar vueltas por la sala.
En otra esquina está el asturiano Javier Fernández, también con lágrimas en los ojos.
-¡Os estáis cargando el PSOE!
Algunos se asustan cuando ven a este veterano, referente para muchos, en ese estado de desesperación.
-¡Por favor, que ese hombre está operado dos veces del corazón y lleva dos stents! ¡Que vamos que tener que llamar a una ambulancia! -alerta un compañero de la federación asturiana.
La situación es esperpéntica y hay quien teme que el PSOE salga de ahí con una escisión.
El manchego Barreda tiene al lado a Borrell, que observa la situación con la misma perplejidad que la mayoría:
-Pepe, ¿tú esto lo apruebas?
El ex ministro toma la palabra:
-Vamos a ver, compañeros, que se vote, pero no así, que se haga con las urnas a la vista y que haya interventores controlándolo.
Uno de los asistentes escucha cómo, a continuación, Borrell se acerca a Sánchez:
-¡Así no, Pedro, así no!
El presidente de Castilla-La Mancha, García-Page, «desaforado», le reprocha a Patxi López lo que están haciendo, y este, que no ha ido a votar, le contesta:
-Emiliano, tranquilízate. ¿No ves dónde estoy? ¿No ves que estoy aquí y no allí?
-Si te veo en esa fila, pierdes todo mi respeto -le dice el manchego al vasco.
Pedro Sánchez sigue en la cola, observando, mientras otros califican la situación como «dramática». Varios de los suyos, desconcertados, se acercan a él:
-¿Qué cojones es esto, Pedro? -le pregunta un destacado dirigente.
-Pedro, para esto, esto no es el PSOE, para esto ya -es el comentario de otra de las asistentes afín al líder.
La presidenta de Baleares está a punto de llorar:
-¿Esto qué es? -comenta en alto.
Pero Pedro ni se inmuta y los suyos interpretan que es porque ahí, en la fila, contra la pared, se está dando cuenta de la «barbaridad» que ha hecho: solo hay veinte personas con él y ni sus partidarios le están respaldando en esta aventura.
-Se queda noqueado, en shock -dice una persona de su entorno.
José Antonio Pérez Tapias, de la corriente Izquierda Socialista, que apoya a Sánchez, aunque en el pasado compitió con él en las primarias, se marcha, abandona el Comité Federal, y en la calle atiende a la prensa:
-Se empezó una votación secreta de una manera un tanto anómala, no se había acordado un procedimiento claro y ahora mismo también se está hablando de una moción de censura por parte del otro sector. El partido está roto en este momento.
-Señor Tapias, ¿sigue siendo Pedro Sánchez secretario general?
-Ni él mismo lo sabe.
Sánchez sigue como si nada. Sus detractores no conciben esta frialdad tras l0 que califican como un «pucherazo bochornoso»:
-Como para pensar que se ha tomado algo. Le están haciendo una moción
de censura y el tipo como si nada. Ni un gesto, ni un pestañeo.
-Una frialdad verdaderamente impresionante, con el ademán impasible, es como una pescadilla congelada. Estamos en medio de un aquelarre emocional, el Comité Federal se desangra y a Pedro no se le mueve ni un músculo.
Susana Díaz coge de nuevo el micrófono y en una intervención «emotiva» hace una nueva oferta:
-Que se vote lo que sea y como sea, lo que ellos quieran, pero que sea una votación limpia y democrática.
Aquí es cuando algunos presentes recuerdan esa historia del Libro de los Reyes:
-Es como las madres en el Juicio de Salomón --es la comparación que hace un ex presidente autonómico para incidir en la distinta relación con el partido que tienen Susana Díaz y Pedro Sánchez
García-Page se enfada por la propuesta que acaba de lanzar su aliada, pues piensa que precisamente ahora es cuando «hay que mantener la cabeza fría»:

-No hemos aguantado aquí todo el día para que ahora se vote lo que sea. De eso nada.
Es un andaluz, el líder del PSOE de Jaén, Paco Reyes, quien abandera la rebelión desde la tarima:
-Todos los que queráis firmar la moción de censura pasad por aquí.
El atril del Comité Federal, desde donde normalmente se dan los discursos, se convierte en el lugar improvisado para tal misión.
