jueves, 11 de mayo de 2017

La exasperante 'posverdad' de Pedro Sánchez

Cuando el 20 de diciembre de 2015 el Partido Popular -ladrón de derechos, libertades y prestaciones, cercenador del Estado de Bienestar- barrió al PSOE en las elecciones generales, y los militantes del Partido -los socialistas- sufrimos la humillante derrota a la que nos sometieron la derecha y la presunta izquierda de Podemos, todos esperábamos el gesto de caballerosidad que un partido de Gobierno, el PSOE, esperaba de su líder. Pero Pedro Sánchez compareció ante los medios de comunicación y manifestó que el Partido Socialista había obtenido un “resultado histórico”.

Solo la lealtad al Partido y al Secretario General -hoy discutida- impidió que ese mismo día eleváramos las preces del socialismo al cielo y dijéramos en voz alta lo que pensábamos en el silencio de nuestros hogares: “¿Pero qué coño dice este mamarracho con la pedazo de hostia que nos han dado?”

Solo la lealtad al Partido y al Secretario General hizo posible que Pedro Sánchez volviera a ser cabeza de cartel el 26 de Junio de 2016. De llagas sabemos mucho los socialistas. Las sufrimos cuando, en 2007, a nadie se nos ocurrió oponernos a la candidatura de Rafael Simancas, aún sabiendo que Esperanza Aguirre le barrería en las elecciones autonómicas madrileñas. El daño infligido por el tamayazo cuatro años antes nos obligaba a darle a Rafa otra oportunidad que todos sabíamos derrotada. Nobleza obliga. Nobleza socialista.

El 20 de diciembre de 2015, todos los socialistas -no nos engañemos más- ya fuimos conscientes de que con Pedro Sánchez el PSOE no iba a desalojar al corrupto PP del Gobierno. Si llegó al 26 de junio al frente del partido fue por lealtad al Secretario General en periodos electorales. Nobleza socialista. Pedro quiso forzarla una tercera vez por la vía de un extravagante congreso exprés, y así atrincherarse en el no-liderazgo de la izquierda, aún sabiendo que volvería a ser arrasado en unos nuevos comicios. 

Pero… 26 de Junio. Resultados electorales más humillantes –aún- para el socialismo. Los 84 diputados obtenidos supusieron una severa llamada de atención de los españoles al PSOE, al que le dijeron que un Partido Popular corrupto y corruptor del modelo de Estado que creamos los socialistas, era mejor opción de Gobierno que el encabezado por Pedro Sánchez. Y allá va él, y  perdón por la expresión, con sus putos huevos, a decirnos a todos que el PSOE había ganado la “batalla de las encuestas”.  Se había dejado cinco escaños –más- en el camino de la segunda vuelta, mientras el pérfido, malvado y corrupto PP ganaba catorce. ¿De verdad un líder del PSOE, del Partido Socialista Obrero Español,  tiene, y perdón de nuevo, los santos cojones de sacar pecho ante tan desastroso resultado? Sí, es increíble, pero sí. Pedro Sánchez los tuvo.

El henchido y, empero, apaleado líder, resumió su presunta victoria en haber evitado el sorpasso. El 20 de diciembre de 2015 la candidatura que encabezaba Pedro Sánchez fue más que sorpassada, al quedar en  cuarto lugar en la circunscripción de Madrid. Y, superego mediante, creyó haber obtenido un triunfo -manda huevos (Trillo dixit)- al recuperar un nimio tercer lugar en la segunda vuelta del 26J.

Pedro Sánchez nunca evitó el sorpasso; lo sufrió dos veces. Y con él todos los socialistas. Pues aún así, se lanzó al ruedo presentándose ante los electores -que ya es grave- y ante la propia militancia socialista -muy muy grave- como el antídoto ante el Partido Popular.

Semejante infantilismo, falta de humildad y corteza de miras -pues no es del partido el reto, sino de España- no sé cómo tornose heroicidad por parte de Sánchez y sus acólitos.

Solo era necesario que un partido demócrata aceptara el resultado de las elecciones para que, sorprendente y preocupantemente, miles de militantes socialistas perdieran el oremus y -tampoco sé cómo- en su sesera albergaran la estrambótica idea de que sumando a quien nada tiene que ver con las ideas del socialismo (PdeCAT y ERC), era el PP quien había perdido las elecciones. A pesar de poner el culo de 14 diputados más sobre la cara de Pedro Sánchez.

En qué momento esto se convirtió en debate y discrepancia en las filas del PSOE es algo que deberán estudiar, más pronto que tarde, las facultades de Politología. En cuál un partido como el PSOE llegó a romperse por dar como real la soberbia y el fantasioso discurso de un líder fracasado como Pedro Sánchez, requerirá más tiempo. Y dudo que los ya peinamos canas -nosotros, los carcas del aparato- podamos conocer qué dice la Historia al respecto.

El Partido Socialista Obrero Español no es un partido llamado a conformar coaliciones. ¡Es un partido de Gobierno! Pactar con el PSOE es pactar Gobierno. Un PSOE sometido al chantaje de no saber si mañana seguirá siendo mayoría es un PSOE perdedor.

Los socialistas queremos ganar. ¡Queremos gobernar! Porque estamos convencidos de que lo hacemos mejor y lo hacemos pensando en nuestros conciudadanos. El día en que empezamos a discutir, impostadamente, sobre (falsa) justicia, (falsa) lealtad, y (falsa) alternativa, nos chocamos de frente con Pedro Sánchez. El resto es historia retardada. La Moncloa no está vacante. La ocupan quienes ganaron las elecciones.

España vive la exasperante posverdad de Pedro Sánchez.