Los críticos necesitan reunir el 20  de las firmas de los asistentes acreditados, pero buscan la «cifra mágica» de ciento cuarenta, más de la mitad de los miembros, para dejar clara su mayoría. No es fácil llegar al objetivo que se han marcado porque, a pesar de que son las seis y media de la tarde, muchos están comiendo fuera. Llevan más de ocho horas de Comité Federal.
Minutos antes de las siete, el extremeño Fernández Vara entrega las firmas a Rodolfo Ares, al que los críticos señalan como artífice del «pucherazo».
-La Mesa no las reconoce -responde el político vasco, que se ha erigido en portavoz y no da las firmas por válidas.
Pero, en la calle, Pedro Sánchez ya ha perdido. El punto de inflexión se produce cuando llegan las fotos con las «urnas clandestinas» a los medios de comunicación. Toda España puede ver ahora «el chiringuito» de Pedro Sánchez: tras unas cortinas rojas están las mesas blancas con las urnas, apilados los sobres y las papeletas del «sí» y el «no», sin ningún control.
Los de Sánchez comprenden que ha llegado el final:
-Esto no da más de sí, se acabó -dice uno de los más próximos al líder.
Antonio Hernando le comenta a Susana Díaz y a los que están a su alrededor:
-Dadme diez minutos, que ahora sí le convenzo.
Se forma un corrillo con Pedro y sus más firmes colaboradores -Óscar López, Patxi López, César Luena- y de esa reunión informal sale la propuesta que será el primer acuerdo del día, a las siete y media de la tarde: votar Congreso sí o no (lo que quieren los pedristas) y a mano alzada (como quieren los susanistas). El pacto incluye que Pedro Sánchez, si pierde, dimite.
-         Prefiere irse habiendo sido derrotado en una votación que revocado en una moción de censura -es el análisis de uno de los asistentes sobre lo que está ocurriendo.
Uno de los partidarios de Sánchez le reprocha que hayan llegado a esta situación:
-         Es de manual de primero de EGB no convocar un Comité Federal si lo
vas a perder.
A las ocho de la tarde comienza la votación. Han pasado diez horas desde el inicio del Comité Federal. La presidenta les va llamando uno a uno por sunombre y apellido. Tardan ocho minutos en completar el abecedario: 

- Compañeros, el resultado es ciento treinta y dos votos en contra, ciento
siete a favor.
El partido está dividido, aunque las fuerzas están claras: el lado susanista «suma» también a los diecisiete que han dimitido.
Pedro Sánchez se ha quedado en minoría, ha perdido y toma la palabra:
-         …Que para mí ha sido un orgullo y quiero anunciaros mi dimisión desde el día de hoy como secretario general del PSOE.
Abandona la sala por el pasillo central. Solo algunos le aplauden. Cruza su mirada con Antonio Remando, que está sentado justo detrás de Susana Díaz. Unos giran la cabeza a su paso hasta verle salir, otros la bajan, y la mayoría mira al frente. Uno de los dirigentes con mayor autoridad que lleva todo el día allí concluye:
-         Ha salido muy bien para lo que se pretendía, que saliéramos a hostia limpia y a puñetazos.
En la rueda de prensa que Sánchez da a continuación añade otro mensaje que más adelante cobrará mucho sentido:
-La Comisión Gestora que surja en las próximas horas del debate que legítimamente están teniendo en el Comité Federal contará con mi apoyo leal.
A las nueve y cuarto de la noche sale en coche por el garaje. Traspasa esa puerta como un militante de base más; doce horas antes había entrado como secretario general.
Finaliza así el mandato del quinto secretario general del PSOE desde la Transición. Deja atrás un PSOE desgastado, en caída libre, y, lo que es aún peor, cargado de odios internos.
(...) 
Sánchez aún tiene ganas de hablar por teléfono con el presidente de Cantabria. Miguel Ángel Revilla, del Partido Regionalista de Cantabria, está invitado en el programa La Sexta Noche. Cuando no han pasado ni tres horas desde la dimisión, a las once y media de la noche, Revilla «suelta la primicia»:
-         Pedro Sánchez me ha dicho esta noche que se va a presentar a las primarias.